Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

domingo, 24 de abril de 2005

Caro diario

Debo estar ya algo majara. ¡Mira que hablar con este diario electrónico!. Debe haber alguna razón.. Y se me ocurren dos. La primera es paradójica; tú, amigo, respetas mi intimidad; a tí puedo contarte muchas cosas sabiendo que no las divulgarás.
Y la segunda es práctica. Necesito desahogarme...
Hace años lo intentaba de otro modo. Empecé con el "makiwara", hasta que un día pegué tan fuerte que el anillo que -descuidádamente- estaba en uno de mis dedos se partió. El movimiento es rapidísimo..; me dí cuenta cuando ví como sangraba mi mano y lo que quedaba de aquel incrustado en la bolsa de piel.
Luego me dediqué al automovilismo. Inocente década de los 60 y primeros años 70 del siglo pasado.. Corría con un "R8 Gordini".. Era un piloto arriesgadísimo.. Mejor que no te cuente.
Pero los rallies exigen mucho dinero, patrocinadores.. Abandoné, aunque me precio de seguir teniendo una excelente técnica de conducción y ahora prima la cordura..
Me dediqué entonces al alpinismo. No, no a ir hecho un figurín en una estación de esquí. Travesía, escalada y moverme por la montaña, tanto en invierno como en verano. Frío, caladuras, maldormir... Pero pocas veces me he sentido más premiado y satisfecho que cuando conseguía vencer mi miedo, mi agotamiento, mis ganas de abandonar... Esfuerzo anónimo que permite alcanzar la paz y el sosiego con uno mismo.
Más tarde fuí instructor de combate. El entrenamiento debe de estar lo más próximo posible a la realidad. En los ejercicios de tiro me situaba, con aquellos a quienes no les correspondía disparar en ese turno, entre los blancos y los tiradores, de forma que estos debian de "poner los cinco sentidos" para no equivocar "el objetivo" y yo me acostumbraba "al silbido". Es la manera de sobrevivir.
Luego vino la aviación. Volar, sin más, es aburrido; bonito al principio, por la novedad, pero luego llega la rutina. Aunque determinadas misiones militares son todo lo contrario; sólo te contaré que he visto más altas las copas de los árboles que mi avión y que me dió por pasar algún que otro puente por debajo de su plataforma.
Y es que montando a caballo, antes de cumplir veinte años, descubrí que hay dos maneras de vivir..
Imagínate la vida como un río -Enrique Rojas "dixit"-.. Puedes andar tranquílamente por su ribera, dedicándote a contemplar como discurren las aguas, o puedes zambullirte en ellas.
En los dos casos te mueves con el agua, pero la sensación percibida y el concepto que se forma en tu mente sobre lo que es el agua son distintos.
El primero es sosegado, análitico..; el segundo es más vital, exige cierto grado de interés por lo desconocido y aprender a vivir de manera empírica. Yo elegí este. Y te cobra un precio: la tensión, el miedo..
Sientes como todas las fibras de tu cuerpo están dispuestas.. Tus ojos abiertos, atentos,.. Las manos engarfiadas.. Estás quieto, pero sudas.., y tu cuerpo termina desprendiendo vapor. Como un animal..., pero con tu inteligencia atenta a todo lo que ocurre y tu mente absorviendo la vida.
No es una película y ocurre sólo de cuando en cuando, pero sí se presenta la ocasión..
Pero todo se paga. Mi cuerpo, aunque muy fuerte gracias al gimnasio diario, está roto. Y antes de los cuarenta ya lo sabes.....
Y no me veáis sólo como un "Rottweiler". En la milicia les extrañaba verme siempre con un libro; leer ha sido la pasión de mi vida. Necesito aprender a cada momento y los libros son el mejor camino.
Y los libros te llevan al estudio. Nunca dejé de estudiar; primero fué la Economía, luego el Derecho, más tarde la Historía -antes la medieval española, ahora la del Arte-.. Fuí abandonando el Ejército y entrando en la Universidad. Y que queréis que os diga.. ¡disfruto trasvasando a otros lo poco que sé!.
¿Y por qué puñeta te he contado todo esto?. Pues porque vuelvo a estar tenso.... Quiero y necesito GRITAR algo, pero me aguanto, me aguanto...
Pero tú lo sabes, ¿verdad?. Y no dudarás nunca...

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