Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

miércoles, 28 de abril de 2010

Sexualidad masculina durante mis años mozos

"Se ha escrito bastante, no sé si todo, sobre la sexualidad femenina, pero muy poco sobre la masculina. ...... algunos hombres no tienen mucho que contar: pin, pam, pun, fuego. Pero creo que esto es solo una primera aproximación, pues ya sabes que no me refiero al coito cuando hablo de la sexualidad, o al menos no solo a eso, sino a todas las fantasías, sentimientos, deseos, juegos y hasta .. ¿desviaciones?. Es decir a todo lo que implica la pulsión sexual, que es más profunda y que también rige la vida masculina, aunque como .... están en realidad menos reprimidos que las mujeres, .... no suelen elaborar una sexualidad más compleja".

Mi mejor amiga publicó hace poco un artículo sobre la sexualidad femenina en los tiempos del régimen de Franco. Pero se que no está satisfecha con lo expuesto pues lo considera incompleto. Prueba de ello es que me ha escrito para que yo exponga algo sobre la sexualidad masculina de aquel tiempo; de lo que me dice he entresacado algunas frases, que he transcrito al comienzo, ya que me van a servir de guía.

Una vez más, y lo haré siempre, tengo que acudir a los análisis sobre el lenguaje de la Escuela Jurídica Escandinava. En esencia, cualquier lengua es el instrumento básico de comunicación humana. Pero existe una dificultad para que logremos con ella un resultado eficiente; y entendamos eficiente como se interpreta el término en ingeniería: eficacia al menor coste y en el menor tiempo.

Ahora mismo en mi mente existe algo sobre la sexualidad que quiero decirles --> pero que nunca consigo trasladar exactamente mediante palabras --> que usted lee, pero sin disponer de aquella intención mental que yo tenía, con un interés relativo y en un momento que puede no ser idóneo --> por lo que, en consecuencia, de lo que yo estoy escribiendo a lo que está percibiendo su mente hay ya una gran distancia. --> Al cabo, cuando termine esta lectura, si lo hace, de lo que creo sobre sexualidad a lo que usted entiende que creo, habrá un abismo.

Hecha esta puntualización, que repito que siempre deberíamos tener presente, pregunto: ¿Qué es sexualidad?. Porque de la información previa que he obtenido de la U.N.E.D. y de las expresiones de muchas personas, parece ser que se reduce a lo que le respondió hace unos días un niño a su padre, cuando este le preguntaba sobre las clases de sexualidad de su escuela: "Si, eso ya lo se; ¿pero cuando le metes la chorra a mamá que sientes?.

¿Comprenden ahora la razón de lo que prevenía antes?. ¿De qué hablamos usted, lector, y yo cuando usamos el término sexualidad?. ¿Solo del apetito sexual y de la propensión al placer carnal que establece la R.A.E. en la segunda acepción de su diccionario?. Estoy seguro de que si trato la sexualidad tal cual la entiendo, en coincidencia con lo que manifestaba mi amiga en su carta, muchos van a pensar que no hablo sobre sexualidad. Y si reduzco todo a relaciones anatómicas y fisiológicas, más de uno me va a reducir a mí a la categoría de guarrindongo.

Entiendo.. Quieren sexo (acep. 4). Eso que los iletrados llaman ahora género, como si yo fuese solo una palabra. Aunque también me llaman efectivo, como si fuese un euro .. A lo que iba. Lo descubrí pronto, antes de 1955; la causa es fácil de entender: desde Adán y Eva, una vez conocida la existencia de Caín y Abel, a todos les pican las partes pudendas, también conocidas como bajos.

Y cuando pica, te rascas. Es inevitable. Soy un profesional del Mando y la Organización; aunque se de otras cosas, sirvo para lo que sirvo. Y si algo aprendí prontísimo es que nunca ordenaré un imposible o prohibiré una necesidad. La realidad es arrolladora. Así que si le dices a alguien, alto y fuerte: "¡No jodas!", vienes a lograr lo mismo que si le dices "¡no cagues!". Una escurribanda (si no alcanzan lo que significa se lo defino: efecto de comer en agosto de una sentada dos quilos de cerezas y dos litros de agua helada).

Y durante el régimen de Franco, como bajo Fidón de Argos y Cípselo de Corinto, la gente ha follao lo que ha podido. Porque si desde 1939 hasta 1975 en España no fornicaba nadie, ni se hablaban las variedades de vascuence o el catalán en sitio alguno, ¿cómo hemos nasío y cómo se habla catalán fluido en tantísimas familias? (el batúa es otra cosa; se grita en las calles de Jaca).

Así que no era difícil, si tenías interés, espiar como un chaval se la mamaba a un adulto en una caseta de obra. O como una pareja follaba sobre el parapeto de uno de los baluartes del fuerte de San Carlos, en mi pueblo, que daba gloria contemplarles, pues a la combinación del culo peludo del fulano y de los muslos nacarados (¿a qué queda bien?) de ella en una oscilación armónica, se unía la posibilidad de que se escoñasen sobre la mar en tan grato momento.

