Lo primero que he hecho es etiquetar el artículo. Puede que sea lo único que tengo claro sobre aquello que voy a escribir. Y para empezar, recordaré que si cada artículo de este blog es ininteligible si no se fusiona lo que escribo con los comentarios de quienes lo leen, este exige atender en mayor medida a la opinión de los lectores antes que al artículo en si.
Y así debe ser pues lo que voy a exponer son situaciones y dudas, pero no respuestas. Creo que no existen soluciones mágicas, excepto las que suministra el azar, y la vida me ha demostrado que solo se llega a conclusiones válidas cuando se trabaja en equipo y se coordinan inteligencias y experiencias.
¡A ello pues!. Esta mañana comencé a tratar con unas amigas sobre una de las situaciones que me han alterado en mayor medida y que, más tarde o temprano, nos afectan a todos: Los años finales de la vida durante los que la persona requiere asistencia.
No voy a teorizar; he vivido ese tiempo de familiares muy directos. Nadie queda ya que me anteceda. Y he experimentado cuantos errores se pueden cometer; creo. Y no he salido bien parado. Así que quien busque ejemplo en lo que sigue, va listo; aquí solo encontrará dudas, preguntas y tristeza, mucha amargura.
Quiero comenzar con alguna de las ideas que tengo claras. Los que desde ahora llamaré ancianos no cambian su personalidad; somos los demás quienes disimulamos la nuestra y al llegar al final de la existencia nos manifestamos tal cual, mostrando las cualidades, defectos, usos y costumbres que hemos acumulado con los años.
Lo que más necesita el anciano es sosiego. A quien no le queda mucho tiempo para reaccionar frente a los avatares de la vida, no se le pueden plantear problemas; ni peleas familiares -máxime cuando provienen del vano intento de establecer quien le ayuda y cuida más cariñosamente-, ni asustarle diciéndole que el ayuntamiento le va a arruinar con la contribución, ni contándole que hay problema con las pensiones... No se si me siguen.
¡Ah!; y a pesar de que los españoles consideramos que la mejor manera de que nos entiendan es dar alaridos, este sistema no ofrece buenos resultados con los ancianos. Y con los perros, tampoco.
También precisan distraerse. ¡Cómo daña el aburrimiento!. Y no digo compañía, que estoy harto de "hacer la visita" y pretender que con eso se ha hecho lo necesario. O lo debido, socialmente; que es un comportamiento que suele bastar a muchos.
Y no se como distraer a un anciano. No es fácil. La mayoría viven de, y en, sus recuerdos. Y se relacionan en función de sus intereses y conocimientos; intereses no les quedan muchos, que las limitaciones propias de la edad no lo permiten, y conocimientos solo los que acumularon, que lo de la ciencia infusa es demasiado espiritual para mis cortas entendederas.
Me dediqué a escuchar a los míos.. Una y otra vez.. Hasta que me sentía agotado..; además, en mi familia, solemos terminar con la cabeza perdida. Una y otra vez.. Y a veces no pude más; estallaba. Todo lo que he conseguido progresar intelectualmente es lo que me separaba de ellos..; ¡cruel ironía!. Y es que conversar largo y tendido requiere cierta proximidad, no solo emocional sino de conocimiento.
Y todo aquello de lo que puedo hablar, les reducía al silencio; y aquello de lo que hablaban, no originaba en mi respuesta alguna. Te sientes vacío; incapaz. Insensible.
"Nosotros nos vamos al hospital. Mamá ya no puede estar sola en su casa. Alguien tiene que ir y convencerla para que venga a la mía...
Iré yo.."
La casa es muy grande; muchas habitaciones, hoy vacías de personas y sonidos, que no de muebles, olores y recuerdos. Está sentada en su sillón orejero, en la habitación que hay al final del largo pasillo.
Era fuerte y sólida, como yo hoy. Un carácter. La veo menuda y frágil. Sonríe suavemente, con sus ojos muy abiertos. Sus cabellos, peinados belle époque..
