Lo he tenido desde muy pequeño. Me criaron temerosos y crecí cobarde. Comenzaron mimándome que es, quizás, el procedimiento más eficiente para formar en el temor; el niño siente que todo está a su disposición y que las personas están a su servicio.
Así, cuando -inevitáblemente- algo queda fuera de su alcance o álguien le niega un capricho, cualquier contrariedad rompe el frágil equilibrio de su pequeño mundo... Y el niño siente miedo; lo siente ante una situación que no sabe como resolver y al no poder seguir el único camino vital que conoce : El de la inmediata satisfacción del deseo.
Y se cumple el axioma : El miedo es el padre generoso de toda violencia. El niño responde con rabia, airado.. No entiende, se siente inseguro, berrea, rompe, se descompone como persona...
Pero aún hacen más. Quienes así "educan" suelen combinar los mimos con el aislamiento. No quieren riesgos, pues ellos también sienten miedo. ¿ A qué ?; quizás a todo. La respuesta que dan es terrible en su simpleza : Para no arriesgar a "su" niño tan precioso lo mejor es protegerlo..
¿ Protegerlo ?. ¿ De qué ?. ¿ De quienes ?... No lo saben; su pobre espíritu, alimentado en mil temores espectrales, no genera respuestas.. Su instinto cobarde les dice que aislen al niño, que siga en la "guarida", que no vea la luz..
Y el niño crece solo.
Pero la Vida es generosa.. Regala.. Se regala a si misma. Es hija del Dios en el que creo. Por eso hay Esperanza. En mi caso tiene nombre de mujeres y apellido literario...
No quiero quebrar mi relato. Marché pronto de la casa paterna... Y entré en un mundo aún más preñado de temores : la Milicia. Tiene grandes valores y magníficos procedimientos. Pero se basa en el temor, como su gran compañera en la Historia, la Iglesia.
No puede ser de otro modo. La Milicia es, o debiera ser, la respuesta social a la agresión de otra sociedad distinta; luego.., ¿ si no tememos que álguien nos agreda para que armarnos ?. ¿ Y la Iglesia..?; en la práctica, todas las religiones se basan en el "horror vacui" posterior a la muerte y en la promesa de una respuesta tranquilizadora, sí te comportas según las reglas...
Y ese temor genérico se refuerza dentro del Ejército mediante la disciplina. No se manejan masas sin ella; es necesaria y ofrece resultados beneficiosos. Se utilizará sobre áreas muy diferentes y enmascarándola bajo diversas apariencias, pero será siempre disciplina.
Siempre que el individuo sienta necesaria la disciplina para lo que se le ordena se subordinará a su cumplimiento y no dudará que debe ajustar su comportamiento a lo dispuesto por su jefe. Pero hay áreas en las que no es necesaria la disciplina pues los ejércitos no lo precisan para cumplir sus misiones.
Y aquí "nace" el problema. Toda organización genera intereses y cuanto mayor es su tamaño, más. Para que álguien se beneficie de esos intereses, que siempre terminan siendo de individuos o grupos concretos, es necesario que las personas consideren correcto dicho beneficio. ¿Qué sucede cuando es injusto?.
Lo usual es que se aplique la disciplina y que "la organización de los interesados-beneficiarios" procure "laminar" al disidente. El proceso se basa en el axioma : "Sí tu comportamiento no se ajusta a lo que la Institución considera correcto serás sancionado". No se trata de calificar la labor del militar sino de encuadrarlo en una manera de ser y sentir. De este modo, el disciplinado vive inmerso en el ambiente de la posible sanción, que es tanto como decir que su personalidad está condicionada permanéntemente por el temor.
Años y años así..
A estas alturas de mi vida siento que cualquier contratiempo me altera..; no soporto los errores, especiálmente los ajenos ( no podía ser menos ) y sólo soy dichoso en un mundo plano.
¡ Qué tristeza, qué inmensa tristeza !.
