Me pides amiga una receta económica y la sabes también como yo, como la sabe cualquiera. Un Estado es exactamente igual que la casa de una familia, como la Economía es lo mismo que administrar los cuatro cuartos de un hogar. El resto.., palabrería para sacar la manteca a los pobres de espíritu.
De entrada, los que vivan en la misma casa y ganen un jornal, tienen sus obligaciones y si les parece mal, ¡puerta!; eso si, sin ayuda del lugar que no quisieron, ni beneficiarse de los amigos y apoyos que tiene su familia, ya que si tan listo y chulo eres, qué menos que demostrarnos que eres capaz de vivir y hacerlo todo mejor aislado, sin compartir cosa alguna y despreciando a todo bicho viviente.
De aquellas obligaciones, la primera es contribuir a los gastos comunes en proporción a estos, al importe de su salario y a si dependen de ellos pareja e hijos o son solteros; y la segunda deriva del cariño, propio entre gentes bien nacidas y más si lo hicieron de los mismos padres, y consiste en ir más allá de la primera obligación y atender aún más a los que conviviendo con ellos lo necesiten en mayor medida para poder tener un futuro digno, como ellos han logrado, para poder ganarse las habichuelas el día de mañana. Que una familia es cosa de iguales y no de putas por rastrojo, servidores ni esclavos.
Lógicamente, la combinación de ambas obligaciones exige todo esfuerzo que cualquiera pueda dar en cada momento y como en toda vida hay etapas de aprendizaje y otras, luego, de aplicar lo aprendido, quien tenga brazos, manos y entendederas para ganar el sustento está obligado a hacerlo -donde sea y en lo que sea, guste o no, cerca o lejos, huela a mierda o a flores-, debiendo despreciar y mover a patadas en el culo a todo aquel que, pudiendo trabajar, sangre a los demás. El resto son necesidades propias de la convivencia y son las procedentes de todo el que no sea fillo da puta o mire do través.
Con eso, se atiende como una sola cosa a todo lo necesario; se puede razonar y llegar a acuerdos, claro, pero al final solo puede haber una decisión, pues si más hubiese sería cosa de piara. Y así, habrá un solo comedor, una sola despensa y una sola cocina, que parece ruindad que quien tenga un chorizo lo coma sola hasta cagarse vivo y no lo comparta con sus hermanos. Es lógico y sensato, además de gastar lo debido y huir de la demasía, que cada pieza pensada para el servicio común de la casa sea utilizada por todos y no que cada uno tenga la propia por el simple orgullo pecaminoso de distinguirse; solo en casa de babiones hubiera siete planchas para planchar siete pantalones merdoleros en siete días diferentes.
El límite lo impone la razón y el sentido de las cuentas. Sean cuantos sean los reales que entren todos los meses, esas son las perras habidas y gastar más es prodigalidad e insensata locura, pues arriesgamos el día de mañana, cuyas circunstancias desconocemos, y cargamos de deudas a nuestros hijos, hipotecando su futuro. Bien es cierto que nadie debe morir de hambre un día si sabe con certeza que cobrará al siguiente y es de razón usar el fiao, pero teniendo muy claro que toda deuda debe pagarse, pues en caso contrario el casero nos pone en la calle y el acreedor nos forra a hostias.
Por eso es bueno, tras la matancía, guardar chorizos, untos y morcillas para el día de mañana, que ya dijo Nuestro Señor a través del gran profeta José que tras siete años de riqueza acaecen otros tantos de vacas flacas. Y, por la gracia de Dios, así ha ocurrido durante miles de años. En consecuencia, es ley del Señor usar nuestros talentos e invertir lo poco que tenemos para obtener el máximo provecho y para ello no hay mejor sistema que de aquello que entra todos los meses en la casa guardar una miajica y dedicarla al futuro.
Y precisamente porque es ley de Dios, guarda de nuestros huesos cuando sean viejos y futuro de quienes nos siguen, esa inversión no debe guiarla ni la avaricia ni la soberbia, sino ha de consistir en algo que produzca más bienes reales y no vanas palabras y adornos que se evaporan como el humo.
Y para terminar, añadiré que aunque me gusta que la gente vaya escoscada, como dicen en Aragón a quien brilla gracias al agua y al jabón, y que tenga buena presencia, la imagen no hace bocadillo; por si no lo entiendes, que una mierda será siempre una mierda por muy de diseño que sea. Aunque si te gusta ser un comemierdas.... ¡Se moderno!
