Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

martes, 30 de septiembre de 2008

El baile

Leí cuando se publicó este artículo de Silvia. No hay palabra alguna que pueda utilizar para calificarlo; sería una necedad por mi parte. Un despropósito. Únicamente se me ocurre relatar otros instantes vividos. No se fijen en mis palabras; no merece la pena. Procuren solo trasladarse en el tiempo y en el espacio, e imaginar ....

Aquellos días celebrábamos la Inmaculada, la Patrona de la Infantería Española. En aquel pueblo del Pirineo hacía frío, mucho y aunque aún no había comenzado el invierno, ya había caído la primera nevada.
La noche del 6 de diciembre dábamos, como todos los años, un baile en la Residencia de Oficiales. No éramos muchos y nuestra importancia institucional era pequeña, así que pudimos organizarlo con cierta intimidad. Después de cenar y en el mismo salón, comenzó la música, normalita; el ambiente alegre, como corresponde a unos años y a un lugar en que no había muchas fiestas.

Yo estaba sin pareja, así que decidí tomarme una copa y disfrutar contemplando. Una sonrisa aquí, una palabra amable allá y con un poco de habilidad consigues aislarte lo suficiente para no terminar la noche con la cabeza caliente y los pies fríos.

Los ví ... Él, un oficial con ciertos años de servicio, aunque no mayor; era gallego y su trato mostraba en todo momento un gran estilo y una cuidada educación. Era muy alto; ella, pequeñita y menuda, había venido esos días para estar junto a su marido, ya que mantenían su hogar en la ciudad como consecuencia de obligaciones familiares. Estaba suavemente bella con su vestido negro.

Acababan de salir a la pista. Despacio, cogidos de la mano, mirándose ocasionalmente la sonrisa. Él se giró hacia ella y con suavidad la cogió por la cintura, rodeando su talle completamente. Y sin detenerse un momento la atrajo, la apretó contra él. Algo la dijo, porque ella levantó su mirada y mantuvo con firmeza la del hombre.
Quedaron mirándose. Él, desde su altura; ella, desde sus brazos. Y casi sin que me diera cuenta, comenzaron su danza ... Aislados, solos, entre la fiesta que los rodeaba. Era un vaivén suave, vibrante, unidos los cuerpos, enlazadas las manos en el aire. Viviendo mecidos en el silencio magnífico de su música.

Y me dí cuenta de que el amor es una danza silenciosa. Dejarse llevar por la música de la vida en brazos de la esperanza. Entregar el futuro, como un regalo que no espera más que la presencia de aquel que inunda tus sueños. Anhelar al otro, hasta perder la respiración. Aunque duela.

Pasaron aquellas Navidades. Aquel hombre elegante, mi jefe, retornó junto a su familia. Y siguió la vida llevándonos por donde ella sabe y nosotros recelamos. Yo seguí conservando, hasta hoy, la sensación profunda de haber contemplado el amor.

Un día cualquiera, no mucho después, hablaba con otro oficial de los que estábamos destinados en aquel pueblecito pirenáico. ¿Recuerdas ..?. "Si hombre, el ...... Mala suerte. Su mujer; un cáncer. Se le ha muerto en unos meses. La enterró la semana pasada".

Hoy, vive en una calle cercana a la mía. Alto, elegante. Silencioso. Está vivo, pasea por la avenida, firme y recto. Mira lejos. ¡Y yo que se!. Posiblemente siga viéndola, inundando sus sueños. Quizá sigue teniendo esperanza de volver a enlazar su talle, con recia finura, y deslizarse por los tiempos con la mujer que ama entre sus brazos.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Para entender como hacer mejor las cosas

Si. Los americanos van a hacerlas a su modo. Venden la imagen de ser un país en el que impera la libertad y la igualdad. De lo primero, habría mucho que tratar; y en contra de ellos. Sobre lo segundo, ¡naranjas de la china!.
Ya dicen en La Rioja que "el que más chifla, capador". O sea, que a quien más puede, más se atiende. Para algo su actual presidente es algo así como un representante de las compañías petrolíferas.

