Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

sábado, 10 de octubre de 2009

No lo se

Se están exponiendo en Madrid una serie de obras de artistas de Ifé. Os aconsejo vivamente que vayáis a contemplarlas si tenéis ocasión, pues os vais a enfrentar, y digo bien -enfrentar-, a uno de los misterios conceptuales del Arte. Así lo creo. Mi opinión es modestísima, pero estoy convencido de ello.

En África, como en el resto del mundo, durante milenios, las personas han creado y utilizado el arte para representar sus creencias religiosas, sus ideas sobre el poder político, para dejar constancia de su historia, para describir acontecimientos importantes en sus vidas y las de sus comunidades, o para la decoración del entorno en que vivían, la ornamentación personal o el embellecimiento de los objetos cotidianos que utilizaban.

El Arte es un reflejo de los sistemas sociales, económicos y educativos. Por lo tanto, a través del estudio de las creaciones artísticas podemos entender mejor a las personas que las hicieron o encargaron que se hiciesen. El Arte es un documento de primer orden para entender a nuestros contemporáneos y antepasados. Es un valioso recurso para comprender por que las personas hicieron las cosas cuando y como las hicieron, como lo pueden ser los documentos escritos del pasado, casi inexistentes en África, lo que ha llevado a nuestros acomodaticios científicos -tan acostumbrados a trabajar basándose en los papeles- a ignorar la investigación del continente donde apareció la Humanidad.

Por otra parte, se nos suele presentar el arte africano como algo unitario en el tiempo y en el espacio. Es fácil apreciar la inexactitud de esta idea. Los milenios de creación artística en este continente muestran la constante evolución desde las pinturas en las rocas del Tassili argelino y Ennedi. El mercado del arte, en los países del Primer y Segundo Mundo, así como los artículos de arte africano creado para el turismo o para su venta “a tanto el quilo”, han transmitido la falsa idea de que el arte africano es un arte "primitivo".

Maternidad jugando en el vacío
Talla a cuchilla sobre madera - Senegal
Colección Turulato

A menudo, fuera de África, se tiene la idea de que el arte africano es exótico, extraño e incomprensible. Hay que asumir y comprender que los móviles, las situaciones vitales que dan origen a las creaciones artísticas en África no difieren de las motivaciones artísticas de otras sociedades. El Arte no es exclusivo de ninguna cultura; es un producto natural de todas ellas y si queremos captarlo sólo podremos hacerlo desde un sentimiento comprensivo global y no desde la exclusión de alguna de aquellas o desde la supremacía de otras.

La consideración primitivista del arte africano se basa en la importancia que da nuestra civilización a la supremacía tecnológica, al eurocentrismo de los colonizadores –que derivó con facilidad en racismo-, a las teorías evolucionistas del siglo XIX, al concepto idealizador de Jean Jacques Rousseau del “buen salvaje”, que generó el sentimiento de que las artes primitivas mantenían su pureza, y a las teorías antiburguesas y antiacadémicas de dicho siglo.

Vomitado -¡tenía tantas ganas!- lo anterior, confesaré que llevo unos días buscando la manera de explicar lo que dije al comienzo sobre un misterio. Y estaréis de acuerdo conmigo en que explicar un misterio es muy difícil. La Historia, en especial la de los descubrimientos científicos, muestra que solo los genios lo consiguen y eso, de cuando en cuando. Y yo, genio mucho, pero de genio, poco. Así que voy a intentarlo tal cual salga; el único camino posible cuando no se sabe hacer las cosas de otro modo.

¿Por qué, por qué ...?. Esas dos palabras han sido siempre mi obsesión. ¿Por qué un día de hace siglos un hombre esculpió esto?; ¿por qué muchos siglos después alguien igualmente famoso realizó esto otro?; ¿y por qué entre ambos, en la época de las obras de Ifé que mostraré luego, el resultado era este?. Y todos sus autores habían nacido en un pequeño territorio, absolutamente etnocéntrico, llamado Europa.

Alguno me responderá que las obras anteriores son la consecuencia natural del paso del tiempo por la vida humana. Y estoy totalmente de acuerdo. Pero entonces.. ¿el Arte .. avanza?; en roman paladino, ¿el paso del tiempo mejora el conocimiento artístico y sus técnicas?. O más bien.., ¿el Arte es la respuesta del alma humana al paso de la Historia?. ¿Pudiera ser que no sea ni mejor ni peor según los tiempos, sino solo un medio de contar la Vida?.

