Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

martes, 30 de agosto de 2005

"Marujas"...

Cuando escribí el artículo sobre las obras de Duane Hanson quise provocar a quienes lo leyesen; tanto a las mujeres como a los hombres... Guste o no, la mujer y el hombre aportan matices, pero la vida humana la escriben únicamente las personas. La mujer y el hombre tienen cada uno sus particularidades, sus espacios y sus momentos, pero sólo es posible entender la existencia sí la contemplamos como algo único, como un conjunto, en toda su riqueza y diversidad.
¿Y qué quería provocar?. Poco, muy poco, que este "blog" es muy humilde y su autor no se engaña.
Las mujeres de Hanson existen; como a otras muchas personas, les ha vencido la vida.. Disponen de muchas más cosas que las que tienen quienes viven en paises más pobres (aunque pocas pobrezas hay tan clamorosas como las que pueden verse en los Estados Unidos), pero su ánimo está abotargado, henchido de materialidad, y abúlico, tan carente de expectativas que se ha emborrachado de tristeza.
Creo que esa situación no se supera con bonitas palabras o sesudos razonamientos. Las personas somos muy miedosas; nos asustan los cambios; no dejamos de ser animales en busca de un cubil seguro.. Y queremos conservar de tal modo lo que conocemos, nuestro pequeñísimo mundo, que nos olvidamos de catar las maravillas de la vida...
Creí que debía provocar.. Dejar de ser amable, agredir con la imagen y la palabra... Quizás, así, algún lector, al revolverse contra mis comentarios, resquebrajaría la cáscara de convencionalismos que protege su mente....
Además, eso es precísamente lo que hace el Arte... Provocar... Por eso quienes se sienten incómodos ante lo distinto no lo disfrutan.
Al grano.. Permitidme que escriba sobre ellas, pues al hacerlo lo hago también sobre ellos.... Quizás caricaturice algo...., o puede que me quede corto.. Es sólo un boceto. ¡Quién sabe!.
Cuando era niño, recuerdo a las marujas (pues así se conoce en España a las amas de casa) hablando entre ellas asomadas a las ventanas del patio de la casa; trataban de sus cosas, de los precios del mercado, de lo difícil que es llegar a fin de mes, de algún pequeño escándalo, de la vida de alguna princesa de revista..
Pocas, muy pocas, trabajaban fuera de su casa y las que lo hacían solían tener trabajos modestos. No habían estudiado mucho y carecían de cualquier preparación laboral ajena a la del hogar.
Las habían orientado a que el matrimonio era su meta vital. Vivían más de ilusión que de amor. Su desconocimiento sexual era aterrador; en la mayoría de los casos, el sexo se reducía a la obsesión de llegar vírgenes al matrimonio y, una vez casadas, a soportar la premura y la ignorancia de su marido.
Trabajaban a destajo en provecho de su familia. Eran las últimas en derechos y las primeras en obligaciones. Cada día repetían las mismas tareas, casi sin variación alguna, año tras año. La palabra vacaciones les era desconocida, pues siempre hay que cocinar, lavar, limpiar... Quizás por eso sabían disfrutar tan bien de cualquier pequeño descanso, del simple momento en el que no había nada que hacer...
Eran la parte más débil de la familia. Su marido ganaba dinero y conocía el mundo; sus hijos eran el futuro; ellas..., las culpables de los fracasos, el capacico de las hostias... Pocas, muy pocas sonrisas, gracias y te quieros han recibido...
Y, un día, sus hijos, ya mayores, se iban de casa; con su marido había hablado todo lo que tenía que hablar..; y las tareas domésticas, pura monotonía, decrecían..
Un día tuvo que contestar una encuesta.. Buscó donde marcar en el apartado "actividad".. Se encontró...: "Sin ocupación conocida, enfermos, oligofrénicos, amas de casa y similares".
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¿Quién se atreve a despreciar a "Supermarket Lady" o a mi "Mujer Realizada descansando"?. Ahora, además, ellas trabajan fuera del hogar; la mayoría, en labores repetitivas, alienantes... Han realizado un sueño: Ya son masa laboral, pura y dura; burros de carga, como sus hombres..