Yo no sé mucho y tampoco me he dedicado a exprimir la vida, por lo que voy a escribir cosas sencillas y evidentes.
Este artículo, como todo mi "blog", no está escrito para ser leido ní para obtener premios. Que alguien lo lee es evidente e inevitable, pero lo hubiese escrito igual sin lectores; nadie que sepa mi identidad conoce su existencia. ¿Por qué?; pues porque creo que es el camino para que escriba sin condiciones, sin preocuparme de lo que digo ní de como sienta mi opinión.
Es mi rincón de libertad. Total no, ya que mi pudor ha establecido un límite para ciertas áreas y aspectos de mi personalidad que considero íntimos.
Con todo, disfruto de la suficiente despreocupación para aseguraros que escribo lo que deseo y que todo ello es verdad -pues hay conformidad entre lo que pienso y digo-. Cosa distinta es que sea cierto -que coincida con la realidad existente- pues mi verdad está limitada por la información que dispongo y la habilidad con que la digiero.
He llegado a una época vital en que le doy valor a muy pocas cosas. He aprendido que la vida es un complejo sencillo; complejo porque vivimos una multiplicidad de cosas y sencillo porque cada una de estas es muy elemental.
Saber vivir es, creo, acertar en la identificación de lo pequeño -de las cosas nímias-, para poder tratarlas como merecen y paladearlas tal cual son.
Lo primero que precisamos es desembarazarnos de la hojarasca. ¿De qué?. De todos esos pretendidos principios que visten nuestro intelecto. Son muchos, por lo que sólo expondré dos ejemplos; luego, sí queréis, seguís el trabajo en solitario..
"Todas las opiniones son respetables"; quien mantiene esto afirma que acatamos cuanto se diga pues tiene tal enjundia que recibe nuestra veneración.. ¡Soplá!.
Pues disiento. La mayoría de las opiniones que escucho son auténticas memeces, carentes de fundamento, dichas sin pensar y que califican al oráculo como "tontolaba" -deliciosa expresión aragonesa-.
Lo que defiendo es que quien es respetable es la persona y lo que debe mantenerse contra viento y marea es su derecho a opinar. No confundamos un derecho con su ejercicio.
"Este lugar me ahoga"; pues tampoco. Los lugares -ciudades, pueblos, calles, campos,..- son lo que son: cemento, asfalto, piedras, hierbas,... Ni ahogan ní son buenos ní alegres ní... Nos estamos acostumbrando a usar licencias poéticas, que están bien para lo que están, pero la bondad, la maldad y cosas así son características humanas. Sólo eso y nada menos.
Por ejemplo, decimos que la bayoneta servia que guardo es mala, como el resto de las armas,... Sin embargo, cada vez que la veo, sé que no, que no puedo aliviar mi conciencia adjudicándole la maldad al arma -un trozo de metal- sino que la maldad residía en la mala bestía de dos patas que disfrutaba destazando embarazadas.. O en mí....
Así que, queridas damas, os invito a dar un paseo por una ciudad muy exigente: Barcelona. Sin prisa, sin querer verlo todo, sin vidéos..
Vayamos callejeando, mirando a la gente.. ¿Un cafelito?. Charlemos. Cuéntame, te escucho... Mira, la Plaza del Diamante.. Es sencilla, tanto que parece pobre. ¿Leiste la novela?, ¿viste la serie?. ¡La vida, siempre la vida..!.
Ya atardece.. Pasemos por el claustro de la catedral... ¡Fíjate!; mira esa pequeña habitación.. -un cura asotanado sentado, escribiendo y otro inclinado sobre él, leyendo..- ¿A qué parece un cuadro?.
No, Barcelona no ahoga, ni "stresa".. Con la persona adecuada, intentando vivir, sólo eso y nada más, es como todas. Un lugar, una calle, que recuerdas con media sonrisa, plácidamente....
A quien tenemos que vencer es a nosotros mismos. Somos quienes nos ahogamos, quienes complicamos la vida cada vez que volcamos nuestro esfuerzo en lo supérfluo, en superar a otros, en triunfar, en ver sólo el fracaso, en sentir miedo... En no vivir, en suma.
Por eso admiro a quien se dedica a lo nímio, a lo que parece intranscente. Y me descubro ante quien reconoce sus errores, sus "meteduras de pata", sus equivocaciones... Sé que el error ajeno me ayuda a eludir el mío y que quien lo reconoce hace dos de las cosas más bellas: Pedir perdón y volver a empezar, una y otra vez....
Este artículo, como todo mi "blog", no está escrito para ser leido ní para obtener premios. Que alguien lo lee es evidente e inevitable, pero lo hubiese escrito igual sin lectores; nadie que sepa mi identidad conoce su existencia. ¿Por qué?; pues porque creo que es el camino para que escriba sin condiciones, sin preocuparme de lo que digo ní de como sienta mi opinión.
Es mi rincón de libertad. Total no, ya que mi pudor ha establecido un límite para ciertas áreas y aspectos de mi personalidad que considero íntimos.