Y luego en casa. Desde bien chico me sorprendió Isabel cada vez que mientras fregaba el suelo se le salía aquella teta enorme ..; y algo debía notar ella en mi cara cuando me decía: "No importa, que eres un inocente". O cuando, estando solos, mi vecinita se inclinó para jugar con mi sobrinito y por el escote contemplé sus carnes duras y prietas y sus exuberantes tetas.

¿Me siguen?. Allá por los .. 12 años este, suyo que lo es, estaba más salido que un mono de zoológico. Pero todo lo que podía hacer para aliviarme en el ambiente de aquella dictadura ... (¡coño, pega el nombre!, ¿eh?), era mirar por la ventana como la criada del piso de enfrente se lavaba el muslamen en la terraza, sirviéndose de una tina de zinc. Y he de confesarles que aun siendo un niño y pareciéndome sus piernas una maravilla, lo que me dejó confuso y aún me da que sentir, fue la dureza de la vida de aquella mujer que no disponía de cuarto de aseo para lavarse.

Así que la excitación de la carne la vivíamos en la calle y en las casas, y de viva voz. El que más chifla, capador, que dicen en La Rioja. En revistas, lo más excitante que recuerdo era algún escote fotografiado en alguna de modas. Y en el cine, una película que no era más que un documental sobre un parto; había ambulancias en la puerta y más de uno devolvió hasta la leche que mamó. ¡Un exitazo!. En mi familia hubo alguna mujer que fue a verla, acompañada decentemente por una amiga; aún recuerdo lo que hablaban cuando volvieron a casa: "Pero aquello tan negro ¿qué era?; ¡ay hija, no seas tonta!. Eso..".

Así que el personal estaba preparao y con gana. Ignorantes, pero con energía. El problema era como se relajaba uno de aquella tensión. Los chicos solíamos recurrir a las gallardas -ustedes me entienden- y más mayorcitos a las putas, que durante años las casas de lenocinio era legales. Éramos mentalmente más sólidos, consecuencia de muchas carencias materiales y de la dureza general de la existencia. Recuerdo cuando Pachi -tendríamos unos 14 años- se pasó ahorrando varios meses para irse de putas. Cogió el autobús y sin que lo supiese su familia se fue una tarde a la ciudad. Como le había costado mucho sacrificio ahorrar aquel dinero quería que la cosa durase, así que en la escalera se desolló el ciruelo a pajas (¿no se quejarán de falta de riqueza en mi vocabulario, eh?); cuando se encamó, por fin, no le quedaba de y la agüela, que era lo que pudo pagar, no sabía que hacer para que terminase, así que aburrida se puso a comer pipas, mientras aquel energúmeno botaba y botaba sobre ella.

Espectáculos verdes, como los chistes, no había muchos. Para los matrimonios, la revista; aunque puedo asegurarles que adaptada a ese sentido del humor tan español.. "¡A lo fino y elegante!". Recuerdo en especial los espectáculos de "El Molino" en Barcelona, de su más o menos gemelo "El Oasis" en Zaragoza, o de "El Plata" en "El Tubo" de esta misma ciudad, donde la sesión del mediodía de final de los '50 y primeros '60 era ¡aco..jonante!. Venían de los pueblos, en autobús, con boina y gayata, y cuando salía alguna de las vicetiples....

Bien. Iba siendo ya mayorcito. Y no se puede tratar del sexo de los chicos sin contemplar el de las chicas. La cuestión era sencilla.. No hay independencia posible sin independencia económica. La mujer no tenía esta, luego no alcanzaba aquella. Y en la mentalidad rural y arcaica que imperaba y aún pervive en España -véase ese desesperado furor uterino por poseer ladrillos-, la hembra era considerada un depósito de valor.

Como tal, estaba mentalizada a poseer y dar importancia a las joyas y a las pieles. El banco en casa. Lo que tengamos, en oro y piedras, y alguna piel, que si hay que salir de naja, es fácil de transportar. Y luego la herencia. Se hereda.. Es una manera de adquirir bienes. Y muchas veces nadie puede asegurar quien es el padre, pero siempre es posible saber quien es la madre. Así que si queremos conservar las perras, los dineros, hay que guardar los vientres, que luego hereda quien no se sabe. El resultado es que el sexo de la mujer se asegura con llave. Y que mejor llave que la propia conciencia y una educación férrea. Aún, hace muy poco, he oído como una madre le decía a una hija adolescente: "Haz lo que quieras, pero la rajica bien cerrada".

No, nunca fue problema de la dictadura. España arrastra desde el Cid la llave del candado del coño de sus hembras. Era y es problema de miseria, de falta de buena educación. Ellas tenían el marchamo de la vicaria y de la deshonra, como ellos; la única diferencia es que ellas eran las que se abarrigaban. Y ellos, como en "Calle Mayor", limpios de polvo y paja, se creían machos jugando con los sentimientos.

