Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

lunes, 13 de febrero de 2023

Turulateces

Ayer publiqué un artículo sobre la Piedad Rondanini. Quien lo inspiró me dice que le hubiese gustado encontrar más miradas turulatas en la lectura y tiene razón; sus sentires fueron tan nítidos que me llevaron a apartarme a un lado y exponer principalmente sus comentarios. Hoy quiero corregir esa carencia y escribir turulateces, pero antes me gustaría explicarme: los sentimientos verdaderos prevalecen sobre los comentarios técnicos y mi amiga es un sentimiento andante, tanto para bien como para sus defectos.

"Comansón", que diría Tip.. Recordemos la imagen de la Piedad Rondanini......

Lo primero que llama mi atención es la verticalidad. Jesús ha muerto en la cruz. En la "Piedad Vaticana" (la que suele tener en su mente la mayoría) el cuerpo de Jesús reposa inerte recogido por María; Jesús no se mueve, está quieto, muerto que no sin vida, pues su talla es un compendio de Vida, En la "Rondanini" Michelangelo nos entrega también un cuerpo muerto, el de Jesús, pero no inerte. Jesús cae... Su cuerpo es movimiento en estado puro; se está derrumbando, como muestran sus rodillas que se doblan, los brazos caídos, sin fuerza alguna, su cuerpo carente de músculos contraídos por algún esfuerzo.... Su cuerpo pesa, muerto.

María... María... Soporta. Es esfuerzo. Se entrega con alma, corazón y vida a soportar a su Hijo. Impide que caiga, que se haga polvo en el polvo. Su brazo izquierdo próximo al corazón del Hijo, no permite que el cuerpo se doble hacia adelante y dé con su rostro en el suelo, a la vez que lo aprieta contra su pecho, sujetándole. Su ojos parecen cerrados, concentrada la mirada en si misma, en el último instante en que le tiene para si sola. Su cara, tan cercana a la de Jesús, me recuerda a la de tantas mujeres cuando regalan consuelo y susurran palabras de amor, sabiendo que entonces son el sostén, el único, de quien tanto aman y se derrumba.

No puedo evitarlo. Todo lo que digo es vano si no es la puerta a la Esperanza. Día a día dudo y creo, dudo y dudo, para que siempre lo vivido me muestre luego que tengo que creer, siempre lo ha hecho, incomprensiblemente, irracionalmente, envolviéndome con su cuidado. Si no creo que ese cuerpo muerto, sin duda, resucitó, la vida pierde sentido. 

 

 

Repito una y otra vez que la Rondanini es la Piedad que me resulta más bella. La imagen inmediatamente anterior puede llevar a pensar que lo de Turulato es un apodo que  se corresponde conmigo exactamente. La talla está inconclusa, hace falta esculpir aún mucho. ¿Cómo puedo sentir que es la más bella?... 

Hace un tiempo una guía de la Colección Abelló, que yo visitaba, me solicitó por sorpresa que explicase una obra de Rothko ante la que yo estaba sentado, contemplándola sin moverme. El cuadro se componía de tres áreas rectangulares sensiblemente iguales en tamaño de tres colores distintos. La guía (tanto cuesta, tanto mide, es del año ...) comentó en voz alta que "a lo mejor ese señor sentado nos dice porque le gusta". Me levanté.... Comencé preguntándome donde estaría la vaca.. Nada, solo tres colores. Así que comencé a contarles que era lo que sentía ante aquellas manchas y por que. No chistaba nadie. Y espontáneamente aplaudieron. 

¿Qué es la Belleza?. Nadie ha logrado explicarlo definitivamente. Cada persona reacciona ante aspectos que ni sabe. Así que todo se reduce, creo, a SENTIR. La belleza nos hace sentir y esta Piedad inacabada tiene tanta fuerza en su expresividad que me resulta bellísima, mientras que la Vaticana, tan suave, tan acabada, ..., ni fú ni fa.

domingo, 12 de febrero de 2023

Tallando el pensamiento


¿Cómo titular este artículo de modo que señale el camino a mis palabras?. He tardado bastante; sé sobre que voy a escribir pero no como expresarlo, de manera que englobar el conjunto en una frase me resulta dificilísimo, así que me limitaré a contar lo que ha motivado que necesite pensar en voz alta.
 
