Llevo unos días aprendiendo. ¿Qué?. Pensamientos interesantísimos para comprender lo que es la existencia humana. Y esta mañana, placentera mañana, he escuchado atentamente una explicación sencilla y no por eso menos profunda, sobre como se desarrolla nuestra vida.
Y una vez más se ha hecho realidad algo que siempre he creído. La explicación ha nacido de la experiencia vital de quien me hablaba, de lo aprendido día a día al confrontarse con múltiples y variadísimas circunstancias que exigen ser resueltas. Mis sensaciones intelectuales de mayor calado no han sido originadas mediante el estudio sino contemplando con gran atención lo vivido.
España es un país atrasado y humilde. Quizá por eso extrema la importancia de gente que aporta méritos académicos y títulos. ¡Pobres diablos!. Posiblemente sea esta mentalidad la que nos lleva a no prestar la atención debida a quienes plantan cara a la realidad que les toca y resuelven sus problemas mediante imaginación, arrestos y aceptación de los riesgos que exige existir y no solo durar. Así que ahí estamos..
Recuerdo una ceremonia que se desarrolló hace años en el palacio de Buckingham en la que S.M. la reina Elizabeth impuso determinadas condecoraciones a soldados que habían participado en la llamada Guerra de las Malvinas. Uno de los condecorados era un joven soldado raso, rubicundo y pelirrojo, de fuerte constitución; y sin brazos.
Su Majestad se detuvo frente a él, que se mantenía en posición de firmes y con la mirada al frente. Impresionada, permaneció muda y al cabo le preguntó: "¿Cómo es posible vivir así?". El soldado contestó sin inmutarse: "Señora, todo es cuestión de entrenamiento".
Entrenamiento... La vida de cualquiera puede afrontarse desde la realidad o desde lo que imaginamos que es o deseamos que suceda. Esto último suele ser consecuencia de que no somos capaces de admitir la vida tan real como es, pues carecemos de capacidad para gestionarla con entereza; y claro, chaqueteamos. El resultado es el fracaso, la pobreza de resultados vitales.
Y es que la realidad es como es y nunca jamás se adapta a lo que imaginamos o deseamos que sea, según la medida de nuestras fuerzas. Así que dejemos de huir y plantemos cara... Pero no es fácil. Al igual que ante cualquier otra prueba, y la vida es un continuo examen, necesitamos prepararnos para superarla y obtener el mejor resultado posible.
Por duro que sea y por mucho que la mentalidad de hoy en día no quiera aceptarlo -y así le va a nuestra sociedad-, quienes no son capaces de solucionar los problemas que se les presentan y no pueden con las dificultades diarias son triturados por la existencia. Es justo. Desde los inicios de la vida de todas las especies, incluida la nuestra, la selección natural es Ley.
Entrenamiento... ¿Y qué es eso, cómo se entrena uno para vivir?. La respuesta la escuchaba esta mañana. Es muy sencilla. Se entrena uno viviendo. Si la observamos con los ojos bien abiertos, la vida no es otra cosa que un continuo entrenamiento, ya que vamos recorriendo un camino jalonado por obstáculos de muy diversa composición y exigencia que tenemos que superar. Cuanto mejor lo hagamos, más dichosos seremos; cuantos más fracasos acumulemos, mayor amargura.
Quien me hablaba, me ha abierto su corazón. Me ha contado como desde que se salió de casa de sus padres no ha hecho más que experimentar cosas nuevas e irlas resolviendo como mejor sabía y podía. Sus relaciones personales, gentes que aparecen y otros que nos abandonan, su trabajo, el nacimiento de sus hijos, mudanzas, diversas enfermedades propias y de todos los suyos, muertes sin aviso, conflictos familiares, dolores varios..
Y según la escuchaba, y comprendía, revivía lo propio.. Mi vida en otros países, en muchos lugares diferentes en España; los coincidentes, amigos, compañeros, simpatizantes y opositores aparecidos y desparecidos; mis muchas actividades distintas, mis cambios por que así lo mandan y con independencia de que me guste o no, la carencia de rutina, la privación de la intimidad, la extrema exigencia física en muchos momentos, la suma de fracasos, la pérdida de las ilusiones, el dedicarme a lo que no deseaba, ... Y tantas y tantas cosas.
