Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

viernes, 19 de diciembre de 2008

Se acerca..



Lo que veis se aproxima a la imagen que tengo a estas alturas de lo que sería vivir en paz. Faltan las botellas de armagnac y ron castaño. Y mi música, pero os dejo que oigáis con el corazón la que os apetezca. Os deseo que ... No, por Dios, lo de siempre no.

Deseo que seáis capaces de regalaros un tiempo de silencio, para vosotros solos; durante su transcurso usad la imaginación .... Deseo que os alcance la Esperanza, que la sintáis en lo más íntimo.

Que os abandone la ambición, en cuanto solo sirva para haceros poderosos. Que seáis capaces de defender al débil y de mantener la verdad. Que no prostituyáis aquello en lo que creéis. Que los temores no dirijan vuestra conducta, de modo que mostréis alzado el rostro, como los valientes, que sintiendo tanto miedo como cualquiera se sobreponen a las consecuencias con que este amenaza.

Que os llegue a poder la curiosidad, por todo y sobre todo. Que la Vida sea para vosotros un descubrimiento paso a paso. Que disfrutéis aprendiendo. Que os sintáis humildes ante los demás.

Y deseo que Améis, aunque solo sea un poquito más a cada momento. Que disfrutéis regalando, más que recibiendo. Que prefiráis un abrazo, una sonrisa y una mirada que os embriaguen la Vida de ternura.

Desde un sillón, contemplando el fuego, borracho de "agua de vida", deseo para mí y para todos un comportamiento moral, noble y bueno.

Y olvidaros del éxito. Es una memez.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Quise, no pude

Ayer quise escribir algo; quise, pero no pude. 12 de diciembre, se casaron mis padres. Acuden los recuerdos. No, tranquilos, no os preocupéis; en alguno de vuestros comentarios a aquellos artículos en los que dejo que mi intimidad aflore y con ella parte de mis tristezas y miserias, noto que os preguntáis por el estado de mi ánimo y concluis que está de capa caída. No hay tal; a mis años dedico algún que otro rato a repasar lo vivido, de manera que asumo lo que toca. Eso si, sin aderezo, digiriendo la vida como fue, desnuda de polvo y paja.

El salón es grande y ella que fue fuerte y solida, pequeñita ahora. Está sentada en un sillón orejero junto al ventanal cerrado del balcón, para que pueda distraerse con el paso de luces y gentes, pero no mira. Sus ojos ven, pero no contemplan; se pierden suavemente en la lejanía, retornando la mirada dentro del alma, a ese armario donde almacenamos los recuerdos.

Está sola. Alguien plancha en el cuarto del fondo; murmullo en el silencio. La contemplo largo rato; me sonrió cuando entré, luego siguió viviendo, a lo suyo. Se nota que somos iguales. Nos perdemos en los sueños, viajamos por la vida, solos y recreando la existencia. La vida nos exigió fortaleza y, si, con fuerza te comportas, pero hay que tener algún refugio, un regazo que te acoja. Y algunos solo pueden arrebujarse en sus sueños.

Sola.. Sigue mi miranda fija en ella.. En la mujer que parió un 14 de julio y que encarcelaron en septiembre con su hijo de tres años y su niña recién nacida; ella no hizo nada, solo que su marido siguió aquello que creía y ella se quedó en casa. Y a la que antes de enero dieron "el paseo" a Jesús del Monte; en el borde del precipicio, le dieron primero un tiro en la nuca al seminarista y luego la pusieron a ella, con la niña en brazos, allí ... Se hizo pis, así lo contaba, y quizá con sus nervios lloró la niña. Les dio pena. Salvó su vida y colaboraron a que yo, más joven, escriba hoy.

Silencio. Miradas, fijas, densas; la mía en ella, la de ella, en si. Al cabo.., me levanto. "Mamá...". Vuelve despacio la cabeza.. Me ve, me mira, me contempla ... Veo totalmente abiertos sus ojos, limpios y claros ... Me ve, me mira, me contempla ...

Su cara es solo piel fina y transparente. Y luz. La ilumina la sonrisa más suave y dulce que puede imaginarse. Y paz. "Mamá..; tengo que irme...". Me ve, me mira, me contempla ... Cojo su mano, ayer fuerte, hoy nudosa; beso suavemente su mejilla. Me ve, me mira, me contempla ... Y me perdona, sin razón y sin pedirlo. Por Amor. Y me siento desnudo.

Se llamaba Lucía. Mi madre. Hoy era su santo. Quise, pero no pude; hoy os cuento..

lunes, 8 de diciembre de 2008

Una tarde

Una tarde cualquiera, un balcón y una ventana de castaño. Alma de niño, cuerpo grande. Descorre un poco el visillo, mira la plaza. Siente lo que no sabe. Comenzó con una risa, siguió su pelo al viento. Lo bañó la música.

Mira, no ve; porque solo su corazón puede ver. Los ojos, solo sombras y colores. Pierde la mirada, atardece, tejados bajos, oro viejo, verdes prados. En la terraza, en el otro extremo de la plaza, guateque. Sueña. Su mano desciende, el visillo apaga la mirada, viejas maderas acunan la sien. Silencio.

La plaza tiene marco de plataneros y un kiosco en el centro. Juegan los niños, recuerdan los viejos. Un compañero le acompaña, una amiga la guarda. Y sin entender porque hoy y no mañana, siente por primera vez que hay aguamarina en su mirada. Él hace de poste, ella ..; él no lo sabe, que nada importa más allá de su sonrisa.

Pasaron años.. No se si corrió la vida; vivió unos pocos días, duró la mayoría. De niño, poco; de grande, el cuerpo. De aprendiz, el alma. Su mente, preguntas. Sus manos, caricias. Su boca, un te quiero.

Y aquí estoy. Jodido y viejo. Una tarde cualquiera. Saboreando desde chico colores de aguasmarinas.