Sonríe.. "Hola hijo, ¿qué tal?; ¿y mi hermana, está bien?". "Si; ya sabes, el hospital". No se como decírselo..; al cabo, le digo: "Aquí sola ya no puedes vivir; tendrás que ir a casa ...".
"Pero esta es mi casa hijo". Esta es mi casa, hijo......
Razoné, sonreí, camelé, me puse nervioso, irritado,... No sabía que hacer. Me sentía impotente, torpe, inútil.. Se alteró; amenacé... Si...
Al cabo.., se levantó. Se puso el abrigo.. Cogió su bolso.. Salió de su casa. Para siempre, para no volver jamás. Dejando atrás su vida, sus cosas, su cesto de costura...
En cada uno de sus pasos fui perdiendo el alma. Tanto como ella iba quedándose vacía. En silencio, ambas. Murió en silencio un año después. Sonriendo suavemente. Con los ojos abiertos y mirando hacia sus hijos.
Tengo 59 años. Y estoy llorando... Dios mío, Dios mío...
Y este animal les va a seguir contando. Creo que como no sabemos muy bien que hacer, nos dedicamos a proporcionarles toda una serie de cuidados materiales. Y a ella que aborrecía la verdura, le plantamos delante, día tras día, un plato de acelgas. "Lo ha dicho el médico".
Y un día me preguntó: "¿Quién es ese insensato?"; ¿por qué no me deja comer un bocadillo de chorizo?, ¡con lo que me gustan!". Entre verduras y paseos agotadores, amargaron sus últimos días. Y se me ocurre preguntarte doctor..: ¿Acaso tus medidas higiénico sanitarias y nutricias van a evitar que muera?. Tiene 92 años tío.. Respóndeme..: ¿Por qué no la dejamos ser dichosa?. Y si vive menos, ¿qué más da?. ¿Se estudia en la facultad la importancia de la sonrisa?. ¿O es que simplemente, tanto tú como yo, no tenemos ni idea y a falta de humana ternura proporcionamos ciencia?.
Por otro lado, recuerdo la casa familiar del pueblo. Allí nacían y morían generaciones. Sin vivir y trabajar en otro lugar. Juntos. Daba igual ser joven que viejo. Nacías donde morirías. Nadie te asistía pues todos lo hacían mutuamente. Había espacio. Y servicio que ayudaba. Y todos trabajaban juntos o muy próximos.
Pero esa sociedad ya no existe. Hoy cada persona se labra el futuro donde puede. Las familias y las generaciones están dispersas. Las costumbres dejaron de parecerse y cada hogar es un mundo diferente.
Esta sociedad nuestra tiende a ser de "maricón el último y sálvese el que pueda". Y en España el Estado, porque la sociedad así lo quiere y tolera, soluciona mucho a base de familia. Imaginad muchas situaciones sin el apoyo de las familias.., hospitales por ejemplo. Funciona todo como el hogar; porque tanto en aquellos como en estos hay pringadas que solucionan gratis el problema.
De modo que se saca al anciano de su ambiente y se le embute en un lugar desconocido. Por ejemplo, si nació y vivió siempre en Alconera, provincia de Badajoz, se le lleva a Baracaldo, provincia de Vizcaya, y allí, para facilitar el asunto, se le cambia cada tres meses de casa y familia.
O se le consigue plaza en una residencia. De lujo. Hasta tiene rejas en todas las ventanas y puerta metálica a la entrada, que está siempre cerrada y con guarda. Propia de nuestra economía. 3000 € al mes. Aunque las hay más baratas.. Entré en alguna en que a poco me hago pis del miedo que sentí, según una gordagrasientabigotudacarcelera abrió la puerta.
Termino. Tal como están las cosas, viviendas y economías, trabajo y sociedad, atender al anciano implica el sacrificio durante el tiempo preciso de otra vida y esto conlleva, habitualmente, que se sacrifiquen los miembros de una familia. Y esto, guste o no, bueno o malo, es una bomba de relojería. Y las bombas no solucionan nunca cosa alguna.