Y he comprendido que todo eso era un premio. Mi entrenamiento. Lo que me ha forjado tal cual soy. He sentido que gracias a que, por momentos, ni siquiera decidía donde trabajaba y carecía de posibilidad de programar lo que haría después, y a que muchas cosas venían a mí por sorpresa, he logrado una adaptabilidad a lugares, situaciones y personas que me ha permitido salir con bien de muchos apuros.
Porque -como suelo repetir- aunque conocemos lo que hemos vivido, lo que nos toca vivir en el futuro es totalmente desconocido y eso nos obliga a estar dispuestos a afrontar el mayor número de contingencias posibles, de manera que la mejor manera de entrenarse para diligenciar con bien el día de mañana no es otra que acumular experiencias diversas y no atemorizarse ante lo imprevisto, huyendo de lo rutinario y ya sabido.
Y una vez más se ha hecho realidad algo que siempre he creído. La explicación ha nacido de la experiencia vital de quien me hablaba, de lo aprendido día a día al confrontarse con múltiples y variadísimas circunstancias que exigen ser resueltas. Mis sensaciones intelectuales de mayor calado no han sido originadas mediante el estudio sino contemplando con gran atención lo vivido.
España es un país atrasado y humilde. Quizá por eso extrema la importancia de gente que aporta méritos académicos y títulos. ¡Pobres diablos!. Posiblemente sea esta mentalidad la que nos lleva a no prestar la atención debida a quienes plantan cara a la realidad que les toca y resuelven sus problemas mediante imaginación, arrestos y aceptación de los riesgos que exige existir y no solo durar. Así que ahí estamos..
Recuerdo una ceremonia que se desarrolló hace años en el palacio de Buckingham en la que S.M. la reina Elizabeth impuso determinadas condecoraciones a soldados que habían participado en la llamada Guerra de las Malvinas. Uno de los condecorados era un joven soldado raso, rubicundo y pelirrojo, de fuerte constitución; y sin brazos.
Su Majestad se detuvo frente a él, que se mantenía en posición de firmes y con la mirada al frente. Impresionada, permaneció muda y al cabo le preguntó: "¿Cómo es posible vivir así?". El soldado contestó sin inmutarse: "Señora, todo es cuestión de entrenamiento".
Entrenamiento... La vida de cualquiera puede afrontarse desde la realidad o desde lo que imaginamos que es o deseamos que suceda. Esto último suele ser consecuencia de que no somos capaces de admitir la vida tan real como es, pues carecemos de capacidad para gestionarla con entereza; y claro, chaqueteamos. El resultado es el fracaso, la pobreza de resultados vitales.
Y es que la realidad es como es y nunca jamás se adapta a lo que imaginamos o deseamos que sea, según la medida de nuestras fuerzas. Así que dejemos de huir y plantemos cara... Pero no es fácil. Al igual que ante cualquier otra prueba, y la vida es un continuo examen, necesitamos prepararnos para superarla y obtener el mejor resultado posible.
Por duro que sea y por mucho que la mentalidad de hoy en día no quiera aceptarlo -y así le va a nuestra sociedad-, quienes no son capaces de solucionar los problemas que se les presentan y no pueden con las dificultades diarias son triturados por la existencia. Es justo. Desde los inicios de la vida de todas las especies, incluida la nuestra, la selección natural es Ley.
Entrenamiento... ¿Y qué es eso, cómo se entrena uno para vivir?. La respuesta la escuchaba esta mañana. Es muy sencilla. Se entrena uno viviendo. Si la observamos con los ojos bien abiertos, la vida no es otra cosa que un continuo entrenamiento, ya que vamos recorriendo un camino jalonado por obstáculos de muy diversa composición y exigencia que tenemos que superar. Cuanto mejor lo hagamos, más dichosos seremos; cuantos más fracasos acumulemos, mayor amargura.
