Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

domingo, 14 de diciembre de 2014

La verdad


Hacia el fin del Adviento, preparación y anticipo de Navidad, tras encender las velas del amor, de la paz, de la tolerancia y de la fe, que acabarán consumidas -bien lo sé-, pero que renacerán una y otra vez en días venideros, quiero transmitirles algo. Con torpeza, pero algo que voy entendiendo con los años...

Sea cual sea el ambiente en que cada uno vive, sea cual sea la capacidad económica de la que dispone, sea cual sea aquello en lo que cree -o no cree, que es también una forma de fe-, sean cuales sean las circunstancias del momento, sea lo que sea, lo cierto es que se reúnen las gentes en busca sentirse unos a otros. Proclamamos deseos de Paz -con mayúscula- y Felicidad -también- que después no ponemos en práctica. Es cierto..

El primer paso es la Familia. Y no he encontrado un árbol más adecuado a lo que digo que el que veis. Está en todas las casas, no deja de ser esencia de hogar -nunca mejor dicho- y muestra de que a la postre todos limpiamos junto a otros la suciedad.

Nos reunimos. En familia. Con nuestras cosas, que muchas veces... Pero nos reunimos. Y se sonríe más lo lo que es habitual. Está bien... Nos acercamos en busca de calor, de lo que únicamente podemos tener a través de otros: Humanidad. Fracasamos, si, pero retornamos a lo mismo. Y es que somos Hijos de Amor y siempre iremos en su busca. Rabiando, negándolo. Pero en su busca. Lo necesitamos. Sin Él dejamos de Ser.




PAZ Y ESPERANZA

jueves, 11 de diciembre de 2014

Ese instante...

Negro Rojo Negro
Mark Rothko - 1968
Óleo y papel encolado sobre lienzo - 83 x 65 cm
Colección Abelló


Me siento raro. Este artículo no es más que el relato de algo que me ha sucedido, mientras que el resto de los que contiene la etiqueta Arte de este blog exponen mi opinión sobre un autor u obra concretos, o me sirvieron de apoyo para mostrar lo que sentí en algún momento. Y no sé bien como enfocarlo, pues inevitablemente tengo que hablar de mí y no es fácil. Creo que lo mejor será contarles lo que me ha ocurrido en el mismo orden que pasó, trasladarles lo que dije e intercalar mis sensaciones. A ello pues.

He visitado alguna exposición estos días. En una de ellas estaba la pintura que encabeza este artículo. Recorrí las salas despacio, sin dedicar atención a los cartelitos que aclaran obra, autor y alguna otra cosa. No piensen que lo hago ni por soberbia ni por tener gran conocimiento del Arte, sino porque lo único que busco son sensaciones, placer, pinceladas, cromatismos, composición,...; que la obra sea de no sé quien o se titule no sé como me resulta indiferente. Por experiencia, estoy convencido de que la mejor manera de asimilar algo es el placer que proporciona lo que sea.

Tuve mala suerte, pues mi visita coincidió con una guiada de un grupo numeroso. Para quien como yo busca contemplar y dejar que algo le penetre, oír, quiera o no, el sonsonete de sus datos no resulta agradable. Comprendo y apoyo la visita guiada, pero creo que debería realizarse en un horario distinto al del espectador puro y duro. Así que en lugar de seguir la disposición de las obras en el orden en que el comisario de la exposición las había situado, para que quien las contemplase pudiera escuchar como dialogan entre ellas en silencio, fui de aquí para allá evitando coincidir con el grupo y las explicaciones de la guía.

Permítanme hacer un inciso para aclarar lo del diálogo. Las obras se exponen con algún criterio, sea el cronológico, que nos permite comprobar la evolución pictórica, sea mediante secuencia de estilos, por lo mismo de antes y porque nos ayuda a escuchar los lenguajes visuales que los artistas han desarrollado para expresarse, sea, en fin, oponiendo obras de épocas tan distintas que su confrontación nos obligue a aceptar que el Arte lo es en si mismo con independencia de su técnica. Así, en la exposición a la que me refiero podían verse, sin moverse de un punto concreto, un Greco girando la vista a la derecha y un Bacon haciéndolo a la izquierda.