Hace pocas semanas una amiga me dijo que se iba a trabajar a Italia durante unos días y que pasaría por Milán. Le respondí que no dejase de visitar el Castillo Sforza para contemplar la Piedad Rondanini, que era en mi opinión la más hermosa de las cuatro que talló Miguel Ángel: Bandini, Rondanini, Vaticana y Palestrina (esta de dudosa atribución). Mi amiga posee la mirada más sensible y fina ante una obra de Arte que he conocido, pues contempla, que es muchísimo más que mirar y esto algo más que ver; me sublevan quienes visitan al trote un museo, liquidando la Belleza en unas cuantas ojeadas y especialmente quienes reducen su interés al precio, tamaño, dimensiones y así. 
 
He escrito contempla y me he quedado corto; SIENTE. A su vuelta me ha escrito; "No sé la de tiempo que he pasado contemplando la Pietá Rondanini, gruñendo por lo bajo cuando otros turistas se ponían en medio. Tengo que asimilar lo que me pasa por la cabeza, pero tengo clarísimo que si pudiera viajar en el tiempo iba a intentar charlar con Michelangelo durante distintas etapas de su vida. Y verle trabajar en silencio".
 
Hemos intercambiado brevemente nuestros puntos de vista. "Cuando se me ha pasado un poco el stendhalazo inicial, la pinza se me ha ido a Roma por lo menos y allí se ha puesto a contemplar la Pietá Vaticana. Ha visto a Michelangelo en su taller. Es joven, tiene ímpetu y sabe que de esa roca arrancada de la tierra, él va a arrancar la perfección". (Cuentan, vete a saber, que ante ciertas alabanzas a su habilidad como escultor respondió que él no había hecho más que quitar el mármol que sobraba del trozo de roca, pues la escultura ya estaba allí dentro).  Me he sentido incómodo...
 
"Mi pinza entonces se ha tomado otro tripi, ha cogido un frecciarrosa y ha viajado a Florencia y a un tiempo después. Ya no hay nada de ese ímpetu juvenil. No es pérdida de vitalidad, es algo que no sé explicar; siento su cansancio, pero lo percibo como si lo canalizase de otro modo. Ahí está la roca y él los ve. Pero creo que donde antes había derrota, ahora hay una esperanza, un impulso. Quizás más que derrota, diría rendición". 
 
"Y lo hace (arrancar la perfección). Es bellísima pero no ha sido fácil. Y esa dificultad se nota. Cuando nos agotamos, perdemos ímpetu. Hay belleza, se trasluce amor pero también derrota. (María) Recoge a Cristo con amor, con delicadeza, pero diría que sin esperanza. ¿Volverá mi hijo, volveré a crear algo así?".

Arrancar la perfección... Creo que es parte de la verdad, pero no toda la verdad. Cada instante vivido, aunque no nos demos cuenta, busca encontrar la respuesta a la Gran Pregunta: ¿Quién soy?, que a su vez nos lleva a otras... En todo Hombre late un vacío que intenta llenar su vida y es ese vacío el que nos mueve en busca no del mero existir u obrar sino de algo más íntimo y permanente. No es fácil, no es simplemente habilidad o dotes para llevar algo a cabo, sino que es preciso un diálogo salvaje con uno mismo, en silencio y soledad, que nos grite, aunque nos duela. El artista dialoga a través de sus manos, de su sensibilidad y de su mirada para contemplar su obra en busca de lo que nunca llegará a encontrar.
 
 

"Pero la Rondanini no se rinde. Quizás en su desesperación, intenta levantar a su hijo, de ponerlo en pie. O en esa cara apenas esbozada es lo que mi pinza ve. Es como si le ayudase a aprender a andar de nuevo, como cuando era niño. No sé, quizás si cree ahora que va a volver, que sí hay sitio para la Esperanza. He sentido que, seguramente sin saber que iba a morir, Michelangelo se había asumido y tenía esperanza. Y entonces, cuando mi pinza ha vuelto a Milán y me ha contado todo esto, no he podido evitar llorar"........". No llegará a saberlo; no pudo más y seis días después de llegar al estado que veis en la obra, murió.