Quien me hablaba, me ha abierto su corazón. Me ha contado como desde que se salió de casa de sus padres no ha hecho más que experimentar cosas nuevas e irlas resolviendo como mejor sabía y podía. Sus relaciones personales, gentes que aparecen y otros que nos abandonan, su trabajo, el nacimiento de sus hijos, mudanzas, diversas enfermedades propias y de todos los suyos, muertes sin aviso, conflictos familiares, dolores varios..
Y según la escuchaba, y comprendía, revivía lo propio.. Mi vida en otros países, en muchos lugares diferentes en España; los coincidentes, amigos, compañeros, simpatizantes y opositores aparecidos y desparecidos; mis muchas actividades distintas, mis cambios por que así lo mandan y con independencia de que me guste o no, la carencia de rutina, la privación de la intimidad, la extrema exigencia física en muchos momentos, la suma de fracasos, la pérdida de las ilusiones, el dedicarme a lo que no deseaba, ... Y tantas y tantas cosas.
Y he comprendido que todo eso era un premio. Mi entrenamiento. Lo que me ha forjado tal cual soy. He sentido que gracias a que, por momentos, ni siquiera decidía donde trabajaba y carecía de posibilidad de programar lo que haría después, y a que muchas cosas venían a mí por sorpresa, he logrado una adaptabilidad a lugares, situaciones y personas que me ha permitido salir con bien de muchos apuros.
Porque -como suelo repetir- aunque conocemos lo que hemos vivido, lo que nos toca vivir en el futuro es totalmente desconocido y eso nos obliga a estar dispuestos a afrontar el mayor número de contingencias posibles, de manera que la mejor manera de entrenarse para diligenciar con bien el día de mañana no es otra que acumular experiencias diversas y no atemorizarse ante lo imprevisto, huyendo de lo rutinario y ya sabido.
Y es que si no, la vida se torna aburrida
5 comentarios:
Nunca me han gustado las rutinas y enseguida me he aburrido de hacer lo que estaba ya previsto de antemano. Pero cuando la vida se vuelve complicada...¡Nunca creí que iba a echar de menos la rutina!
Vivir, en efecto, es complicado. Pero quien vive huyendo de la vida termina enseguida escondido y muerto por dentro, tras una fachada muchas veces saludable. Sí, viene muy bien el entrenamiento ante las dificultades, el hacer frente a lo que nos perturba, nos hiere o nos incomoda, pues así vamos aprendiendo. Por eso creo en la educación como aprendizaje de la vida, no como conjunto de conocimientos librescos. Lo malo es que hoy los chicos y los jóvenes están educados en la facilidad y no solo son, en general, bastante baldíos en lo que concierne a cualquier conocimiento intelectual verdadero, que eso sería lo de menos, lo peor es que tampoco saben como afronta la más ligera decepción, la más ligera frusutración. Yoghurcitos blanditos y desnatados¡Pobrecitos!
¡Ah! Otra cosa: el entrenamiento para que funcione debe de ser interno, debe de ser aceptado e incluso decidido por uno mismo; los entrenamientos externos que buscan la uniformidad suelen ser alienantes. Desde mi humilde punto de vista, claro. Por eso prefiero hablar de educación y no de entrenamiento. Y eso ocurre a lo largo de toda la vida , a no ser que uno esté ya con el alma amojamada.
... Me da la sensación, y en cierta medida me lo has recordado, que hay cierto desdén por las vidas más organizadas y rutinarias. No digo que la mía lo sea, pero podría parecer así a cualquier observador externo. No me voy, como amigos que tengo, a recorrer el Yukón, a estar mañana aquí y hoy allá ni vivo a salto de mata o tengo una vida llena de emociones espectaculares (las mías son más modestas). Tengo el mismo trabajo desde hace quince años y no me he metido en un piso, por la situación económica de mi empresa, que va unida a la mía personal (he sido muy cauta a ese respecto. Y muy egoísta, también).