Esperando haberos originado cierta inquietud intelectual, podéis ver ahora un vídeo de Canal Patrimonio sobre escultura africana en el que se aprecia un concepto escultórico diferente al europeo. Como os daréis cuenta, las obras son distintas a las que han aparecido al abrir los enlaces existentes dos párrafos antes..

He procurado con las esculturas que habéis visto generar en vuestra mente una idea: el arte plástico europeo ha sido durante muchos siglos realista, naturalista y figurativo, mientras que el africano es más simbólico (no los entendáis como -ismos, pues pretendo adjetivar y no clasificar), como si las respuestas que se han dado en África a las preguntas que planteaba antes fuesen distintas a las dadas en Europa. Y es cierto...., pues la excepción confirma la regla: Ifé.

Y en esto consiste el misterio. ¿Por qué en Ifé se desarrolla en lo que corresponde a nuestra Edad Media un arte plástico que parece "sacado" de nuestros clásicos?. ¿Por qué en tierras tan alejadas unas de otras como sus culturas se llega a soluciones creativas parecidísimas?. ¿Cómo se desarrollaron las técnicas -en especial, las de fundición- que lo hicieron posible?. ¿Será que, aun sin contacto entre ellos, los Hombres tienen un espíritu común que les hace responder artísticamente de la misma manera en cualquier época?; ¿será tan fuerte ese espíritu que les lleva a imaginar y desarrollar las mismas soluciones técnicas, aun cuando no haya existido comunicación entre sus culturas?.


Oni Obalufon
Tercer rey de Ifé
Cobre - 29,5 centímetros de altura

Las obras en bronce y terracota de Ifé (del XII al XV d.C.) muestran tal habilidad técnica y están representadas de forma tan natural que en un principio, aunque erróneamente, se consideró que estaban inspiradas en las de la Grecia clásica. Si bien parece cierto que entre los grandes movimientos migratorios africanos, provocados por hambruna a consecuencia de enormes sequías, gentes del área del Nilo descendieron hacia el Cuerno de África en un periodo impreciso antes de nuestra era y desde allí, evitando el sur del Sahel, alcanzaron los territorios del Golfo de Guinea, no está demostrado que trasladasen ni las técnicas ni los conceptos artísticos clásicos.

Busto de Lajuwa
Terracota - XII al XIV a.D.

Lo que permanece oscuro, hoy por hoy, son ciertos detalles iconográficos... ¿Qué sentido tienen los surcos verticales que adornan la piel de muchas figuras?; ¿son escarificaciones rituales de una familia reinante?, ¿representan convencionalmente las cintas que, en los tocados regios yorubas, ocultan la cara del monarca a la vista de los súbditos?. ¿Para qué servían los agujeros que presentan en la cara ciertas cabezas?; ¿para colocar mechones de cabellos, o ciertos velos o adornos simbólicos, de manera que pareciesen más reales?.

Rostro en terracota
entre 1100 y 1500

Y, sobre todo, sigue siendo un misterio el objetivo de estas obras. Unas, son máscaras -llevan agujeros bajo los ojos para que el portador pudiera ver, de modo que pudiera llevarla en funerales o procesiones sin estozolarse, como hacían los romanos con las imágenes en cera de sus antepasados-. Otras, en cambio, serían objeto de adoración en los santuarios, puesto que los monarcas adquirían carácter divino a su muerte, y cabe la posibilidad de que muchas fuesen creadas pensando en los rituales de culto a la monarquía; algo así como maniquíes para sostener las coronas y otros objetos simbólicos del Oni. Pero ¿pasaron a menudo de un uso a otro, como sabemos que ocurrió en algún caso aislado?. No lo sabemos... Solo podemos suponer.

Cabeza de Oni
siglos XII al XV

Tantas dudas acarrean otras, acaso de mayor entidad, que afectan a la concepción del propio artista: las caras muestran una plástica blanda y orgánica, realista en apariencia, pero resultan tan ideales como las que esculpió Praxíteles y se basan, sin duda, en un prototipo mental perfecto; esto podría ponerse en duda en el caso de alguna terracota, pero no en el de los bronces. O el artista de Ife, como su contemporáneo románico cuando tallaba un sepulcro, quería idealizar a un jefe u Oni muerto para darle el aspecto intemporal del más allá, o se planteaba sólo la idea abstracta del monarca como hombre supremo, sin pensar en su identificación con una persona concreta.

Cabeza de reina
siglos XII al XV

Ifé rompe por completo con la estética africana tradicional. Sus superficies onduladas, con blandas musculaturas y mirada perdida, evocan ese curioso gusto por el naturalismo que a veces surge en las culturas más apartadas del planeta, desde la del Indo hasta la de Akkad, sin olvidar ciertas figuras olmecas de México: se trata de actitudes puntuales, aisladas, que no llegan a crear una tradición como en Egipto y Grecia, y que pronto se diluyen en los convencionalismos estilísticos del ambiente en que nacen.

