Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

sábado, 16 de abril de 2005

Isabel de Porcel, según Goya


"Isabel de Porcel"
1804 - 05 National Gallery Londres

Doña Isabel Lobos de Porcel era la mujer de don Antonio de Porcel, que fué miembro del Consejo de Castilla. Nació en Andalucía y vivió en la Corte junto a su marido.
Todos los hombres soñamos con una mujer determinada... y desconocida. Recogemos en nuestro interior sin darnos cuenta pequeñas vivencias, detalles nímios de cada día, que no apreciamos en el momento pero que van modelando a nuestra mujer en un diálogo íntimo del que no nos percatamos.
Muchos, quizás la mayoría, no se detienen a mirar en su interior, no leen lo que hay escrito en su alma ní dialogan con sus deseos y sus sueños. Así, luego, eligen vivir lo que no les satisface.. Y dañan a personas cuyo único error fué creer en su amor.
¿Divago, verdad?. Años vividos.. Disculpadme. A lo que iba; don Francisco de Goya y Lucientes muestra en el cuadro la cara y el gesto de la mujer de mis sueños. El artista no puede ser sólo un copista fiel sino que tiene que reflejar la existencia... El artista siente y quien siente expresa pues es enemigo del silencio.
Isabel.., ¡estás soberbia!. Me encanta como combinas el color salmón de tu vestido con el negro de los encajes de tu mantilla. ¡Qué bien lo ha resuelto don Francisco!; el corpiño que se entrevé a través de las transparencias del encaje contrasta con la luminosidad del escote y la sensualidad de la cara gracias al fuerte foco de luz utilizado.
Mi mirada se pierde por tu cuello, flexible.. Según desciendo mis ojos se llenan de alegría y no puedo apartarlos de esa camisa que asoma como una mancha clara sobre tu piel.
Te siento altiva; te engallas, suávemente pero lo haces. Hasta la castañeta de tu moño alto lo proclama. ¿Y tu mirada?, con tus grandes ojos bien abiertos, franca y atenta a lo que te interesa.
Hay carnalidad en tu boca, en tus rasgos, y valentía en tu gesto, que dan a tu figura una elegancia tan simple como sensual. Tu rostro es atractivo por la belleza de tus facciones grandes, tu cabello rojizo y tus ojos claros. No como esas mujeres de cuerpo tan equilibrado, tan dentro de proporción que nada dicen y que sólo irradian sosería.
Percibo tu apasionada vitalidad de mujer que Goya supo reflejar con extraordinaria precisión sin, por ello, sacrificar tu personalidad y categoría social. Te muestra fuerte y segura de tí misma pero también natural y no altanera.
Goya trabajó con una pincelada firme sin recurrir a detalles preciosistas que recargarían tu imagen. Pero será tu inolvidable rostro quien cautive a quienes te miren e impida que pueda olvidarte...

2 comentarios:

it dijo...

Hhhmmmm.... interesante.
Otra coincidencia más.
Este retrato con el de "la Lechera de Burdeos" (del que hizo, más tarde, Miguel D'Ors, un poema inolvidable) son de los pocos (por no decir los únicos) donde el pintor plasma a unas mujeres "inocentes".
Sé que no es la palabra más propicia ni adecuada.
Pero también sé que entenderás lo que digo.

Turulato dijo...

Lo entiendo, aunque la inocencia es un arma formidable