Y así debe ser pues lo que voy a exponer son situaciones y dudas, pero no respuestas. Creo que no existen soluciones mágicas, excepto las que suministra el azar, y la vida me ha demostrado que solo se llega a conclusiones válidas cuando se trabaja en equipo y se coordinan inteligencias y experiencias.
¡A ello pues!. Esta mañana comencé a tratar con unas amigas sobre una de las situaciones que me han alterado en mayor medida y que, más tarde o temprano, nos afectan a todos: Los años finales de la vida durante los que la persona requiere asistencia.
No voy a teorizar; he vivido ese tiempo de familiares muy directos. Nadie queda ya que me anteceda. Y he experimentado cuantos errores se pueden cometer; creo. Y no he salido bien parado. Así que quien busque ejemplo en lo que sigue, va listo; aquí solo encontrará dudas, preguntas y tristeza, mucha amargura.
Quiero comenzar con alguna de las ideas que tengo claras. Los que desde ahora llamaré ancianos no cambian su personalidad; somos los demás quienes disimulamos la nuestra y al llegar al final de la existencia nos manifestamos tal cual, mostrando las cualidades, defectos, usos y costumbres que hemos acumulado con los años.
Lo que más necesita el anciano es sosiego. A quien no le queda mucho tiempo para reaccionar frente a los avatares de la vida, no se le pueden plantear problemas; ni peleas familiares -máxime cuando provienen del vano intento de establecer quien le ayuda y cuida más cariñosamente-, ni asustarle diciéndole que el ayuntamiento le va a arruinar con la contribución, ni contándole que hay problema con las pensiones... No se si me siguen.
¡Ah!; y a pesar de que los españoles consideramos que la mejor manera de que nos entiendan es dar alaridos, este sistema no ofrece buenos resultados con los ancianos. Y con los perros, tampoco.
También precisan distraerse. ¡Cómo daña el aburrimiento!. Y no digo compañía, que estoy harto de "hacer la visita" y pretender que con eso se ha hecho lo necesario. O lo debido, socialmente; que es un comportamiento que suele bastar a muchos.
Y no se como distraer a un anciano. No es fácil. La mayoría viven de, y en, sus recuerdos. Y se relacionan en función de sus intereses y conocimientos; intereses no les quedan muchos, que las limitaciones propias de la edad no lo permiten, y conocimientos solo los que acumularon, que lo de la ciencia infusa es demasiado espiritual para mis cortas entendederas.
Me dediqué a escuchar a los míos.. Una y otra vez.. Hasta que me sentía agotado..; además, en mi familia, solemos terminar con la cabeza perdida. Una y otra vez.. Y a veces no pude más; estallaba. Todo lo que he conseguido progresar intelectualmente es lo que me separaba de ellos..; ¡cruel ironía!. Y es que conversar largo y tendido requiere cierta proximidad, no solo emocional sino de conocimiento.
Y todo aquello de lo que puedo hablar, les reducía al silencio; y aquello de lo que hablaban, no originaba en mi respuesta alguna. Te sientes vacío; incapaz. Insensible.
"Nosotros nos vamos al hospital. Mamá ya no puede estar sola en su casa. Alguien tiene que ir y convencerla para que venga a la mía...
Iré yo.."
La casa es muy grande; muchas habitaciones, hoy vacías de personas y sonidos, que no de muebles, olores y recuerdos. Está sentada en su sillón orejero, en la habitación que hay al final del largo pasillo.
Era fuerte y sólida, como yo hoy. Un carácter. La veo menuda y frágil. Sonríe suavemente, con sus ojos muy abiertos. Sus cabellos, peinados belle époque..
Sonríe.. "Hola hijo, ¿qué tal?; ¿y mi hermana, está bien?". "Si; ya sabes, el hospital". No se como decírselo..; al cabo, le digo: "Aquí sola ya no puedes vivir; tendrás que ir a casa ...".
