Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

domingo, 4 de abril de 2010

Una carta, un instante

Lo que me cuentas hoy sobre su estado es lo mismo que entendí cuando me dijiste que habíais salido de la clínica. No creo en milagros. Cuando en ocasiones exclamo ¡qué bien, ya pasó!, no estoy pensando ni en que existen pajaritos preñaos ni en que tocó el premio de la Loto; pienso solo en la realidad, pues el resto carece de lógica. Y la realidad puede ser para mí un gran premio, pues con independencia de cual sea me certifica donde estoy, que es lo que tengo entre manos y que puedo hacer para despertar mañana.

Milagros.. Cierta iglesia le ha vendido a las gentes que suceden. Y no digo que no, que para Dios todo es posible, pero me da que Él, más que en milagros, cree en nosotros porque nos sabe capaces se superarnos e ir más allá de tropiezos y dificultades.

La mayoría de las personas deseamos que los problemas desaparezcan cuanto antes; si, que desaparezcan y no superarlos, posiblemente un resto inconsciente de tiempos atávicos en los que el ser humano carecía de casi todo y tenía que esperar que el problema se evaporase milagrosamente, pues no disponía de conocimientos ni de medios para enfrentarse a él y resolver su existencia.

Pero cuando te han vapuleado muchas veces y por causas muy distintas, y sigues ahí, comprendes que eso es una tontería, que lo que hay que hacer es desplegar toda nuestra inteligencia e intentar primero comprender la situación y luego participar en su juego, hasta que se disuelva en nuestra vida y quede atrás.

Las cosas y la vida son como son, no como nos gustaría que fuesen. No son ni buenas ni malas, solo responden a su esencia. Lo bueno y lo malo son exclusivamente aplicaciones de nuestra conciencia. Así que según sea la personalidad de cada uno, convertimos en más o menos malo el obstáculo que tenemos delante; pero el obstáculo no es malo, sino solo un proceso o un objeto de los muchos posibles, que ni nos tiene manía ni busca fastidiarnos. Comprender, comprender...

Y tras darnos cuenta de la realidad que vivimos, jugar.. No, no estoy de broma. El Miedo, otra vez.. Que nos quita la Libertad y reduce el juicio. El miedo que sintieron aquellos hombres prehistóricos en torno a la hoguera, aquella noche del cometa.., y que les hizo entonar el cántico. No sabían.. Y les invadió el Miedo.

Lo anterior es fácil de entender y de relatar en un artículo, ¡pero ay amiga, cuando nos toca!. Entonces tiramos por la borda todo nuestro conocimiento y nos acurrucamos junto al fuego. ¡Qué triunfo para el Miedo, qué dolor para la Esperanza!. El resultado, cobardía.

Creo que hay que jugar la partida que toca. Como aquello viejos cazadores, antepasados nuestros. Tenemos que recuperar algo de su carácter y dejar de lado el de los sedentarios y temerosos agricultores que les siguieron. Cuando salían de su choza para una partida de caza que les llevaría lejos y que les mantendría solos, sabían y aceptaban que quedaban a merced de sus fuerzas, que habría accidentes, que podrían lesionarse y ser atacados, tanto por animales como por otros hombres; o morir y no volver. Pero tenían asumido que eso era su vida. Su vida... Y la vivían.

Mientras hoy en día quien se pierde clama angustiado para que acudan en su ayuda, solicitando mil y un equipos de rescate dotados con los recursos más modernos, esperándolo todo, aquellos antepasados nuestros, por el contrario, jugaban la partida de su vida con alma, corazón y vida, sin esperar que nadie les solucionase cosa alguna y poniendo al mal tiempo, buena cara. ¡Querían sobrevivir!; ¡tenían voluntad de vencer!. No porque fuesen seres extraordinarias, sino por su mentalidad. Y si ellos podían, a nosotros se nos puede exigir que seamos capaces de lo mismo. Ellos y nosotros, solo somos Seres Humanos.

Vivimos tiempos de cobardía. Esperamos casi todo de fuera y aunque ¡claro qué tenemos que emplear todos los recursos existentes! -¡nunca he dicho otra cosa!-, recalco que el primer recurso es no dejarse invadir por el temor. Sin eso, nada vale. ¿Y cómo nos podemos defender de la invasión del Miedo?. Pues comprendiendo, situando cada aspecto en su justa medida y valor.

Es normal que al salir estuvieseis eufóricos. La tensión sale a borbotones. Pero tienes cabeza más que suficiente para comprender que la normalidad era el agotamiento y que esperaba un tiempo de recuperación, lenta y exigente. Te he mencionado una y otra vez la maratón; ¿recuerdas como llegan los fondistas?. Su agotamiento es pleno, les falta solo un suspiro para caer. Déjales.... Al tran tran, a su marcha, que respiren, descansen, duerman, coman, se hundan, ...
¡Es todo tan normal para un espíritu cazador!; fueron varias lunas fuera de la aldea... Así que se te puede y debe pedir no solo que estés tranquila, sino alegre y confiada. Porque vais a salir con bien. Y porque volverás a la vida normal. Eso si, más sabia y fuerte, más crecida....

A no ser que pueda en ti el Miedo y te adopte como hija. Pero ten claro que nunca será por el tamaño y la dureza de lo que se te oponga, sino porque tu voluntad lo acepta. En el mismo momento, pudo decantarse por la Esperanza. Y esta es más bella y útil.

Me dices que te gustaría compartir esta carta con más gente. Sus palabras son tuyas, pues cada carta es un regalo, así que si así lo quieres así será. Sabes que carezco de pudores y no comprendo bien eso de la intimidad. Lo poco noble y bueno que pueda tener, lo muestro con orgullo y lo que hace que mi mirada se pierda en la niebla, es cosa solo mía. Pero nada guardo si puedo mostrarlo sin vergüenza. Y nunca aquello en lo que creo. Y creo en lo que digo. Que me pueda equivocar, es otra cosa.

2 comentarios:

currinche dijo...

Compartida,Añado una cosa ,me temo que no hay nada que comprender,es inútil romperte la cabeza buscando razones ,las cosas pasan porque pasan y siguiendo la ley de Murphy ,a veces aún pueden empeorar ..desgraciadamente .Y eso que yo era superoptimista ,pero desde que he salido de mi cueva y de mi fuego ,chico, me dan por todos los lados ,y ya no me fío de ná !!!

Oshidori dijo...

Comparto todas tus palabras, y tus sentimientos.