Y sí aprender es vivir, tenemos que encontrar el modo de instruirnos. A mi edad y con mi experiencia, no creo en la formación autodidacta; es posible que un autodidacta ofrezca ciertos resultados en un campo determinado, pero no estoy escribiendo sobre lo que cada uno puede hacer sino sobre el nivel intelectual que cada persona es capaz de alcanzar.
La preparación intelectual de un individuo no puede dejerse al azar. Debe y tiene que ser sistemática. Y para que sea así, otro individuo tiene que ser su maestro.
(Maestro.. ¡Qué palabra más bella!, ¡qué tarea tan hermosa!. Sólo los ignorantes llenos de complejos y de manías creen que ser maestro es poca cosa, y quieren llamarse de otra forma, sin darse cuenta de que el desprecio hacia el maestro no está en la palabra sino en su mentalidad, en ellos mismos, en que carecen de pasión por enseñar y no soportan sus penurias.
¿O acaso creen que existe alguna pasión, que genere entrega hacia los demás, que proporcione prestigio social y dinero?. ¡Pobres infelices!).
Hay dos clases de pobres, a mi entender: Los hombres pobres y los pobres hombres (Y advierto que pertenezco a la cultura clásica, aquella que se arrastra desde la humanidad más primitiva, en que HOMBRE somos todos los miembros de esta especie única, sin distinción de sexo. Nosotros, los seres, los iguales, los dueños de la risa y de la lágrima, los que poseemos el lenguaje complejo, nosotros..).
Pues bien, los primeros carecen de medios materiales. Conozco y he convivido con personas que eran analfabetas absolutas a los 14 años, y cuya actividad había sido el pastoreo de cabras; les he visto licenciarse en una universidad y a uno tuve el placer de atenderle como ministro. Esfuerzo, esfuerzo y sacrificio. Como decia sir Winston Churchill, "sangre, sudor y lágrimas".
Los segundos, los pobres hombres, carecen de energía espiritual. Quieren poseer lo que no tienen, pero no son capaces de esforzarse lo suficiente para conseguirlo. Así, dan una gran importancia a los títulos, "a los papeles", pues son la única muestra que tienen a su disposición que les permite sentir que son..
Por contra, para quien peleó día a día por ser, el título es un recordatorio de lo aprendido, de su sacrificio, de alegrías y sinsabores, del esfuerzo entregado.. Pero nunca es un valor en si mismo.
Los pobre hombres consideran que hay que poner los títulos al alcance de todos. ¡No, por Dios!. Lo que hay que poner al alcance de todos es la posibilidad de aprender. El aprobado, el apto, tiene que ser, exclusivamente, el reconocimiento público del esfuerzo y de la capacidad intelectual.
¡Pobre España!. En poder de pobres hombres.. Generaciones enteras trituradas. Autocomplacencia.. Nos manifestamos, ergo existimos. Somos mayoría, ergo tenemos razón.. Pues mire usted, la mayoría más mayor que conozco es la mosca verde; se alimenta de mierda.
Así que echen una mirada a la clasificación universitaria que les ofrece el enlace final. Se trata de una evaluación de la capacidad de investigación de sus docentes. Y estén seguros de que sólo enseña quien investiga; el resto se dedica a repetir, no abre camino al pensamiento ní a la duda.
Y quien no se entrega a la ciencia será siempre un esclavo. De la ignorancia y de los poderosos.
La preparación intelectual de un individuo no puede dejerse al azar. Debe y tiene que ser sistemática. Y para que sea así, otro individuo tiene que ser su maestro.
(Maestro.. ¡Qué palabra más bella!, ¡qué tarea tan hermosa!. Sólo los ignorantes llenos de complejos y de manías creen que ser maestro es poca cosa, y quieren llamarse de otra forma, sin darse cuenta de que el desprecio hacia el maestro no está en la palabra sino en su mentalidad, en ellos mismos, en que carecen de pasión por enseñar y no soportan sus penurias.
¿O acaso creen que existe alguna pasión, que genere entrega hacia los demás, que proporcione prestigio social y dinero?. ¡Pobres infelices!).
Hay dos clases de pobres, a mi entender: Los hombres pobres y los pobres hombres (Y advierto que pertenezco a la cultura clásica, aquella que se arrastra desde la humanidad más primitiva, en que HOMBRE somos todos los miembros de esta especie única, sin distinción de sexo. Nosotros, los seres, los iguales, los dueños de la risa y de la lágrima, los que poseemos el lenguaje complejo, nosotros..).
Pues bien, los primeros carecen de medios materiales. Conozco y he convivido con personas que eran analfabetas absolutas a los 14 años, y cuya actividad había sido el pastoreo de cabras; les he visto licenciarse en una universidad y a uno tuve el placer de atenderle como ministro. Esfuerzo, esfuerzo y sacrificio. Como decia sir Winston Churchill, "sangre, sudor y lágrimas".
Los segundos, los pobres hombres, carecen de energía espiritual. Quieren poseer lo que no tienen, pero no son capaces de esforzarse lo suficiente para conseguirlo. Así, dan una gran importancia a los títulos, "a los papeles", pues son la única muestra que tienen a su disposición que les permite sentir que son..
Por contra, para quien peleó día a día por ser, el título es un recordatorio de lo aprendido, de su sacrificio, de alegrías y sinsabores, del esfuerzo entregado.. Pero nunca es un valor en si mismo.
Los pobre hombres consideran que hay que poner los títulos al alcance de todos. ¡No, por Dios!. Lo que hay que poner al alcance de todos es la posibilidad de aprender. El aprobado, el apto, tiene que ser, exclusivamente, el reconocimiento público del esfuerzo y de la capacidad intelectual.
¡Pobre España!. En poder de pobres hombres.. Generaciones enteras trituradas. Autocomplacencia.. Nos manifestamos, ergo existimos. Somos mayoría, ergo tenemos razón.. Pues mire usted, la mayoría más mayor que conozco es la mosca verde; se alimenta de mierda.
Así que echen una mirada a la clasificación universitaria que les ofrece el enlace final. Se trata de una evaluación de la capacidad de investigación de sus docentes. Y estén seguros de que sólo enseña quien investiga; el resto se dedica a repetir, no abre camino al pensamiento ní a la duda.
Y quien no se entrega a la ciencia será siempre un esclavo. De la ignorancia y de los poderosos.