Vive al otro lado de la calle, en un piso frente al mío. Comparten la vivienda dos familias; mujeres y niños, que hombres no aparecen por balcones y ventanas. En su casa hay de todo; a veces gritos, en ocasiones llanto, siempre vida compartida. Y para los niños, más besos y achuchones que otra cosa.
Hora en que las gentes tienden en domingo a recogerse en sus hogares. Salía yo de casa para comer en un restaurante y ella dejaba su portal para subir al taxi que la esperaba. Pantalón rojo de punto, de no se cuantas tallas menos que la propia; chaqueta blanca inabrochable; tripa al aire, que deja descolgada la barriga flácida de quien parió y que no cubre una especie de corpiño escotado de la misma talla que el pantalón.
Solo son unos instantes, pero contemplo su cara. Piel morena, suave y cálida, cabello azabache, ojos de almendra, cuerpo regordete. Su gesto revela premura, que sabe que el tiempo la alcanza; tanto niño.. Y el cliente apremia, que de eso come y el dinero de la limpieza no alcanza; ella y toda su familia.
No hay cansancio, no hay asco, no hay pasión en su mirada. Solo necesidad de trabajar.. ¡Qué cosas digo!; trabajar.. ¿Qué es un trabajo, lector, qué es?. ¿Realizarse, aprender cosas nuevas, triunfar, progresar socialmente, acumular, ..?. Para mucha gente, un trabajo es un milagro y si encima permite comer y cosas así, ¡la de Dios!.
Así que la llaman puta.. Será que es mujer y no tiene tanta fuerza como quien así la califica con desprecio; que muchos tienen por única capacidad la de vomitar veneno, ya que carecen de toda esperanza. Que ciscarse en los débiles es fácil y lamer el culo al poderoso, útil. ¿Cuanta gente, ayer, hoy y mañana, ha llegado a tener futuro gracias a la entrega de sus mayores?. Entrega.., la que sea; que las generaciones que me precedieron se partieron el alma, sin admitir depresión ni sobrepeso.
He comido muy bien. Recorro el paseo, hoy casi vacío, hacia el lugar donde tomaré café. Junto a los grandes almacenes, cerrados, contemplo a un hombre con un viejo abrigo gris sentado en un banco. Si no es indigente le falta poco, aunque no presenta abandono.
Su mirada está soldada al suelo del paseo que se extiende ante sus pies. Revolotean palomas, esas ratas con alas, amantes de toda miseria urbana. Y el hombre gris de pelo rubio y sucio quiebra con sus dedos, despacio, muy despacio, unas galletas maría que echa sin fuerza a las palomas, que picotean los pedazos ignorantes de toda soledad. Cuando paso a su lado alza la mirada y nuestros ojos se encuentran.. Lasciate ogne speranza
Hora en que las gentes tienden en domingo a recogerse en sus hogares. Salía yo de casa para comer en un restaurante y ella dejaba su portal para subir al taxi que la esperaba. Pantalón rojo de punto, de no se cuantas tallas menos que la propia; chaqueta blanca inabrochable; tripa al aire, que deja descolgada la barriga flácida de quien parió y que no cubre una especie de corpiño escotado de la misma talla que el pantalón.
Solo son unos instantes, pero contemplo su cara. Piel morena, suave y cálida, cabello azabache, ojos de almendra, cuerpo regordete. Su gesto revela premura, que sabe que el tiempo la alcanza; tanto niño.. Y el cliente apremia, que de eso come y el dinero de la limpieza no alcanza; ella y toda su familia.
No hay cansancio, no hay asco, no hay pasión en su mirada. Solo necesidad de trabajar.. ¡Qué cosas digo!; trabajar.. ¿Qué es un trabajo, lector, qué es?. ¿Realizarse, aprender cosas nuevas, triunfar, progresar socialmente, acumular, ..?. Para mucha gente, un trabajo es un milagro y si encima permite comer y cosas así, ¡la de Dios!.
Así que la llaman puta.. Será que es mujer y no tiene tanta fuerza como quien así la califica con desprecio; que muchos tienen por única capacidad la de vomitar veneno, ya que carecen de toda esperanza. Que ciscarse en los débiles es fácil y lamer el culo al poderoso, útil. ¿Cuanta gente, ayer, hoy y mañana, ha llegado a tener futuro gracias a la entrega de sus mayores?. Entrega.., la que sea; que las generaciones que me precedieron se partieron el alma, sin admitir depresión ni sobrepeso.
He comido muy bien. Recorro el paseo, hoy casi vacío, hacia el lugar donde tomaré café. Junto a los grandes almacenes, cerrados, contemplo a un hombre con un viejo abrigo gris sentado en un banco. Si no es indigente le falta poco, aunque no presenta abandono.
Su mirada está soldada al suelo del paseo que se extiende ante sus pies. Revolotean palomas, esas ratas con alas, amantes de toda miseria urbana. Y el hombre gris de pelo rubio y sucio quiebra con sus dedos, despacio, muy despacio, unas galletas maría que echa sin fuerza a las palomas, que picotean los pedazos ignorantes de toda soledad. Cuando paso a su lado alza la mirada y nuestros ojos se encuentran.. Lasciate ogne speranza
Puta soledad