Desde hace días quería escribir algo que respondiese a este titulo. Lo he intentado ya dos veces; la primera escribí "Vivir" y la segunda "La ola", que precenden a este en el archivo y que forman con él una especie de trilogía, pues esbozan mi estilo de vivir.
Hace tiempo expuse aquí una idea que escuché a don Julián Marías. Exponía que el Hombre anhela Seguridad; es más, la busca obsesívamente durante toda su vida. Quiere ahuyentar la duda de su amor, de sus amistades, de su trabajo, de su salud, de su futuro.... Sueña con que todo aquello que emprenda no sólo carezca de riesgos, y esté a salvo de cualquier contratiempo, sino que se ajuste lo máximo posible a sus deseos.
No queremos disgustos ní sorpresas. Replicaréis que las sorpresas os gustan, pero os lo rebato; lo que os gusta es que inesperádamente se cumpla algo que en algún momento deseásteis..... Sí lo que acontece no sólo es inesperado sino que, además, nunca pensásteis que os iba a ocurrir, el desasosiego, la intranquilidad,... e incluso el temor en ocasiones, invadirá vuestro pensamiento.
Continuaba don Julián aseverando que el Hombre sólo puede estar seguro de dos cosas: Una, que ha nacido y, otra, que algún día morirá. Y es cierto. En lo demás podemos pensar, hablar, discutir y hacer lo que queramos, que nunca sabremos que ocurrirá. Desconocemos el futuro.
Por cierto; sí cameláis con facilidad, tenéis verborrea y buena capacidad de observación, creo que trabajar como adivinos produce buenos beneficios y tiene un futuro halagüeño..
Me váis a permitir que abandone la teoría y comente alguna ocasión concreta. ¿Recordáis vuestros primeros escarceos amorosos, tan llenos de ilusión?; yo iba como un "becerrico", todo el día corriendo, sin parar en sitio alguno, equivocándome en todo, resoplando,...., ¡pero con el alma llena de vida!. Era feliz.
Y un día comencé a montar a caballo.. Bonito es, si..; ¡pero que miedo pasé al principio!. Se me ocurrió preguntar a mis amigos "¿donde tiene el freno de mano?" y no comprendían mi sutileza. Pero cada instante de los muchos que he pasado a caballo ha sido paladeado inténsamente.. ¿La causa?; yo sabía, sentía, que montado convivía con un ser vivo -que se diferenciaba de mí en la inteligencia de su mirada- y que lo que sucediese dependía de mi voluntad, de mi técnica.., y de su fuerza, de sus reacciones inesperadas, de su doma...
En fin, sabía con claridad que no controlaba totálmente la situación. Por ello, ponía toda mi atención, todo mi saber y, en ocasiones, precisaba de todo mi coraje para superar ciertos momentos complicados. Ese riego ha originado que disfrutase con intensidad de la equitación. Nunca me aburrí; desconocía lo que podía ocurrir, aunque procuraba que sucediese como yo quería... Vivía.
¿Y las comidas?. Sí viajáis, nunca comáis de aquello que sabéis que os gusta.. ¡Hay tantas cosas ricas!. Los españoles -los que no aman el riesgo ní el placer- cuando están ante una cocina desconocida dicen:"...Estooo, ehhh, ¿tendría un filete con patatas?". ¡¡Anatema!!.
Lo que hay que hacer es buscar un sitio donde no haya manera de entenderse con nadie; cuando acuda el que se supone que es el camarero, mirarle con beatitud.., sonreid y poned el dedo en algún lugar de la carta.. ¡El mundo es vuestro!.
Así, conseguiréis pasar la noche sentados en una banqueta del baño, "amorraos" al lavabo, con el grifo abierto y bebiendo compulsívamente durante horas, para intentar disminuir aquel horroroso ardor de estómago que corroe vuestra entrañas.. (No me olvidaré nunca de los griegos).
Acabemos. No tengáis miedo. Sí os aburrís es porque buscáis seguridad. ¡Vivid, que no es tan peligroso!; dejaréis algún hueso en el camino, unos cuantos amores..., ¡pero poco aburrimiento!.
Ánimo. ¡Ah! y olvidaros de hecer grandes cosas. Ní se necesita mucho dinero, ní es preciso viajar a Tombuctú, ní salvar a la humanidad para ser feliz. Cosas nímias, menudas, de todos los días...
Y recordad el lema de la Caballería: "Delante de un obstáculo, lanza más allá tu corazón y vé a buscarlo sobre tu caballo".
