Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

domingo, 29 de noviembre de 2009

¿Pero, de qué vas?

Más de uno se preguntará de que voy, tras inspeccionar los artículos de este blog, en el que se mezclan sin orden ni concierto Arte, sucedidos públicos, explosiones vehementes, anécdotas, .. Y es que voy de yo mismo; es decir que cuento aquí algo de lo que vivo y aprendo según lo entiendo, y al ritmo que me sucede.

Así que, amigos míos, ahora les toca cenar conmigo ... Que este que les cuenta, suyo que lo es, goza saliendo por esos mundos y observando a las gentes. Que ya decía alguno que en el amor y en el juego se aprecia al caballero, y añado que en la mesa se descubre quien es quien. Y la existencia es algo de gran riqueza, cuya contemplación regala un buen aprendizaje sobre la condición humana.

El comedero, pues reservo restaurante para lugares más especializados, me sorprendió. Trato agradable y buen servicio, presidido por la cercanía de una sonrisa. Una mesa pequeña para ocho, la nuestra, otra en la que se sentaron siete matrimonios de corbata y peluquería, mostrando que su tiempo se detuvo allá por 1950, y la más grande, de veinte, que presumí que correspondería a la típica cena de Navidad de los empleados de alguna pequeña empresa.

Me olvidaré de aquellos siete matrimonios, pues ya les he contado cuanto ofrecían reseñable, y me centraré en la cena de empresa. Cuando llegué su mesa estaba vacía, así que pude fijarme en ellos según fueron entrando ... No perderé el tiempo describiendo como transcurren este tipo de reuniones, que casi todos lo sabemos por haberlas vivido, y me centraré en los personajes que llamaron mi atención. Una mujer y dos hombres ...

Los tres se sentaron juntos justo a mi izquierda, de modo que girando algo la cabeza y sin molestarles, podía contemplarles a mis anchas. Ella, alta, con pantalón vaquero y camisa azul, que rellenaba bien, no era especialmente guapa, pero tenía atractivo; uno de los hombres, el que se sentó a su lado, vestido también con vaquero y camisa, era menudo de cuerpo y suave de carácter, mientras que el otro, sentado a continuación del anterior, parecía Otelo, el Moro de Venecia, vestido de negro, con pelo rizado y barba fina muy recortada, negros igualmente, y anillo en la oreja.

Nada más llegar iniciaron el ritual de fotos y acoplamiento, ahora junto a este y ahora te cambio el asiento, acompañado de alaridos masculinos y gritos femeninos, intentando comprobar que existían, no por tener conciencia de ello sino por la simple reverberación del sonido. En esos trotes, a la treintañera de la que os hablo se le abrió la camisa, dejando ver completamente un delicioso sujetador blanco de blonda, lo que fue captado inmediatamente por otra compañera, que le advirtió de ello.

Aún no les habían servido ni el agua .. Ante mi sorpresa, no solo no le importó sino que con gesto decidido se despechugó algo más, mientras se movía rápida entre sus compañeros, que por otro lado no prestaban mayor atención al asunto. Al fin se sentó donde les dije, quedando el sensible entre ella y Otelo.

La moza, genio y figura, activa y espontánea, intentó charlar con el chico, menudo de cuerpo y suave de carácter, que se sentaba a su derecha.. Querrá subvertir lo que intuyo, pensé.. ¡Vano intento!. A pesar de que la camisa se abría ya espléndidamente, mostrando totalmente un tetamen firme y redondo, Otelo no le dio ninguna oportunidad y trincando por la nuca al Menudo, le atornilló la dentadura en el cogote, tras explorarle la boca y perforarle la laringe.

Nuestra protagonista se rindió, ante muestra tan clara y conforme, dedicando su atención a dos muchachotes fornidos que tenía frente a ella, aunque estos tampoco parecieron prestar atención a lo que se les ofrecía a pares. Y yo me preguntaba que había cambiado en las gentes ..; que no me importaba tanto la actitud de la mujer, que una cosa es mostrar y otra entregar, ¡no nos confundamos!, como la de los hombres. ¿Será que soy un viejo verde depravado?. ¡Me gustan las tetas, órdiga!.

Entretanto, Otelo miraba intensamente al Menudo, mientras le echaba despacio en la cara el humo azul grisáceo de un cigarrillo...

5 comentarios:

Silvia dijo...

¿Ves? Esto confirma la queja frecuente entre las mujeres de mi quinta que conozco. Que el mercado masculino, de nuestros coetáneos, está fatal.
De todas formas, puedo entender lo de los dos muchachotes fornidos, si hacemos caso al dicho castizo. Dónde tengas la olla...
Espero que al menos tú, te alegraras la pestaña con el espectáculo.

currinche dijo...

Pues que mala pata ! desde luego los hombres ya no son lo que eran ,aunque tampoco me parece tan normal la exhibición de ella ,debía estar un poco necesitada !!!

Marian dijo...

Yo si que no sabría de que voy o de que van. Cuanto más observo alrededor, más irreconocible me parece el "ecosistema"...

Unknown dijo...

Un apunte para intentar discernir entre tan obtusos comportamientos. Me he enterado de lo que en realidad ocurría. Ocurría que la moza llevaba tiempo intentando ligarse al muchacho menudo, pero éste, que se sentía agobiado por tanta dedicación teteril y quería dejar claro que ná de ná, que a él le gustaban las chicas recatadas, pactó con el Oteleo una puesta en escena: le haría enteder que era suyo. Pero el moro, que estaba deseando complacer, aprovechó firmemente la circunstancia. Y sentó pabellón. Se cuenta que desde entonces todas las mozas de la empresa quieren ligárselo. Y la chica de los botones flojos sigue preguntando:
"¿Así es el mundo?"

Oshidori dijo...

Otelo, Menudo, Tetuda... Estos personajes me suenan. Como voy mejor del catarro, me quedo con la Tetuda.