Aconsejo leer este artículo, sobre como reaccionó Suecia en las mismas circunstancias. De manera diametralmente opuesta. Comparen y piensen. Es bueno.

Para entender algo de la situación iraquí

Para entender algo de la situación iraquí de hoy en día y de los errores que han cometido los U.S.A., aconsejo la lectura de este texto de Florentino Portero, publicado en "El Semanal" este último domingo.
Aunque comprendo que para los españoles es complicadísimo, difícil y casi impensable dejar de mirarse el ombligo y olvidarse de la importancia mundial que tiene el número de sacos de abono que recibimos cada uno del partido para cultivar la zanahoria.
Nos daríamos cuenta de los pocos que somos y de lo pequeñaja que es nuestra patria. Y saberse y sentirse débil y pequeño, no suele ser mala cosa. Lo que es desastroso es comportarse como el "chulo la cagona", a lo macho, pero sin tener media galleta.
Eso es enorgullecerse de la propia ignorancia, lo que nos llevará, antes o después, a sentir miedo. Más o menos, como alguna americana, que cuando te pregunta de donde eres y le respondes que de España, contesta: ¡Iiiimmpooosibol; eso está en África!.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Chicas y chicos

Escribí hace poco a una amiga sobre los chicos. Tras leer la carta me anima a publicarla. Me da cierto reparo, pues si hay un tema vidrioso en el que al cabo no nos ponemos de acuerdo es este, pero Silvia ha escrito algo, sobre lo que nadie termina tampoco coincidiendo, que tiene bastante relación con lo que subyacía en mi pensamiento cuando redacté aquella carta. Así que transcribo lo que escribí.... (Por cierto; notaréis que he cambiado los nombres de las personas..)

A lo nuestro... Te dije que te escribiría sobre los chicos, esos especímenes que vosotras decís que os cuenta entender. Y para no filosofar y poner las cosas fáciles, volcaré cuanta experiencia propia recuerde o las ajenas que he tenido ante mis ojos. No, no voy a resumir hechos, sino que voy a desarrollar lo que pienso y siento sobre una sucesión de momentos concretos.

En lo que alcanza mi memoria, no me sentí distinto a una niña hasta, más o menos, los 9 años. Tampoco era difícil, pues en mi entorno no había algún ser que pudiera sentir como tal, aunque en propiedad reconozco que Ervigia, la vecina de Sisebuto, pertenece al sexo femenino.
A los 9 años y en Camelot comencé a sentir un raro calorcillo ante Gundisalva, la hija de una amiga de mi tía doña Mayor -la hermana pequeña y soltera de mi madre-. El hecho no tendría mayor importancia si no fuese por el contenido material del calorcillo.. Admiración y seguridad. Eso.
Gundisalva tenía 10 años. Su madre era viuda y chula (mi familia materna tendió siempre a lo timorato), y su hermano era sordomudo, lo que me llevaba a mal traer, pues se dirigía a mí en plena calle mediante grandes gestos y gruñidos.. Acojonaba, oyes..
Me imagino que sus circunstancias familiares habrían influido en su personalidad, pues yo la contemplaba embobado, sin decir o hacer oste ni moste, mientras ella preguntaba lo que fuese a su madre o hablaba con absoluta normalidad con mi tía. Evidentemente, yo era invisible.
A mí, aquel comportamiento relajado en quien consideraba sin duda alguna como mi igual, un niño, me tenía asombradísimo. Hasta entonces mi vida se había limitado a leer cuanto libro caía en mis manos, a protagonizar varias anécdotas relacionadas con Gargantúa y a jugar. Pero ante un mayor, silencio y gesto bravo. Sin embargo, aquella niña parecía tratarles como si fuesen sus iguales...
Quizás, en aquellos momentos comenzó a fraguarse en mí una sensación que nunca me ha abandonado: Una chica es un ser que esconde algo .. Si.