Hace tiempo expuse aquí una idea que escuché a don Julián Marías. Exponía que el Hombre anhela Seguridad; es más, la busca obsesívamente durante toda su vida. Quiere ahuyentar la duda de su amor, de sus amistades, de su trabajo, de su salud, de su futuro.... Sueña con que todo aquello que emprenda no sólo carezca de riesgos, y esté a salvo de cualquier contratiempo, sino que se ajuste lo máximo posible a sus deseos.
No queremos disgustos ní sorpresas. Replicaréis que las sorpresas os gustan, pero os lo rebato; lo que os gusta es que inesperádamente se cumpla algo que en algún momento deseásteis..... Sí lo que acontece no sólo es inesperado sino que, además, nunca pensásteis que os iba a ocurrir, el desasosiego, la intranquilidad,... e incluso el temor en ocasiones, invadirá vuestro pensamiento.
Continuaba don Julián aseverando que el Hombre sólo puede estar seguro de dos cosas: Una, que ha nacido y, otra, que algún día morirá. Y es cierto. En lo demás podemos pensar, hablar, discutir y hacer lo que queramos, que nunca sabremos que ocurrirá. Desconocemos el futuro.
Por cierto; sí cameláis con facilidad, tenéis verborrea y buena capacidad de observación, creo que trabajar como adivinos produce buenos beneficios y tiene un futuro halagüeño..
Me váis a permitir que abandone la teoría y comente alguna ocasión concreta. ¿Recordáis vuestros primeros escarceos amorosos, tan llenos de ilusión?; yo iba como un "becerrico", todo el día corriendo, sin parar en sitio alguno, equivocándome en todo, resoplando,...., ¡pero con el alma llena de vida!. Era feliz.
Y un día comencé a montar a caballo.. Bonito es, si..; ¡pero que miedo pasé al principio!. Se me ocurrió preguntar a mis amigos "¿donde tiene el freno de mano?" y no comprendían mi sutileza. Pero cada instante de los muchos que he pasado a caballo ha sido paladeado inténsamente.. ¿La causa?; yo sabía, sentía, que montado convivía con un ser vivo -que se diferenciaba de mí en la inteligencia de su mirada- y que lo que sucediese dependía de mi voluntad, de mi técnica.., y de su fuerza, de sus reacciones inesperadas, de su doma...
En fin, sabía con claridad que no controlaba totálmente la situación. Por ello, ponía toda mi atención, todo mi saber y, en ocasiones, precisaba de todo mi coraje para superar ciertos momentos complicados. Ese riego ha originado que disfrutase con intensidad de la equitación. Nunca me aburrí; desconocía lo que podía ocurrir, aunque procuraba que sucediese como yo quería... Vivía.
¿Y las comidas?. Sí viajáis, nunca comáis de aquello que sabéis que os gusta.. ¡Hay tantas cosas ricas!. Los españoles -los que no aman el riesgo ní el placer- cuando están ante una cocina desconocida dicen:"...Estooo, ehhh, ¿tendría un filete con patatas?". ¡¡Anatema!!.
Lo que hay que hacer es buscar un sitio donde no haya manera de entenderse con nadie; cuando acuda el que se supone que es el camarero, mirarle con beatitud.., sonreid y poned el dedo en algún lugar de la carta.. ¡El mundo es vuestro!.
Así, conseguiréis pasar la noche sentados en una banqueta del baño, "amorraos" al lavabo, con el grifo abierto y bebiendo compulsívamente durante horas, para intentar disminuir aquel horroroso ardor de estómago que corroe vuestra entrañas.. (No me olvidaré nunca de los griegos).
Acabemos. No tengáis miedo. Sí os aburrís es porque buscáis seguridad. ¡Vivid, que no es tan peligroso!; dejaréis algún hueso en el camino, unos cuantos amores..., ¡pero poco aburrimiento!.
Ánimo. ¡Ah! y olvidaros de hecer grandes cosas. Ní se necesita mucho dinero, ní es preciso viajar a Tombuctú, ní salvar a la humanidad para ser feliz. Cosas nímias, menudas, de todos los días...
Y recordad el lema de la Caballería: "Delante de un obstáculo, lanza más allá tu corazón y vé a buscarlo sobre tu caballo".
2 comentarios:
Gisel, creo que lo único que importa es ser fiel a uno mismo, no mentirse ní engañarse nunca. Más vale ser un "producto" auténtico y de calidad que una mala copia, intentando parecerse a lo que se considera ideal, correcto, bueno,..., pero que ní se siente ní tiene nada que ver con lo que somos.
Me encantó la última frase
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