Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

martes, 23 de febrero de 2010

Música actual

Yo de música actual... Me canso de decir que ni se ni le dedico atención. Acabo de topar, y bien digo, topar, con esta. Gracias a Bea. Y me ha llegado. Por que a mí no es que me gusten o me dejen de gustar las cosas; o las personas. Me llegan ...; o se tornan invisibles y mudas.

Una de verdades

Pues eso. Las cosas.., como son. O más bien, como fueron.

sábado, 13 de febrero de 2010

A causa de

Hace años que creé este blog para desahogarme. Y fue buena ayuda, pues su anonimato me permitió expresar la mayor parte de las emociones que me atenazaban entonces y eso me equilibró. Así que hubo un día en el que dejé de necesitar a este mudo compañero a quien contaba mis cuitas y como él ni sufre ni padece, decidí cerrarlo.

Ni sufre ni padece... Me equivoqué. Siempre que escribimos y alguien nos lee, establecemos una relación humana. Y aunque muchos de los que nos encuentran no van más allá de echarnos un vistazo, algunos participan de lo que contamos y se sienten nuestros compañeros. Y como tales se quedan a nuestro lado compartiendo el pan espiritual de la palabra.

Y el cierre del blog, el silencio de sus palabras, si hace sentir y padecer. No por la calidad de lo escrito, que no existe, sino por la ausencia de quien compartía a ratos pedacitos de vida con nosotros. Así que volví a los pocos días ...

Hace unos meses creé una cuenta en Caralibro -genial creación de Silvia para nominar a Facebook-, con la única intención de dejar una tarjeta de visita por si alguien que hubiese perdido el contacto intentase reencontrarse conmigo. A este efecto, es útil; para otros, como organizar reuniones con rapidez, establecer parámetros de trabajo o divulgar una noticia, me resulta más eficiente, confidencial e interesante Google Buzz.

Porque a lo que no logro encontrar su intríngulis es al uso que hacemos de Caralibro en ocasiones; por ejemplo, ayer me dio por hacer churros.. El resultado es mejor que no lo sepan, que uno tiene su corazoncito, pero, resumiendo, fue un churro. Y lo conté allí, exponiéndome a la vergüenza ajena (algo parecido a la que me produce escuchar lo que dice a gritos por el móvil el directivo estúpido que viaja en el AVE conmigo).

Y la falta de comprensión del medio, junto a lo poco que suelo tener que contar, me hicieron cerrar la cuenta que tenía abierta. Error..; olvidé de nuevo lo que expuse antes sobre las relaciones que establecemos. Así que la he vuelto a abrir; no tanto para escribir, que cada día tengo menos que decir y estoy más patidifuso, sino para que mis amigos sientan que estoy a su lado.

Quizá podría haberme ahorrado esta explicación que a nadie importa, pero pudiera ser que le viniese bien a algún viajero de la palabra que se pierda por estos lares y que, cansado de contemplar ante si el folio desnudo donde nada se le ocurre, tuviese intención de aislarse del mundanal bullicio.

Y es que lo más bello de la vida son los demás. Aunque yo no sepa estar junto a ellos.