Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

sábado, 9 de abril de 2005

La boda

Llevo unos días.., ¿desanimado?. No soy capaz de encontrar la palabra adecuada y tampoco he aburrido nunca a los demás con mis murrias. Lo cuento, símplemente, porque he alterado mi línea editorial. Llegarán mejores tiempos y volveré a tener un diálogo más íntimo.
Sucede que cuando me hallo frente a mis contradicciones tiendo a refugiarme en el análisis y el procedimiento, dejando a un lado la imaginación y el sentimiento. Una bestialidad; lo sé, pero es un buen sistema defensivo. Y para aguantar lo que no te gusta, para vivir cobardías, hay que establecerse en defensiva. Lo contrario sería un suicidio.
Así que he visto por la televisión la boda de Camila y Carlos. Visto y no oido, pues en esta España de políglotas y locutores parlanchines carece de importancia la palabra; la comentarista ha dicho satisfechísima: "...Y ahora podremos escuchar la bendición...", justo cuando el buen "priest" la estaba impartiendo, de modo que cuando la tía se ha callado el arzobispo de Canterbury se ha dado la vuelta y se ha ido en silencio.
Los comentarios han versado sobre una idea-fuerza (¡sí es que sé de todo!): ¿Como es posible qué una mujer tan mayor, con cara acaballada, fondona, adúltera y pecadora, arrugada, con esa dentadura y sin elegancia pueda apasionar al "orejas"?.
La primera respuesta que se me ocurre es: ¡Para daros a todos vosotros por "retambufa", imbéciles!.
¡Y mayoritáriamente son las mujeres quienes critican!. De donde deduzco que la mujer, la española por lo menos, considera justo y necesario que sólo deben ser admiradas las "yogurines", con "caretos" tan inexpresivos que parecen fotocopiados unos de otros, con tetas tan rígidas por la silicona que sí te arrean un "revés" con ellas te desgracian, de cuerpos andróginos y famélicos, de pieles tan estiradas como Cayetana -que ya casí no puede mover la boca-, con dentaduras de xenon, ropa milimétricamente idéntica en colores y diseño, y de una honestidad -ojo, que escribo en español y su significado primario es que su holgar es decente- probada, pues ninguna tuvo deseo o pensamiento impúdico.
Así que me considero plénamente autorizado a despreciar a toda mujer mayor, gorda, no agraciada, de cutis imperfecto, que no vaya "fashion"y cuyos ojos brillen de felicidad, pues seguro que se revuelca en lodazales inmundos....
Ya os dije un día que me sentía memo... Y "Turulato"; cada día más...

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