Debía andar por los 12 ó 13 años. Estaba sentado tranquilamente en el cuarto de estar; en batín. Me acababan de servir la merienda (eso de que yo fuese en batín y me sirviesen -también me vestían- tenía soliviantados a algunos de mis amigos del colegio). Como siempre, disfrutaba beatíficamente de la serenidad del momento cuando apareció por la puerta del cuarto Beremunda, jugando con alguno de mis sobrinos. Bere -en confianza- tiene un año más que yo y en aquel momento se inclinó.., de manera que, además de un año más, comprobé que tenía un par de tetas de no te menees. Debí poner tal cara de yo que se que se dio cuenta de los orígenes de mi asombro. Se enderezó y se fue por el pasillo.
Me quedé inmóvil. Vacío de todo pensamiento. Todo yo, turulato perdido, estaba ocupado por dos volúmenes bamboleantes de puritita carne sonrosada y natural. Y lo terrible es que no sabía que me pasaba ni por que..
Pero aquello me reafirmó en aquel sentimiento que guardaba celosamente en la más profunda intimidad. Una chica esconde algo.. Sin ninguna duda, los bultos esos y algo más bajo la falda, pues solo hay que ver como la sujetan cuando hace viento. Pero hay más; lo anterior no es tan importante. Mientras que yo me trabucaba y me ponía colorado cuando algún mayor me dirigía la palabra, una chica solía tener un comportamiento más natural (aunque bien es verdad que mi atención estaba puesta en las que eran algo más mayores que yo).
El resultado es que las chicas eran algo misterioso y que según iban creciendo, más. Tan pronto te sonreían al pasar y te decían hola, como desdeñaban absolutamente tu presencia. Con frecuencia nos reuníamos en el patio del colegio a charlar en un rincón.. A pesar de nuestra poca edad -todos lo reconocemos hoy- salíamos pensando que ninguno de nosotros sabía de que hablaba y que no entendíamos de la misa la media.

Acabábamos el colegio, comenzaba la universidad o la preparatoria de ingreso en las legiones.. Suintila y yo vivíamos en la misma casa y éramos aspirantes a pretendientes a opositores a ... Íbamos por el cardus maximus a clase.... "¡Fíjate, fíjate que tía! - ¿Está buena, eh?". La conversación no solía dar para más...; la mirada se mantenía hipnóticamente fija en el caminar de la muchacha y el cuerpo se tensaba sin que nos diésemos cuenta.
En la parte alta del paseo estaban los hotelitos que componían las instalaciones de la preparatoria. Allí, en un régimen cuasi carcelario a veces -dirigido por viejos legionarios faltos de dinero- vivían y estudiaban sin salir los aspirantes a ... E inevitablemente el cuidado de los locales estaba a cargo de un grupo de limpiadoras, que algún descerebrado había elegido jóvenes... Unamos en un solo recinto a unos 300 chicos de más o menos 20 años, alejados de sus familias e internos, con algo más de media docena de mujeres ligerísimamente más mayores...
Aquel día entramos mientras limpiaban la entrada, subidas en unas escaleras que ocupaban todo el espacio disponible..; pasamos bajo las escaleras, aprovechando la apertura de estas y bajo las piernas de las "kelys" -que limpian-.
Pasar, en realidad, no pasaba mucho, que yo sepa. Pero el calentón era constante. Y lo que es peor, el desconocimiento mútuo, absoluto. Y creo que las razones son sencillas: Por un lado, la desinformación religiosa de nuestra educación -ya se sabe; al cabo, los druidas terminan jodiéndote- y la presión social de la época sobre el comportamiento, y por otro que, sin educación que la oriente, toda la energía de los chicos estaba dirigida con ferocidad a meter mano.... Y no son las mejores herramientas para entenderse.