Con todo, disfruto de la suficiente despreocupación para aseguraros que escribo lo que deseo y que todo ello es verdad -pues hay conformidad entre lo que pienso y digo-. Cosa distinta es que sea cierto -que coincida con la realidad existente- pues mi verdad está limitada por la información que dispongo y la habilidad con que la digiero.
He llegado a una época vital en que le doy valor a muy pocas cosas. He aprendido que la vida es un complejo sencillo; complejo porque vivimos una multiplicidad de cosas y sencillo porque cada una de estas es muy elemental.
Saber vivir es, creo, acertar en la identificación de lo pequeño -de las cosas nímias-, para poder tratarlas como merecen y paladearlas tal cual son.
Lo primero que precisamos es desembarazarnos de la hojarasca. ¿De qué?. De todos esos pretendidos principios que visten nuestro intelecto. Son muchos, por lo que sólo expondré dos ejemplos; luego, sí queréis, seguís el trabajo en solitario..
"Todas las opiniones son respetables"; quien mantiene esto afirma que acatamos cuanto se diga pues tiene tal enjundia que recibe nuestra veneración.. ¡Soplá!.
Pues disiento. La mayoría de las opiniones que escucho son auténticas memeces, carentes de fundamento, dichas sin pensar y que califican al oráculo como "tontolaba" -deliciosa expresión aragonesa-.
Lo que defiendo es que quien es respetable es la persona y lo que debe mantenerse contra viento y marea es su derecho a opinar. No confundamos un derecho con su ejercicio.
"Este lugar me ahoga"; pues tampoco. Los lugares -ciudades, pueblos, calles, campos,..- son lo que son: cemento, asfalto, piedras, hierbas,... Ni ahogan ní son buenos ní alegres ní... Nos estamos acostumbrando a usar licencias poéticas, que están bien para lo que están, pero la bondad, la maldad y cosas así son características humanas. Sólo eso y nada menos.
Por ejemplo, decimos que la bayoneta servia que guardo es mala, como el resto de las armas,... Sin embargo, cada vez que la veo, sé que no, que no puedo aliviar mi conciencia adjudicándole la maldad al arma -un trozo de metal- sino que la maldad residía en la mala bestía de dos patas que disfrutaba destazando embarazadas.. O en mí....
Así que, queridas damas, os invito a dar un paseo por una ciudad muy exigente: Barcelona. Sin prisa, sin querer verlo todo, sin vidéos..
Vayamos callejeando, mirando a la gente.. ¿Un cafelito?. Charlemos. Cuéntame, te escucho... Mira, la Plaza del Diamante.. Es sencilla, tanto que parece pobre. ¿Leiste la novela?, ¿viste la serie?. ¡La vida, siempre la vida..!.
Ya atardece.. Pasemos por el claustro de la catedral... ¡Fíjate!; mira esa pequeña habitación.. -un cura asotanado sentado, escribiendo y otro inclinado sobre él, leyendo..- ¿A qué parece un cuadro?.
No, Barcelona no ahoga, ni "stresa".. Con la persona adecuada, intentando vivir, sólo eso y nada más, es como todas. Un lugar, una calle, que recuerdas con media sonrisa, plácidamente....
A quien tenemos que vencer es a nosotros mismos. Somos quienes nos ahogamos, quienes complicamos la vida cada vez que volcamos nuestro esfuerzo en lo supérfluo, en superar a otros, en triunfar, en ver sólo el fracaso, en sentir miedo... En no vivir, en suma.
Por eso admiro a quien se dedica a lo nímio, a lo que parece intranscente. Y me descubro ante quien reconoce sus errores, sus "meteduras de pata", sus equivocaciones... Sé que el error ajeno me ayuda a eludir el mío y que quien lo reconoce hace dos de las cosas más bellas: Pedir perdón y volver a empezar, una y otra vez....
5 comentarios:
He estado mirando viejos posts míos... y he visto comentarios tuyos en la mayoría de ellos... Qué puedo decir? Sólo gracias.
Tu diario tiene un diseño precioso, elegante.. Las fotografías son buenísimas e incluso alguna apabullante. Todo respira sensibilidad e inteligencia.
Desde mis años te veo vivir y, aunque te equivoques, me gusta acompañarte.
¿Me puedes decir que me agradeces cuando soy yo quien es regalado?.
Sí, puedo decírtelo. Porque lo único que sé es que en ese diario escribo lo que siento, donde desnudo mi intimidad, y agradezco el hecho de que alguien sepa apreciar algo positivo en él. Porque lo que hay en él, es, en cierto modo, lo que hay dentro de mi.
En este momento, al leer tu comentario, ¡qué cerca me siento de tí!. Como sí fuésemos cómplices...
Perdona mi osadía.
mmmm era como pasear por esa ciudad preciosa, como pasearla entre la calidez de compañías amigas.
Gracias.
almena
Publicar un comentario