"Pero esta es mi casa hijo". Esta es mi casa, hijo......
Razoné, sonreí, camelé, me puse nervioso, irritado,... No sabía que hacer. Me sentía impotente, torpe, inútil.. Se alteró; amenacé... Si...
Al cabo.., se levantó. Se puso el abrigo.. Cogió su bolso.. Salió de su casa. Para siempre, para no volver jamás. Dejando atrás su vida, sus cosas, su cesto de costura...
En cada uno de sus pasos fui perdiendo el alma. Tanto como ella iba quedándose vacía. En silencio, ambas. Murió en silencio un año después. Sonriendo suavemente. Con los ojos abiertos y mirando hacia sus hijos.
Tengo 59 años. Y estoy llorando... Dios mío, Dios mío...
Y este animal les va a seguir contando. Creo que como no sabemos muy bien que hacer, nos dedicamos a proporcionarles toda una serie de cuidados materiales. Y a ella que aborrecía la verdura, le plantamos delante, día tras día, un plato de acelgas. "Lo ha dicho el médico".
Y un día me preguntó: "¿Quién es ese insensato?"; ¿por qué no me deja comer un bocadillo de chorizo?, ¡con lo que me gustan!". Entre verduras y paseos agotadores, amargaron sus últimos días. Y se me ocurre preguntarte doctor..: ¿Acaso tus medidas higiénico sanitarias y nutricias van a evitar que muera?. Tiene 92 años tío.. Respóndeme..: ¿Por qué no la dejamos ser dichosa?. Y si vive menos, ¿qué más da?. ¿Se estudia en la facultad la importancia de la sonrisa?. ¿O es que simplemente, tanto tú como yo, no tenemos ni idea y a falta de humana ternura proporcionamos ciencia?.
Por otro lado, recuerdo la casa familiar del pueblo. Allí nacían y morían generaciones. Sin vivir y trabajar en otro lugar. Juntos. Daba igual ser joven que viejo. Nacías donde morirías. Nadie te asistía pues todos lo hacían mutuamente. Había espacio. Y servicio que ayudaba. Y todos trabajaban juntos o muy próximos.
Pero esa sociedad ya no existe. Hoy cada persona se labra el futuro donde puede. Las familias y las generaciones están dispersas. Las costumbres dejaron de parecerse y cada hogar es un mundo diferente.
Esta sociedad nuestra tiende a ser de "maricón el último y sálvese el que pueda". Y en España el Estado, porque la sociedad así lo quiere y tolera, soluciona mucho a base de familia. Imaginad muchas situaciones sin el apoyo de las familias.., hospitales por ejemplo. Funciona todo como el hogar; porque tanto en aquellos como en estos hay pringadas que solucionan gratis el problema.
De modo que se saca al anciano de su ambiente y se le embute en un lugar desconocido. Por ejemplo, si nació y vivió siempre en Alconera, provincia de Badajoz, se le lleva a Baracaldo, provincia de Vizcaya, y allí, para facilitar el asunto, se le cambia cada tres meses de casa y familia.
O se le consigue plaza en una residencia. De lujo. Hasta tiene rejas en todas las ventanas y puerta metálica a la entrada, que está siempre cerrada y con guarda. Propia de nuestra economía. 3000 € al mes. Aunque las hay más baratas.. Entré en alguna en que a poco me hago pis del miedo que sentí, según una gordagrasientabigotudacarcelera abrió la puerta.
Termino. Tal como están las cosas, viviendas y economías, trabajo y sociedad, atender al anciano implica el sacrificio durante el tiempo preciso de otra vida y esto conlleva, habitualmente, que se sacrifiquen los miembros de una familia. Y esto, guste o no, bueno o malo, es una bomba de relojería. Y las bombas no solucionan nunca cosa alguna.
¿Alguna idea?