Pero yo no siento que mi vida sea rutinaria, aunque haga prácticamente las mismas actividades a diario. Porque siempre hay alguna novedad sobre la que aprender, si se quiere mirar. Es cuestión, como casi todo, de elección....
Hay veces que mis palabras provocan un enriquecedor intercambio de ideas con mis amigos, que no se refleja aquí pues se desarrolla dentro del diálogo que mantenemos habitualmente. Los párrafos que pueden leerse en cursiva al comienzo de este comentario corresponden a parte de ese intercambio y los origina mi artículo. Al leerlos he comprendido que debo aclarar algo de lo dicho.
No se trata de irse al Yukón. Por el contrario, creo que esa especie de moderno aventurero inquieto es justamente el resultado contrario a lo que predico; un eterno adolescente, que huye mediante el exceso de actividad. Se trata, solo y es mucho, de no pretender encauzar la existencia sino de resolverla según llega.
Cada uno vive lo que le toca. Lo único que preconizo es que nos preparemos para digerirlo tan bien como podamos y que no deben irritarnos las sorpresas. Sea la que sea, dejemos que el tipo de existencia en la que transcurren nuestros días se desarrolle, sin tener previsto y pensado lo que vamos a hacer.
¡Claro que tenemos que anticiparnos en lo posible!. Pero en nuestra preparación y disposición de lo necesario para que lo que llegue lo vivamos del mejor modo que esté a nuestro alcance. No como un conocido, que tenía notas clavadas con chinchetas por su casa; en la cocina, los platos que exactamente debían comer cada día durante las dos semanas siguientes; en la puerta de la casa, los días, horas y lugares a los que salir a tomar algo; ... ¡Por favor!.
Una de las facetas más interesantes de la vida es las sorpresas que nos da. Respetémoslas. Tienen su razón de ser.
Sorpresa ,ese es el quid de la cuestión,la vida es imposible de programar ,depende de tantos factores !!Agacharse y volverse a levantar y no hay más ,con eso basta .El caso es sobreponerse a las dificultades ,mañana saldrá el sol otra vez ,eso si es seguro.
Entrenamiento…
Es bueno prestar atención a lo escrito. Revela una forma de estar en la vida, de relacionarse con ella en espacios y ambientes diversos. Prestar atención es, en estos días, un recurso escasísimo. No atinamos a ver el arroyo del pensar común que nos arrastra y muy pocos piensan por si mismos.
Creo que voy entendiendo que esto que llamamos vida debería parecerse más a un juego que a un sueño, aunque determinadas experiencias nos hagan sentir como al Segismundo de Calderón. Nunca he practicado un deporte de forma sistemática y rigurosa pero es verdad que la existencia participa de esa asociación con el juego: Implica comunicarse, tomar decisiones, resolver problemas, improvisar, respetar las reglas y quizá lo más importante superar la frustración . Hay habilidades que a algunos se nos quedan cortas ¿Lo importante es participar?...¿Es una cuestión de aptitud o de actitud lo que da coherencia a nuestros descalabros vitales, a la calidad y cantidad de nuestras experiencias?
Si la vida es “juego” …y me surge la reflexión no por simplificar algo que es único, personal e intransferible; entonces, el error es parte consustancial al juego y saber convivir y aprender de él necesario para transformar nuestras frustraciones en desafíos y en oportunidades para el futuro.
Entrenamiento y realidad…leer las señales del entorno, adquirir cierta capacidad para defendernos de la angustia y el miedo, lo que no significa que seamos insensibles a ellos ni que necesariamente los padezcamos con menor intensidad. Sí, un regalo que flexibiliza el sentido –o sucesivos sentidos, a lo largo del tiempo- que damos a la vida, a dar lo mejor de nosotros mismos …
Tomarás en serio a la vida
pero en serio a tal punto
que a los setenta años plantarás olivares,
no para que queden para tus hijos,
sino porque, aunque temas a la muerte,
ya no creerás en ella,
puesto que en tu balanza la vida habrá pesado mucho más.
Nazim Hikmet en su poema "Sobre la vida":
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