Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

viernes, 4 de julio de 2014

Una novia

La angustia es novia de noche, solitaria pareja oscura. Nos declara muy pronto su pasión, a poco de que nuestra mente se abra a sentir la vida y desde entonces no ceja en sus intentos de seducirnos. Siempre atenta, en cuanto tiene ocasión nos abraza y besa el alma. Anímicamente, vivir quizá sea poco más que aprender a no dejarse dominar por sus celos. Y es que la angustia es celosa; nos quiere para si e intenta dominar nuestra vida. Si no nos esforzamos en resistir sus cantos de sirena, nunca arribaremos a Itaca.

Nacemos sin saber por que, desconociendo a donde vamos e ignorando el camino. El Hombre intenta desesperadamente sentirse seguro de algo, sin reconocer, tozudo, que solo lo está de haber nacido y de que algún día morirá. Por eso cada circunstancia imprevista del camino nos inquieta, ignorantes de como tratarla, pues para hacerlo correctamente deberíamos saber como influirá en nuestra singladura y lo desconocemos. Así que vivir es intuir.

  Don Antonio Machado lo explicó con sencillez, como nunca lograría hacerlo yo..
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más; 
Caminante, no hay camino, 
se hace camino al andar. 
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino 
sino estelas en la mar.

Cualquier día, en cualquier momento, nos sucede lo que nos aguardaba y no esperábamos. Si allí comienza y termina todo, es duro, muy duro, para quien lo vive, pero en ese momento dejamos atrás el suceso y aunque el tiempo nada cura, si sitúa lo sucedido en el lugar que debe estar. Lo terrible es cuando algo comienza y no acaba, cuando tenemos que enfrentarnos al devenir; entonces la angustia, novia incansable, viste sus mejores galas y se acerca susurrante, insinuando todo aquello que hace que perdamos el equilibrio a cada paso.

La angustia... ¡Terrible pareja!. Lapa del alma. Solo la Esperanza puede desplazarla, ¿pero cómo abrir la puerta a la Esperanza, cómo dejar que nos acaricie el pensamiento?. Pues.. hablando, compartiendo. Solos, nada es posible. Nacimos para convivir. Y solo asumiendo la compañía de otros restamos espacio a la angustia.

Tuve de joven fe de carbonero, esa que nos enseñaron, la del dios mercader, a quien se le proponen negocios y convenios: arréglame esto, que yo te ofrezco lo otro. Y si Él es, solo puede ser Amor, que no admite negocios. Rogué y rogué que accediese a solucionar mis problemas; no obtuve respuesta, aunque la hubo en todo momento y hoy lo sé. Perdí aquella fe que no era Fe. Y dejé el campo libre a la angustia y a su padre el Miedo.

No soy creyente, pues si se cree se obra. No se puede decir que se cree, que se ama algo y no obrar en consecuencia. Solo soy un navegante que intenta seguir la derrota que le llevará a su destino, que desearía ver la luz de un faro que le guíe y recibir señal del gonio. Pero no, no lo logro.

Pero estos días la angustia me ha invadido de tal manera que, incapaz de resistir firme al gobernalle, he pedido auxilio a gritos y en silencio.......


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