Así, cuando -inevitáblemente- algo queda fuera de su alcance o álguien le niega un capricho, cualquier contrariedad rompe el frágil equilibrio de su pequeño mundo... Y el niño siente miedo; lo siente ante una situación que no sabe como resolver y al no poder seguir el único camino vital que conoce : El de la inmediata satisfacción del deseo.
Y se cumple el axioma : El miedo es el padre generoso de toda violencia. El niño responde con rabia, airado.. No entiende, se siente inseguro, berrea, rompe, se descompone como persona...
Pero aún hacen más. Quienes así "educan" suelen combinar los mimos con el aislamiento. No quieren riesgos, pues ellos también sienten miedo. ¿ A qué ?; quizás a todo. La respuesta que dan es terrible en su simpleza : Para no arriesgar a "su" niño tan precioso lo mejor es protegerlo..
¿ Protegerlo ?. ¿ De qué ?. ¿ De quienes ?... No lo saben; su pobre espíritu, alimentado en mil temores espectrales, no genera respuestas.. Su instinto cobarde les dice que aislen al niño, que siga en la "guarida", que no vea la luz..
Y el niño crece solo.
Pero la Vida es generosa.. Regala.. Se regala a si misma. Es hija del Dios en el que creo. Por eso hay Esperanza. En mi caso tiene nombre de mujeres y apellido literario...
No quiero quebrar mi relato. Marché pronto de la casa paterna... Y entré en un mundo aún más preñado de temores : la Milicia. Tiene grandes valores y magníficos procedimientos. Pero se basa en el temor, como su gran compañera en la Historia, la Iglesia.
No puede ser de otro modo. La Milicia es, o debiera ser, la respuesta social a la agresión de otra sociedad distinta; luego.., ¿ si no tememos que álguien nos agreda para que armarnos ?. ¿ Y la Iglesia..?; en la práctica, todas las religiones se basan en el "horror vacui" posterior a la muerte y en la promesa de una respuesta tranquilizadora, sí te comportas según las reglas...
Y ese temor genérico se refuerza dentro del Ejército mediante la disciplina. No se manejan masas sin ella; es necesaria y ofrece resultados beneficiosos. Se utilizará sobre áreas muy diferentes y enmascarándola bajo diversas apariencias, pero será siempre disciplina.
Siempre que el individuo sienta necesaria la disciplina para lo que se le ordena se subordinará a su cumplimiento y no dudará que debe ajustar su comportamiento a lo dispuesto por su jefe. Pero hay áreas en las que no es necesaria la disciplina pues los ejércitos no lo precisan para cumplir sus misiones.
Y aquí "nace" el problema. Toda organización genera intereses y cuanto mayor es su tamaño, más. Para que álguien se beneficie de esos intereses, que siempre terminan siendo de individuos o grupos concretos, es necesario que las personas consideren correcto dicho beneficio. ¿Qué sucede cuando es injusto?.
Lo usual es que se aplique la disciplina y que "la organización de los interesados-beneficiarios" procure "laminar" al disidente. El proceso se basa en el axioma : "Sí tu comportamiento no se ajusta a lo que la Institución considera correcto serás sancionado". No se trata de calificar la labor del militar sino de encuadrarlo en una manera de ser y sentir. De este modo, el disciplinado vive inmerso en el ambiente de la posible sanción, que es tanto como decir que su personalidad está condicionada permanéntemente por el temor.
Años y años así..
A estas alturas de mi vida siento que cualquier contratiempo me altera..; no soporto los errores, especiálmente los ajenos ( no podía ser menos ) y sólo soy dichoso en un mundo plano.
¡ Qué tristeza, qué inmensa tristeza !.
2 comentarios:
sí qué tristeza... y cómo aprender sin equivocarse?
Soy miedosa también, mucho...
Tha, con el ejemplo de una madre. Me lo explicaste hace poco
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