De cualquier forma, pasado este momento genial y fugaz, que cabe calificar de "milagro de Ife", por analogía con el tan conocido "milagro griego", se advierte que, ya desde el siglo XIII, las formas onduladas, táctiles y suaves, van dejando paso a una progresiva esquematización, a la vez que decae el uso del bronce y la terracota recobra su práctico monopolio .

En este punto, diluido el arte "clásico" de Ifé, podemos volver a preguntarnos: ¿Por qué?; ¿por qué se dio ese estilo en aquel momento y territorio?. No lo se...


jueves, 1 de octubre de 2009

El color de la mirada

En la primera clase sobre el Arte del África Negra, el profesor nos proyectó una serie de imágenes de escarificaciones y otras decoraciones corporales de diversos pueblos africanos, que originaron comentarios variados, que iban desde el tipo "¡qué primitivos!" al de "¡qué bestias!", con alguno que sonaba algo así como "¡qué fuerte!", muestra esta de profunda riqueza verbal.

Cuando consiguió el ambiente deseado, sin hacer comentario alguno, comenzó a proyectar fotografías de adornos e indumentarias actuales, tomadas en ciudades del que denominaremos "Primer Mundo". Se hizo un silencio sepulcral. Veíamos lo mismo o peor que lo que habíamos visto, pero con una característica esencial: resultaba artificial.

Y es que el Arte del África Negra no se centra en la estética, en la búsqueda de la belleza o en producir una sensación determinada, como el nuestro, sino que es un Arte Utilitario que nace del significado que tiene en sus diversas culturas la existencia del hombre en la Naturaleza y los misterios de la Vida, de modo que los objetos artísticos participan en el sentimiento vital de las gentes, lo que prima sobre su apariencia.

Así, para nosotros un maquillaje tiene como finalidad esencial mejorar nuestra imagen facial; por contra, el uso de una máscara africana no pretende que la apariencia de su portador sea hermosa, sino que este desempeñe mientras la lleva un papel vital concreto que les permite entender mejor la Vida.

No quiero extenderme más. Busco que en este artículo reine la mirada. Os muestro unas fotografías de Hans Silvester sobre las gentes que habitan el territorio del río Omo, declarado Patrimonio de la Humanidad. Si queréis saber lo que me han sugerido, iniciad su descarga o abrirlas en otra pestaña, y ver los títulos que les he dado. Y como siempre, podéis ampliar clicando sobre ellas.


Silvia soñó... Imaginó una fogata, el cielo cubierto de estrellas y un anciano de la tribu contando la historia del río. Los niños representaban una especie de danza. Sonido, luz, olores...



En los amaneceres del mundo, el Rocío de la Mañana conoció a Lluvia y se enamoraron. Y fruto de ese amor, nació Omo. Omo era un niño curioso que quería correr, inquieto, viendo lo que había fuera de su hogar, pero los dioses sabían que aún era demasiado joven para recorrer el mundo de los primeros días, por lo que le dejaron al cuidado de la vieja Montaña....



Pero Omo bullía, queriendo saber que aventuras le esperaban fuera del manto protector de Montaña. Así que una noche, mientras Montaña dormitaba, Omo burló su vigilancia y saltando por encima de ella, comenzó a correr rápidamente....



Era tal su premura, que no vio a Tierra, que hablaba tranquilamente con Cielo y chocó contra ella. Omo quedó inmediatamente prendado de aquella donde germinaba la vida.....



Omo se acercaba a la niña Tierra, pero ésta parecía ignorarlo. Como el chiquillo que era, Omo se enfurecía y corría salvaje en busca de su amada; unas veces atacándola, otras buscando sus caricias, llamando su atención sin éxito....



Madre Lluvia, atenta al dolor de su hijo se acercó a él.
- Hijo querido, si quieres conquistar a Tierra, mi hermano Sol y yo te ayudaremos; pero es necesario que pongas algo de ti..
Y dicho esto, cogió los cabellos de su hijo y los cortó para tejer un traje que ofrecer a Tierra....



Tierra, agradecida al recibir aquel traje, en el que la luz brillaba en el agua, sonrió a Omo y le pidió que caminaran juntos. El traje de Tierra cambiaba de color, según iba pasando los días junto a Omo; algunos parecía un manto verde y los brotes le hacían cosquillas en las piernas, mientras que otros se cubría de frutos y flores de colores extraños...