De entrada, los que vivan en la misma casa y ganen un jornal, tienen sus obligaciones y si les parece mal, ¡puerta!; eso si, sin ayuda del lugar que no quisieron, ni beneficiarse de los amigos y apoyos que tiene su familia, ya que si tan listo y chulo eres, qué menos que demostrarnos que eres capaz de vivir y hacerlo todo mejor aislado, sin compartir cosa alguna y despreciando a todo bicho viviente.
De aquellas obligaciones, la primera es contribuir a los gastos comunes en proporción a estos, al importe de su salario y a si dependen de ellos pareja e hijos o son solteros; y la segunda deriva del cariño, propio entre gentes bien nacidas y más si lo hicieron de los mismos padres, y consiste en ir más allá de la primera obligación y atender aún más a los que conviviendo con ellos lo necesiten en mayor medida para poder tener un futuro digno, como ellos han logrado, para poder ganarse las habichuelas el día de mañana. Que una familia es cosa de iguales y no de putas por rastrojo, servidores ni esclavos.
Lógicamente, la combinación de ambas obligaciones exige todo esfuerzo que cualquiera pueda dar en cada momento y como en toda vida hay etapas de aprendizaje y otras, luego, de aplicar lo aprendido, quien tenga brazos, manos y entendederas para ganar el sustento está obligado a hacerlo -donde sea y en lo que sea, guste o no, cerca o lejos, huela a mierda o a flores-, debiendo despreciar y mover a patadas en el culo a todo aquel que, pudiendo trabajar, sangre a los demás. El resto son necesidades propias de la convivencia y son las procedentes de todo el que no sea fillo da puta o mire do través.
Con eso, se atiende como una sola cosa a todo lo necesario; se puede razonar y llegar a acuerdos, claro, pero al final solo puede haber una decisión, pues si más hubiese sería cosa de piara. Y así, habrá un solo comedor, una sola despensa y una sola cocina, que parece ruindad que quien tenga un chorizo lo coma sola hasta cagarse vivo y no lo comparta con sus hermanos. Es lógico y sensato, además de gastar lo debido y huir de la demasía, que cada pieza pensada para el servicio común de la casa sea utilizada por todos y no que cada uno tenga la propia por el simple orgullo pecaminoso de distinguirse; solo en casa de babiones hubiera siete planchas para planchar siete pantalones merdoleros en siete días diferentes.
El límite lo impone la razón y el sentido de las cuentas. Sean cuantos sean los reales que entren todos los meses, esas son las perras habidas y gastar más es prodigalidad e insensata locura, pues arriesgamos el día de mañana, cuyas circunstancias desconocemos, y cargamos de deudas a nuestros hijos, hipotecando su futuro. Bien es cierto que nadie debe morir de hambre un día si sabe con certeza que cobrará al siguiente y es de razón usar el fiao, pero teniendo muy claro que toda deuda debe pagarse, pues en caso contrario el casero nos pone en la calle y el acreedor nos forra a hostias.
Por eso es bueno, tras la matancía, guardar chorizos, untos y morcillas para el día de mañana, que ya dijo Nuestro Señor a través del gran profeta José que tras siete años de riqueza acaecen otros tantos de vacas flacas. Y, por la gracia de Dios, así ha ocurrido durante miles de años. En consecuencia, es ley del Señor usar nuestros talentos e invertir lo poco que tenemos para obtener el máximo provecho y para ello no hay mejor sistema que de aquello que entra todos los meses en la casa guardar una miajica y dedicarla al futuro.
Y precisamente porque es ley de Dios, guarda de nuestros huesos cuando sean viejos y futuro de quienes nos siguen, esa inversión no debe guiarla ni la avaricia ni la soberbia, sino ha de consistir en algo que produzca más bienes reales y no vanas palabras y adornos que se evaporan como el humo.
Y para terminar, añadiré que aunque me gusta que la gente vaya escoscada, como dicen en Aragón a quien brilla gracias al agua y al jabón, y que tenga buena presencia, la imagen no hace bocadillo; por si no lo entiendes, que una mierda será siempre una mierda por muy de diseño que sea. Aunque si te gusta ser un comemierdas.... ¡Se moderno!