Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

jueves, 17 de julio de 2014

Que hay que asumir para comportarse democráticamente

Acabo de leer un texto excelente. Consta de dos partes clarísimas: una expositiva general en sus cuatro primeros párrafos y otra en la que aplica las razones de la primera al caso concreto de la situación actual de Cataluña. El planteamiento expositivo contiene un análisis tan claro de la enjundia de como se llega a iniciar una sociedad democrática y de como se ataca su nacimiento y desarrollo, que considero imprescindible comprenderlo hasta la última coma.

Hubo un momento en la Historia en que la decisión sobre lo que convenía o no, lo que podía hacerse o no, los castigos a las gentes, la propiedad de las cosas, .., era consecuencia de la Voluntad. Voluntad de uno, del rey y señor de turno, que además adquiría ese poder bien por ser el guerrero más eficaz o bien por descender de quien tenía aquel poder. ¿Qué concedía a ciertas poblaciones determinadas facilidades?; si, a veces, porque le interesaba y por su voluntad, nunca porque el rey y señor estuviese sometido a un poder mayor -de boquilla decían que Dios era su señor, pero lo interpretaban para seguir haciendo su voluntad-. Los hechos que sustentan la leyenda de "La Campana de Huesca" muestran la realidad. Y el comportamiento de Fernando VII de España durante su reinado, también.

La Historia evoluciona, aunque no sé si solo porque un poderoso derrota a otro y esto logra que la voluntad de este se debilite lo bastante como para que sus súbditos se agiten lo suficiente como para respirar algo más -entiendo por poderoso no solo una persona sino también un hecho o sucesión de estos-. Dudo de que los cambios a mejor los origine la buena voluntad de los hombres, aunque estoy seguro de que hay hombres de buena voluntad.

La pugna se puede plantear con sencillez: o creemos que somos incapaces de vivir juntos, conviviendo en Sociedad, a menos que un poder fuerte nos sujete lo suficiente como para no hacer barbaridades, pues el individuo busca su satisfacción aun a costa de los demás, o creemos que ese egoísmo individual puede controlarse a través de acuerdos que nos obliguen a todos, y que se plasman en Normas que se publican para que todos puedan conocerlas y cumplirlas, aunque no sean las que más nos satisfagan, las que desearíamos.

Si nos decantamos por lo primero, proclamaremos un rey, un dictador o algo así, concediéndole todos los poderes con tal de que nos controle y tengamos paz, aunque sea su paz. Esta concepción la defendió Thomas Hobbes, al que le adjudican aquello de que "el Hombre es un lobo para el Hombre", aunque no sea exacto. Si creemos en la Esperanza y sentimos que es viable que el Hombre llegue algún día a convivir con el Hombre.. ¿quien o qué puede resolver nuestras disputas, derivadas de nuestro egoísmo, de nuestro miedo, de nuestras ambiciones, de la maldad que mora en parte de nuestro interior?. Desde luego, quien o lo que sea, tiene que ser capaz de obligarnos a cumplir lo que resuelva, pues si esto último quedase a nuestro libre albedrío no quedaría más remedio que volver los ojos al tirano y dar la razón a Hobbes.

John Locke se decantó por algo muy antiguo: la Norma. Pero dándole un carácter distinto; no era el poderoso quien decía en ella lo que tenían que hacer sus súbditos, sino eran estos quienes, siguiendo un procedimiento que les permitía llegar a un acuerdo, la imponían entre todos y para todos, incluido el mandamás. El paso siguiente era inevitable, The Bill of Rigths, de la que se derivan las libertades que goza la Humanidad, por lo menos la parte de ella que las goza, en parte ...

Así que todo se reduce, hablando para españoles, a lo siguiente: Franco o Derecho. O defendemos que la voluntad de alguien, uno o varios, está por encima de todo o defendemos que la única esperanza que tiene el ciudadano -sobre el que actúan poderes e intereses de todo tipo, de modo que resulta la parte más débil de la cuerda social- es la Creación de las Normas que rigen a todos mediante procedimientos establecidos previamente y de obligado cumplimiento, que nos permitan participar y no nos dejen al margen, y que una vez creadas sean seguidas sin excusas por todos, castigando a quien no se ajuste a ellas con tal severidad que cualquiera prefiera cumplirlas antes que saltarse la Ley.

