Cada día paseo al azar por Blogger. Es curioso siempre e interesante a veces. A resultas de mis caminatas he ido prendándome de algunos autores de diarios, la mayoría de ellos mujeres.
Descubrí hace ya muchos años que la conversación masculina me deprimía. De entrada, nos encanta hablar de nosotros mismos; después, de nuestro trabajo, que siempre realizamos de manera perfecta cumpliendo las órdenes de un jefe incompetente.
Sí agotamos los asuntos laborales pasamos a resolver cualquier problema de actualidad; que sea de ámbito internacional o de un asunto para el que carecemos de preparación nos resulta irrelevante. Así, siendo un joven cadete, resolví en poco más de media hora la guerra de Vietnam y la Palestino-Israelí del momento.
Para descansar hablamos de deportes. La mayoría sólo han jugado al fútbol cuando eran estudiantes pero saben que hacer para ganar el partido que se perdió ayer. En España, ahora, es espectacular el elevado número de expertos en Fórmula 1, aunque cuando hablo de máquinas adiabáticas me suelen contestar, tras cierta vacilación, "eso lo serás tú"...
¡Y siempre nos queda la última reserva!: ¡¡Las tías!!. El más tonto comenzó a ligar con el chupete, le basta una palabra y/o mirada para "desencuadernarlas", aguanta.. horas, echa cinco seguidos, y ellas aullan siempre.
A mí me gusta, cada día más, escuchar. Bastante tenía con trabajar como para seguir hablando de lo mismo en mis ratos libres. En este momento me creo incapaz de solucionar cosa alguna. Sigo siendo un deportista activo. Y en cuanto a las mujeres -que me gustan más que a un político la poltrona- me doy por muy satisfecho con hacerlas reír..
En consecuencia, disfruto con las opiniones de una "maruja" -precioso nombre, por cierto-, que suelen estar preñadas de sentido común y de experiencia; me enternece ver cocinar unas simples gachas, tan hogareñas, con toda la delicadeza y sensibilidad de una dama; me refrescan las andanzas de una mujer colmada de ganas de vivir, aunque no use la "c"; aprendo con lo que escribe una contadora, imaginándome su acento -tan musical como su nombre-.
¡Y la excepción que confirma la regla!. Un caballero, de apellido sahariano, amante del saber y de despierta inteligencia...
¿He escrito algo importante?. No sé...
Descubrí hace ya muchos años que la conversación masculina me deprimía. De entrada, nos encanta hablar de nosotros mismos; después, de nuestro trabajo, que siempre realizamos de manera perfecta cumpliendo las órdenes de un jefe incompetente.
Sí agotamos los asuntos laborales pasamos a resolver cualquier problema de actualidad; que sea de ámbito internacional o de un asunto para el que carecemos de preparación nos resulta irrelevante. Así, siendo un joven cadete, resolví en poco más de media hora la guerra de Vietnam y la Palestino-Israelí del momento.
Para descansar hablamos de deportes. La mayoría sólo han jugado al fútbol cuando eran estudiantes pero saben que hacer para ganar el partido que se perdió ayer. En España, ahora, es espectacular el elevado número de expertos en Fórmula 1, aunque cuando hablo de máquinas adiabáticas me suelen contestar, tras cierta vacilación, "eso lo serás tú"...
¡Y siempre nos queda la última reserva!: ¡¡Las tías!!. El más tonto comenzó a ligar con el chupete, le basta una palabra y/o mirada para "desencuadernarlas", aguanta.. horas, echa cinco seguidos, y ellas aullan siempre.
A mí me gusta, cada día más, escuchar. Bastante tenía con trabajar como para seguir hablando de lo mismo en mis ratos libres. En este momento me creo incapaz de solucionar cosa alguna. Sigo siendo un deportista activo. Y en cuanto a las mujeres -que me gustan más que a un político la poltrona- me doy por muy satisfecho con hacerlas reír..
En consecuencia, disfruto con las opiniones de una "maruja" -precioso nombre, por cierto-, que suelen estar preñadas de sentido común y de experiencia; me enternece ver cocinar unas simples gachas, tan hogareñas, con toda la delicadeza y sensibilidad de una dama; me refrescan las andanzas de una mujer colmada de ganas de vivir, aunque no use la "c"; aprendo con lo que escribe una contadora, imaginándome su acento -tan musical como su nombre-.
¡Y la excepción que confirma la regla!. Un caballero, de apellido sahariano, amante del saber y de despierta inteligencia...
¿He escrito algo importante?. No sé...
2 comentarios:
No sé que decir, ¡cuánto halago!¡cuánto placer!.
Tienes que ser un verdadero encanto para decir esas cosas :)).
Besos dulces.
¡Qué manía con calificar como halagos las verdades! (Perdonarme la regañina). Vivimos en una sociedad tan envidiosa que exige esconder los méritos, o calificarlos como adulaciones, para que se admitan..
Pues no. Soy cortés y para ello me basta silenciar lo que no me gusta, pero me place encontrar personas de calidad y presumo de ellas. ¡Qué no está el mundo tan sobrado de virtudes como para ocultarlas o negarlas!.
Maruja, creo que soy encantador..., pero no deja de ser mentira. Y, en relación a mi opinión sobre tí, no escribo nada que cualquiera no pueda apreciar en tu diario. Lo halagador es que me leas.
Gisel,¿qué puedo decir que no sepas o que no hayas comentando antes sobre la amistad entre mujeres y hombres?.
A las dos beso la mano, señoras (es que, además, soy de aquellos que educaron a la antigua usanza..)
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