Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

domingo, 27 de marzo de 2005

πρωτόκολλον

Voy a escribir sobre protocolo. ¿Y entonces por qué este título?. Los signos que leéis "ut supra" corresponden al término griego que es antecedente del nuestro. ¿Y por qué lo escribo en griego?. Pues porque no sé hacerlo en chino y lo que sigue va a ser difícil de entender...
No voy a referirme a ninguna de las acepciones recogidas en el diccionario como significado de protocolo; voy a escribir sobre una muy particular, la que debe de seguir cada uno de nosotros consigo mismo..
Haciendo un cóctel con todas las palabras que figuran en el significado verdadero de protocolo, mi definición podría ser : "Serie ordenada de decisiones que toma una persona de acuerdo con sus necesidades y costumbres, que le permiten planificar su vida y evitan que la convierta en un experimento caótico".
¡Me gusta!. ¡Si señor!. Empieza bien la cosa; especiálmente porque no sé que es lo que voy a decir a continuación.. Así es como escribo todos mis artículos; diréctamente en el "blog" y según salen... Me viene una idea a la cabeza y ¡hala!, a dar murga.
Uno de mis compañeros, que también fué mi jefe, solía exclamar: "¡Tengo un ganar cojonudo!". Solía decirlo con ironía cuando jugaba a las cartas y le iba bien. Era dueño de una inteligencia agilísima y se daba cuenta de algo tan elemental como importante: Es muy fácil alegrarse del triunfo pero aún es más fácil impregnarse de fracaso y tristeza.
¿Cuantas personas conocéis que cuando vienen mal dadas en lo primero que piensan es en superar las dificultades?. Pocas. La mayoría hacen lo contrario.
En estos artículos he escrito varias veces la palabra Libertad. La empleamos mucho, si, pero me da la impresión que no la hemos digerido.
En el tiempo que viví dentro de la sociedad norteamericana, tan distinta a la nuestra, me dí cuenta de ciertas peculiaridades. Cuando los peregrinos llegaron a lo que es hoy para ellos los Estados y comenzaron a extenderse por el territorio hacia las Rocosas, sabían y sentían que no había, ní había habido allí, poder alguno que controlase, limitase o regulase sus vidas, al contrario que en Eurasia, donde siempre "estaba a mano" algún tirano, rey o mandamás que delimitaba los derechos y administraba las haciendas.
La disparidad es evidente. Nosotros llevamos en los genes que tanto podemos echar las culpas al de arriba como suplicarle que resuelva nuestras cuitas. Ellos, aunque herederos también de la religiosidad judeocristiana, sólo están acostumbrados al binomio queja-súplica en la oración, pero en el vivir diario sus antepasados les transmitieron que no dependen de nadie, que están más solos que la una y que sólo tendrán lo que con su voluntad y su fuerza logren alcanzar.
Eso es ser libres. No lo es hacer lo que nos dé la gana sino asumir en nuestra coriácea mollera que nosotros, ¡y sólo nosostros!, somos los únicos responsables de nuestra vida. A este respecto recuerdo que en mi unidad de vuelo cada espejo tenía en su parte inferior una leyenda: "Este es el responsable de tu seguridad".
Cuando alguien ha puesto todo lo que está a su alcance, y no más, para resolver una dificultad es cuando tiene toda la razón moral para pedir a los demás que acudan en su auxilio. Así entiendo la caridad; cuando otro me llama y me dice "solucióname..", sin haberlo intentado hacerlo él, siento que estoy perpetuando sus problemas.
¿Un ejemplo?. ¿Habéis observado detenídamente a esos mendigos con un bebé?. ¿No pueden dar un solo paso más, un pequeño pasito, antes de pedir........?.
Bien. Estábamos en que somos libres. Y corren malos tiempos.. ¿Qué, jugamos a acurrucarnos y a llorar..?. ¡Cuanto sufro, qué pena la mía, miradme..!. Oye, no sé que futuro te aguarda pero tengo claro que sí todo lo que vas a hacer es lamentarte y sufrir lo tienes muy negro. O más bien no lo tienes. Pero ¡no se lo recrimines a..! que te lo estás ganando a pulso. ¡Un maestro de la tragedia, si señor!. Nadie como tú para hundir una vida... ¡Ah, ya!; no me había dado cuenta. Eres como dios y sabes que nada te aguarda.. ¡Pobre diablo!. Ahora sí que das lástima...
¿No será mejor cumplir el protocolo?. Identifica tu problema; asume en tu alma las cicatrices de lo que no llegarás a resolver; estudia que pasos puedes dar para salir de..; decide hacer.. y en el plazo de...; y dejate las pelotas/ovarios ejecutando lo decidido.
Obtendrás respeto, de los demás y de tí; el esfuerzo te calmará; verás como avanza la vida; sentirás que comprendes mejor los problemas, los de ellos y los tuyos; te humanizarás...
¡Cumple el protocolo, puñeta!.

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