Pero somos herederos de absolutistas y dictadores. Anida en nuestro sentimiento íntimo la semilla del poder. Sea un ciudadano cualquiera, sean aquellos que caracterizados como políticos dicen que nos gobiernan en libertad. Enseguida, pasada la euforia inicial, a una velocidad de vértigo, tienden a sentir que están en posesión de la verdad, que cualquier opción que facilite sus deseos es conveniente para todos. Camino que siguen los tiranos......... En soledad y silencio, meditemos, recordemos comportamientos, palabras, gestos, decisiones, ....; desde un tratante incompetente como Adolfo Suárez, pasando por el endiosamiento de Felipe González y la grosera altanería de su secuaz, al comienzo, Alfonso Guerra, hasta llegar a la soberbia absurda de Aznar y a la idiocia de Zapatero. Y si esos llegaron más alto, ya no hablo de los que no alcanzaron su nivel, que si su categoría.

No, se trata de que Podemos -que es solo una palabra que maneja útilmente ilusiones de muchos-, cualquier persona, incluido quien esto escribe, se desvía con el tiempo de sus promesas y obligaciones, pudiendo llegar a ser un tirano. ¿Confiar en el criterio de un dirigente o de varios?. ¡No, nunca!. Hay que crear un proceso de verdadera participación que logre que los ciudadanos creen unas normas que, aunque a nadie satisfagan plenamente, puedan ser aceptadas por una gran mayoría y sirvan como esqueleto de una Sociedad que permita convivir en paz. Y estas Normas deben ser seguidas escrupulosamente por todos y más si cabe por los gobernantes, esclavos abyectos del cumplimiento legal

Y SI NO, QUE LAS MODIFIQUEN Y LAS SOMETAN A NUESTRO VOTO SEGÚN LA LEY

viernes, 4 de julio de 2014

Una novia

La angustia es novia de noche, solitaria pareja oscura. Nos declara muy pronto su pasión, a poco de que nuestra mente se abra a sentir la vida y desde entonces no ceja en sus intentos de seducirnos. Siempre atenta, en cuanto tiene ocasión nos abraza y besa el alma. Anímicamente, vivir quizá sea poco más que aprender a no dejarse dominar por sus celos. Y es que la angustia es celosa; nos quiere para si e intenta dominar nuestra vida. Si no nos esforzamos en resistir sus cantos de sirena, nunca arribaremos a Itaca.

Nacemos sin saber por que, desconociendo a donde vamos e ignorando el camino. El Hombre intenta desesperadamente sentirse seguro de algo, sin reconocer, tozudo, que solo lo está de haber nacido y de que algún día morirá. Por eso cada circunstancia imprevista del camino nos inquieta, ignorantes de como tratarla, pues para hacerlo correctamente deberíamos saber como influirá en nuestra singladura y lo desconocemos. Así que vivir es intuir.

  Don Antonio Machado lo explicó con sencillez, como nunca lograría hacerlo yo..
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más; 
Caminante, no hay camino, 
se hace camino al andar. 
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino 
sino estelas en la mar.

Cualquier día, en cualquier momento, nos sucede lo que nos aguardaba y no esperábamos. Si allí comienza y termina todo, es duro, muy duro, para quien lo vive, pero en ese momento dejamos atrás el suceso y aunque el tiempo nada cura, si sitúa lo sucedido en el lugar que debe estar. Lo terrible es cuando algo comienza y no acaba, cuando tenemos que enfrentarnos al devenir; entonces la angustia, novia incansable, viste sus mejores galas y se acerca susurrante, insinuando todo aquello que hace que perdamos el equilibrio a cada paso.

La angustia... ¡Terrible pareja!. Lapa del alma. Solo la Esperanza puede desplazarla, ¿pero cómo abrir la puerta a la Esperanza, cómo dejar que nos acaricie el pensamiento?. Pues.. hablando, compartiendo. Solos, nada es posible. Nacimos para convivir. Y solo asumiendo la compañía de otros restamos espacio a la angustia.

Tuve de joven fe de carbonero, esa que nos enseñaron, la del dios mercader, a quien se le proponen negocios y convenios: arréglame esto, que yo te ofrezco lo otro. Y si Él es, solo puede ser Amor, que no admite negocios. Rogué y rogué que accediese a solucionar mis problemas; no obtuve respuesta, aunque la hubo en todo momento y hoy lo sé. Perdí aquella fe que no era Fe. Y dejé el campo libre a la angustia y a su padre el Miedo.

No soy creyente, pues si se cree se obra. No se puede decir que se cree, que se ama algo y no obrar en consecuencia. Solo soy un navegante que intenta seguir la derrota que le llevará a su destino, que desearía ver la luz de un faro que le guíe y recibir señal del gonio. Pero no, no lo logro.

Pero estos días la angustia me ha invadido de tal manera que, incapaz de resistir firme al gobernalle, he pedido auxilio a gritos y en silencio.......