A todo esto, desde unos años antes, según ibas terminando el colegio, en los chicos nacía y crecía una necesidad vital.. Si, mis padres, mi familia me quieren y dicen que soy guapo, pero ¿que hay de verdad; puedo ganarme a alguien. Me querrá una extraña, por mi mismo?.
Y a esa edad, en ese momento, todo son inseguridades. Suele coincidir, además, con la separación del individuo de su entorno habitual, lo que acrecienta sus dudas. Sería conveniente una suficiente preparación que le permitiese relacionarse con tanta novedad sin descuajeringarse.
Por otro lado, y por lo que sea, la sexualidad del chico está impulsada intensamente en sus años jóvenes hacia la parte física de la relación sexual. Y digo bien, pues el acto sexual tiene su física y su química; y sus emociones y sus sentimientos. ¡Qué tristeza siento por quien no haya experimentado la integración de todo en una sola vivencia!. Desconocimiento, misterio, desinformación, presión social, inmadurez, salidismo, ... Un desastre.

No, entonces no -que también-. Un desastre para luego, porque bebido el cóctel que acabamos de describir la gran masa de la gente se pierde en el camino.
Unos porque no han conseguido follar decentemente una sola vez en su vida -¡¡si follar; no me soltéis la chorrada esa de hacer el amor!!. Puro galicismo. ¡¡Recordar y honrad al Arcipreste holgando con pasión bravía!!-. Y no hay cosa que origine más inseguridad en un hombre que sentirse incapaz de satisfacer físicamente a una mujer.

Y mujer u hombre mal follados son seres infelices de por vida
No gozados
Salvando a quienes se dediquen a la excelsa vida contemplativa...

Otros porque se pierden a media humanidad, ya que nunca consiguen establecer un contacto normal con las mujeres, a las que unas veces adoran -a la espera de lo que ocurra- y otras desprecian, a veces salvajemente -porque no creen en la esperanza-.
Los más porque, ante aquel misterio y desconocimiento del que tratábamos, no consiguen establecer una relación con la mujer lo bastante pareja como para aprovecharse y apoyarse mutuamente, desaprovechando la potencia que proporciona que hombre y mujer caminen hombro con hombro, de la mano, conjuntamente, y no van más allá de la preponderancia del hombre sobre la mujer o al revés, de modo que uno suele intentar dar más de lo que sabe y el otro no desarrolla aquello de lo que es capaz.
El resultado lo resumiría en que se sufre de soledad, en el grado que sea, pues las circunstancias personales son muy diversas. Y aparece la frustración.

Pasa el tiempo... Y con los años, algunos algo aprenden. Por el sistema de prueba y error, las personas suelen ir descubriendo y dándose cuenta de que quieren y que les gusta. No es una cuestión de inteligencia ni de aptitudes. Simplemente, al cabo del tiempo pasa por nuestra vida tanta gente y en circunstancias tan diversas que, con un mínimo de sensibilidad, podemos percibir lo que se ajusta a nosotros como un guante.
Y sucede con cierta rapidez; durante tanto tiempo vivimos prueba y error que nuestra base de datos es amplísima. Si nuestra personalidad es sensible y procesa bien, las conclusiones llegan pronto y con claridad.

Pero aún hay que aprender; nunca estás en la meta. La existencia, como he dicho, no deja de ser un acúmulo de vida, de experiencias, de conocimientos, de relaciones, ...
Y siempre hay una trampa que se nos tiende, en la que se cae con mucha facilidad: Desdeñar la carga de lo vivido. Aunque se intente, no se puede hacer borrón y cuenta nueva, pues es tanto como pretender que una gran parte de lo que somos admite goma de borrar. Y la vida no se borra, solo se asimila.

Hay quien comete el error, al descubrir ¡al fin! la vida que le llena, de creer primero y actuar luego como si pudiese prescindir de su pasado, ignorando que somos pasado tanto como posible futuro y que solo integrando ambos viviremos suficientemente en equilibrio.

