Buckingham Palace encargó a Lucien Freud un retrato oficial de S.M. la reina Isabel II. El resultado lo tenéis ante vosotros. De nuevo, la pincelada decidida, ancha, empastada en este caso, y el juego de luces y sombras de la piel, han conseguido no sólo un retrato físico sino, en mayor medida, psíquico.
Juega con los diferentes tonos de ocre; maravillosa tonalidad azul del vestido, tan del gusto colorista de la retratada; rigidez en la "permanente", de manera que no sabemos que está más cerca del metal, la corona o la melena domada.
Doble mirada, con un ojo decidido hacia adelante y otro, caido, hacia el suelo, hacia la miseria de la condición humana.
La luz, altiva, se concentra en las alturas; la garganta, tan débil, ahí donde palpitan carótidas y yugulares, tan asequibles a los ataques, es cenicienta, oscura...
Es reina, es madre, es mujer...; lo hemos podido apreciar en la boda del Príncipe de Gales.
Y vosotros, ¿qué véis en el cuadro?. A la Casa Real no debió gustarle pues nunca lo colgaron en el lugar destacado que le correspondía....
Aquí debajo os sitúo un enlace a un artículo anterior sobre otra pintura del artista y que os permitirá conocer algo más sobre Freud.
Juega con los diferentes tonos de ocre; maravillosa tonalidad azul del vestido, tan del gusto colorista de la retratada; rigidez en la "permanente", de manera que no sabemos que está más cerca del metal, la corona o la melena domada.
Doble mirada, con un ojo decidido hacia adelante y otro, caido, hacia el suelo, hacia la miseria de la condición humana.
La luz, altiva, se concentra en las alturas; la garganta, tan débil, ahí donde palpitan carótidas y yugulares, tan asequibles a los ataques, es cenicienta, oscura...
Es reina, es madre, es mujer...; lo hemos podido apreciar en la boda del Príncipe de Gales.
Y vosotros, ¿qué véis en el cuadro?. A la Casa Real no debió gustarle pues nunca lo colgaron en el lugar destacado que le correspondía....
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