Sigo. Decidí adelantarme y centrarme en la contemplación de un cuadro, el de la imagen que abre este artículo. Frente a él había un banco vacío y me senté para entregar mi mirada a la pintura y dejar que esta me hablase.. El Arte no habla sin parar; está silencioso, luego, cuando quiere susurra algo, luego calla y puede que no hable más. Y hay veces que te arrolla y se abre....

Al rato llegaron la guía y su gente. Ella se colocó a un lado del cuadro, el grupo lo hizo en semicírculo alrededor y me quedé sentado en el centro de este y sin nadie delante. La guía comenzó diciendo que estaba ante el segundo cuadro más valioso de la exposición -gran detalle artístico-, pues el Bacon aún era más caro. Apasionante. Aclaró luego que Rothko sabía pintar bien -¡sorprendente!- a pesar de lo que se podía pensar al ver la obra. Comentó que el banco estaba puesto precisamente allí porque era una obra que exigía dedicarse a contemplarla durante un buen rato y habían pensado que el banco invitaba a hacerlo, y preguntó si aquella pintura le gustaba a alguien.... Silencio general.

Nueva pregunta. ¿Quizá le guste al caballero que está sentado?. Y el caballero contestó con un movimiento afirmativo de su cabeza. Sonrisa de la guía.. ¿Quiere explicarnos por qué?. Suspiré con suavidad y me levanté lentamente; avancé y me coloqué junto a la pintura, en el lado contrario al que estaba la guía. Y hablé...

Negro, rojo, negro. Color. Aparentemente no hay más. Una banda roja situada sobre un fondo negro que la desborda hacia arriba y hacia abajo. Negro, suma de todo color. Cromatismo puro. ¿Qué es la pintura, color, dibujo?. La pintura, el Arte, es un lenguaje; hay quien logra jugar con las palabras tan maravillosamente que es capaz de mostrar a los demás lo que siente. Otros lo hacen con sonidos, con la música. Pero hay quien no tiene habilidad ni con la palabra ni con el sonido. Con todo, necesitan expresarse. Sienten y lo hacen con pasión.

Recurren a otro tipo de lenguaje. El Arte. Como cualquiera de nosotros, intentan trasladar sentimientos, tristezas, odios, amores, dolor, ... Y sus manos describen mediante trazos y colores. Fíjense.. El rojo es el color de la sangre, de la vida; reparen en que los bordes están deshilachados.. Esa banda es como un reflejo de la existencia; a veces intensa, a veces desgarrada. Pero la vida no es solo pasión, grandes experiencias, felicidad; vivir es también sumar momentos de dolor, de preocupación, de duda sobre lo que nos espera. Y a mis años les aseguro que hay felicidad, pero mucho esfuerzo, grandes tristezas, ..; negruras, en fin. El cuadro no es más que nuestra vida. La de cualquiera. Nosotros ponemos los detalles. Algo así como contemplar el fuego en una noche de invierno mientras estamos solos. Y hay que ser un artista enorme para llevarnos a ella mediante dos colores, rojo y negro.

En estas una señora me preguntó: ¿Cómo le gusta vivir?. Mire usted, respondí, hay dos maneras de vivir; imagínese que la vida es un río. Puede sentarse a verla pasar y apreciar cuanto sucede ante sus ojos; pero también puede desnudarse, bajar, entrar en el agua y viajar con la corriente experimentando cuanta le ocurra durante la travesía. Me miró y comentó: Ya sé cual es la suya; y sonrió.

Y ante mi sorpresa y cierto desconcierto, la sala entera comenzó a aplaudir. Alcancé a ver como me miraban dos mujeres jóvenes, emocionadas y sonrientes. La guía aplaudía más que nadie mientras repetía: No estaba preparado, ¿eh?. Les aseguro que me quedé parado, sin saber que hacer. Quizá fue eso que dicen mi momento de gloria.