¡Vaya "jardín" en el que me estoy metiendo..!. Pontificar sobre este asunto consigue poner de acuerdo a todos mis lectores, lo que tampoco es muy difícil dado su número. ¿Y en qué les hago acordar ideas?. Pues en que hablo de lo que no sé y en que no sé lo que digo. Parece lo mismo pero no lo es. Lo primero me califica de ignorante y lo segundo de bocazas. ¡Mal, muy mal..!
Para empezar, os ruego que releáis mis artículos "La primera mujer a la que amé", "Mi gran amor", "Mi compañera, mi amiga", "Mujer embriagadora" y "La Catalaneta". De estas cinco maravillosas mujeres, de su exquisita feminidad, he aprendido a vivir. Mucho, muchísimo menos de lo que ellas me regalaron. Las cuatro primeras amor y la última amistad.. Ahora que lo pienso.., ¡es curioso esto último!.
¿Sexo sin amor?. A nuestro binomio mentalidad-conciencia, cultivado durante siglos en la mejor tradición judeocristiana, le incomoda siempre cuando no lo rechaza abiértamente. La antiquísima cultura judáica minusvalora, y me quedo corto, a la mujer. El cristianismo, que ha hecho mucho en ciertos aspectos por la dignidad de la mujer y muy poco en otros, es heredero de aquella cultura.
Para reconocer el sexo, su atractivo, su grandeza, es preciso admitir la existencia de lo femenino y lo masculino, así como entender la necesidad que tiene el ser humano de establecer relaciones con sus semejantes mediante todas las facetas de comunicación posibles.
Sí partimos de la grandeza del hombre-macho, tan noble él, y de la pequeñez de la mujer-hembra, tentadora oferente de manzanas, el sexo es pernicioso. ¿Como va a ser buena una situación en que ese hombre grandioso es llevado por su instinto animal a juntarse con un ser inferior, sucio desde su menstruación?.
Para los cristianos el que Jesús naciese de Mujer, y que ellos también, debe de ser intrascente. ¡Total, sólo nos han dado vida...!.
Ahora, sí asumimos que la mujer es tan ser humano como el hombre, manifestaciones ambas diferentes y complementarias de la Creación y, consecuéntemente, preciosas en todo su ser y en cualquiera de sus aspectos vitales..., ¡la cosa se complica!. ¿Como minusvalorar a quien ha sido creado como yo, despreciar a mi igual e ignorar a quien necesito para complementar mi vivir?.
Y que conste que el fundamento de lo que expongo, su axiología, su esencia, es igual en el sentido masculino-femenino que en el inverso. ¡No "marear la perdiz", chicas!.
Creo que el sexo es bueno, magnífico, en si mismo. Sólo debemos añadir un matiz. Hablo del sexo entre seres humanos, no de una tabla de gimnasia realizada siguiendo un guión peliculero, que exige reconocer siempre en el otro la misma humanidad y libertad que exijo para mi.
Así un buen día, antes del sexo o puede también que después de él, quizás descubras que álguien ahuyenta tu soledad..
A partir de ahí hay dos caminos. En uno prima la comodidad y la cobardía, la falta de esfuerzo y sacrificio, la ausencia de entrega.. Es el que yo he seguido. Resolví mis encrucijadas vitales gracias a la inteligencia. La meta es la infelicidad más profunda.. Sólo mis magníficas mujeres han impedido que la alcance. Pero soy desdichado. Hoy lloro mi amor perdido y me retuerce de dolor la perdida de mi amiga "Catalaneta".
El otro camino.. Sólo una palabra. ¡Entrega!. No admite vacilación ni cansancio y exige valentía. Como dice don Julían Marías, no asegura nada excepto lo único que el hombre sabe con certeza que ocurrirá -que algún día moriremos-, pero quien lo siga podrá sonreir y exclamar como el poeta "Confieso que he vivido"...
Para empezar, os ruego que releáis mis artículos "La primera mujer a la que amé", "Mi gran amor", "Mi compañera, mi amiga", "Mujer embriagadora" y "La Catalaneta". De estas cinco maravillosas mujeres, de su exquisita feminidad, he aprendido a vivir. Mucho, muchísimo menos de lo que ellas me regalaron. Las cuatro primeras amor y la última amistad.. Ahora que lo pienso.., ¡es curioso esto último!.
¿Sexo sin amor?. A nuestro binomio mentalidad-conciencia, cultivado durante siglos en la mejor tradición judeocristiana, le incomoda siempre cuando no lo rechaza abiértamente. La antiquísima cultura judáica minusvalora, y me quedo corto, a la mujer. El cristianismo, que ha hecho mucho en ciertos aspectos por la dignidad de la mujer y muy poco en otros, es heredero de aquella cultura.
Para reconocer el sexo, su atractivo, su grandeza, es preciso admitir la existencia de lo femenino y lo masculino, así como entender la necesidad que tiene el ser humano de establecer relaciones con sus semejantes mediante todas las facetas de comunicación posibles.
Sí partimos de la grandeza del hombre-macho, tan noble él, y de la pequeñez de la mujer-hembra, tentadora oferente de manzanas, el sexo es pernicioso. ¿Como va a ser buena una situación en que ese hombre grandioso es llevado por su instinto animal a juntarse con un ser inferior, sucio desde su menstruación?.
Para los cristianos el que Jesús naciese de Mujer, y que ellos también, debe de ser intrascente. ¡Total, sólo nos han dado vida...!.
Ahora, sí asumimos que la mujer es tan ser humano como el hombre, manifestaciones ambas diferentes y complementarias de la Creación y, consecuéntemente, preciosas en todo su ser y en cualquiera de sus aspectos vitales..., ¡la cosa se complica!. ¿Como minusvalorar a quien ha sido creado como yo, despreciar a mi igual e ignorar a quien necesito para complementar mi vivir?.
Y que conste que el fundamento de lo que expongo, su axiología, su esencia, es igual en el sentido masculino-femenino que en el inverso. ¡No "marear la perdiz", chicas!.
Creo que el sexo es bueno, magnífico, en si mismo. Sólo debemos añadir un matiz. Hablo del sexo entre seres humanos, no de una tabla de gimnasia realizada siguiendo un guión peliculero, que exige reconocer siempre en el otro la misma humanidad y libertad que exijo para mi.
Así un buen día, antes del sexo o puede también que después de él, quizás descubras que álguien ahuyenta tu soledad..
A partir de ahí hay dos caminos. En uno prima la comodidad y la cobardía, la falta de esfuerzo y sacrificio, la ausencia de entrega.. Es el que yo he seguido. Resolví mis encrucijadas vitales gracias a la inteligencia. La meta es la infelicidad más profunda.. Sólo mis magníficas mujeres han impedido que la alcance. Pero soy desdichado. Hoy lloro mi amor perdido y me retuerce de dolor la perdida de mi amiga "Catalaneta".
El otro camino.. Sólo una palabra. ¡Entrega!. No admite vacilación ni cansancio y exige valentía. Como dice don Julían Marías, no asegura nada excepto lo único que el hombre sabe con certeza que ocurrirá -que algún día moriremos-, pero quien lo siga podrá sonreir y exclamar como el poeta "Confieso que he vivido"...
3 comentarios:
Eres un romántico.
Serlo en política y en filosofía es un desastre. ¿Es malo serlo en amores?.
Quizás si...........
Ayyy esa cobardía... y esa resignación. ¿Tenemos lo que nos labramos?
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