Y aquí ya no me queda más que parafrasear a César González Ruano:
"El hombre vive recordando lo que hizo y soñando lo que hará"
y a Ildefonso Manuel Gil:
"Nacemos sin saber y cuando algo aprendemos, nos vamos; impertinente broma"

martes, 16 de septiembre de 2008

Demencia senil

Demencia senil. Si, eso de los abuelos; un día se olvidan donde dejaron las llaves, otro dejan el gas de la cocina abierto y, por fin, no recuerdo cuando, se quedan sentados en un sillón, con la mirada acuosa perdida en ninguna parte.
Por el medio quedaron disgustos, más de una mala cara y algún que otro berrido. Luego, cuando su familia percibe la enfermedad, termina apareciendo, antes o después, el agotamiento que produce el esfuerzo, día tras día, que requiere atender a un enfermo cuyo síndrome consiste en dirigirse hacia el vacío.

Ella tiene sus años. Hubo un tiempo en que se miraba al espejo y no se veía guapa; o más bien nunca se creyó guapa, aunque él se ponía frente a ella y la decía con firmeza: "¡Mírame, de hombre a hombre; aguántame los ojos !" .... Y luego, bajando un poquito la voz, la susurraba: "¡Guapa, que eres bella como el agua marina, limpia y clara como aire tras la lluvia!".

Pasó el tiempo. Ella es fuerte y luchadora, pero está cansada. Cuida, protege a su marido, a aquel con quien ha compartido tiempo y vida. Él es ahora silencio. Y ella añora las palabras. Siente nítida, constante su presencia, aunque en la mente del hombre, antes tan viva, no queda capital, perdida la memoria, y desapareció su patrimonio, los recuerdos de una vida.

Él la contempla a veces, cuando ella va de aquí para allá, trajinando. ¿Qué pensará el hombre vacío?; quien sabe... Por eso, ella se sobresalta un día, cuando él le dice con suave encanto cuando pasa junto a su sillón:

"Señorita, es usted muy guapa. Me gusta mucho. ¿Querría casarse conmigo?"

jueves, 4 de septiembre de 2008

Para ....

Para .... todas y cada una de las mujeres que han llenado de vida mis sueños

martes, 2 de septiembre de 2008

Charlando con las estrellas

Una noche, hace ya muchos años, me encontré solo; muy solo. Necesitaba desahogarme; y compartir mis pensamientos. Como cualquiera. El problema era que aquella madrugada hacía un frío calahuesos, estaba tirado en el suelo en mitad del campo y acurrucado junto a unas piedras.
Durante un buen rato busqué únicamente que el cierzo no encontrase resquicio alguno entre mi ropa. Inútil. Al cabo me resigné; y ciscándome en todo lo imaginable aguardé a que llegase quien debía. En plena tiritera, mis ojos descubrieron el cielo. Obscuro; y a la vez muy azul. Frío; y silencioso. Y como no tenía otra cosa que hacer mis ojos contemplaron las estrellas....

Sin darme cuenta, comencé poco a poco a sentir que algunas estrellas me indicaban el lugar donde estaba en aquel instante alguien a quien amaba. Y recordé. Y sonreí. Y me emocioné. Y me pregunté. Y ... Comencé a charlar con las estrellas. En silencio.

Han pasado los años. Nunca dejé de charlar con ellas. Hermosísimas noches. Crujientes noches blancas en la montaña, llenas de caricias plateadas y susurros en la mar, inmensas de la estepa. A lo largo del tiempo, quizá hayan sido las estrellas mis mejores amigos y sus noches, mis celdas cartujanas. Gracias a ellas he podido entenderme y sobrellevar mi inconsciencia.

Hace unos años, retirado de toda actividad que no generen putas, pobres y parientes, descubrí que había un tiempo de cita entre ellas y yo. Días de Lágrimas de san Lorenzo, noches pirenaicas, momento de recapitular lo vivido. Soledad buscada y necesaria.
Y desde entonces, agosto y el Pirineo han sido mi retiro.