Lo que si hizo mucho daño fue la ausencia de conocimientos sexuales. Me gasté un pastón para comprar "El libro de la vida sexual sana" de López Ibor y lo único que saqué en limpio es que en la página 42 -si mal no recuerdo- había una foto de una tía en biquini que estaba de toma pan y moja. La exposición quería ser tan aséptica que carecía de utilidad, a no ser que se la regalases a un enemigo para su boda. La alternativa era asistir a unos cursillos prematrimoniales en la parroquia .... ¡Para qué les cuento!.

Así que uno aprendía ....; más bien experimentaba sus fracasos en achuchaderos, coches y campos veraniegos. Los primeros eran a modo de clubes, con música, sillones y mesitas de café, donde la única posibilidad, a no ser que fueses el camarero, era darte el lote (que ahora que lo pienso, los camareros tenían que salir con un dolor... Comprendo la mala leche de algunos). Lo del coche, el que lo tuviese, aunque el 600 iba popularizándose, aunque fuese de prestao. Y como lo del campo en noche de verano no creo que necesite mucha explicación, paso a contarles lo del coche..

El coche solía ser pequeño. Tenía un cacho volante, con un pito en el centro, de los que hacen piii, que enseguida piensan en lo que no deben. Los asientos no se reclinaban, aunque si el auto era de dos puertas se abatían los respaldos delanteros, facilitando el asunto, aunque dejando un vano entre ellos y los traseros. Estrecho, no se crean. A poco que uno alentase con las ventanillas cerradas, se empañaban los cristales a la velocidad del rayo. Y todo se combinaba con el panty, que era un a modo de pantaloncito ajustado en tela de faja de su madre y color carne que ellas usaban..

¿Un paseíto en coche?. ¿Te parece que paremos aquí a escuchar música?. ¡Es un sitio tan tranquilo...!. Al instante siguiente, el pulpo que todo joven lleva dentro desplegaba cuanta extremidad podía sobre la moza del asiento del copiloto, que como no era tonta iba prevenida y, además, le apetecía tanto el petting como a él. Poco a poco el magreo aumentaba, el cuerpo se mostraba y si la cosa iba a mayores, había que tomar posiciones....

¡Ay!. La palanquita del limpiaparabrisas la accionabas con el culo, poniéndolo a funcionar a toa leshe, mientras que con el pie subías la de los intermitentes, que marcaban desaforada y continuamente a la derecha. Aparte, aquel peazo volante te obligaba a tales contorsiones para evitarlo que más de uno acabó herniao. Ella, al procurar facilitar el acceso, tocaba el pito -el del piii- con el talón izquierdo, mientras al sacar la pierna derecha por la ventanilla -si no, era imposible- le pasaba el pie por la cara a un Guardia Siví, bigotudo él y mayor, que casualmente acudía atraído por semejante verbena y que solía iluminarte con una linterna tras dar amablemente unos golpecitos en la chapa.

Como uno tiene cierta relación con el Cuerpo -los de verde-, arguía en su defensa que no había hecho de -el doble que la vez anterior-, mientras mostraba como sus manos estaban enrolladas en aquel panty fatídico que no había hijo de madre que consiguiese bajar.

Termino. Que tanto recuerdo de lo que quiso ser y nunca se produjo hace que mi ánimo decaiga, aunque más, a estas alturas, es imposible. Así que para terminar les contaré algo, ¡por fin!, sobre sexualidad, sobre lo que creo firmemente que es en realidad.

Mi sexo es masculino. Y el de ella femenino. Parece ser que nos complementamos. Y que podemos sentir un gran placer estando juntos. En realidad, toda mi vida puede reducirse a su búsqueda, a encontrar su mirada y disfrutar de su sonrisa. Somos cómplices, compañeros, amigos, .. Y a la vez, y siempre, seres humanos, con una parcela propia que nadie debe invadir. Pero, con independencia de esta, necesito compartir mi vida con ella, que me complementa, me aseda, me impulsa, hace que me sienta vivo y logra que sea un hombre mejor.

Pero no es fácil. Hay que saber aproximarse, jugar, seducir, alegrar, apoyar, descubrir novedades, sorprender, compartir, satisfacer física y emocionalmente... ¡Y qué se yo cuantas cosas más!. Así que como soy muy torpe y carezco de experiencia, les remitiré a un ejemplo de lo que creo que es una sexualidad plena y bellísima entre un hombre, todo un hombre, y una mujer fantástica, de esas que hacen temblar las piernas y perder el sentío.

3 comentarios:

MalditosTacones dijo...

Gracias por tus halagos, que recibo, que me gustan (como a la que más) y que humildemente acepto.

Cuando trabajo el tema de sexualidad con adolescentes siempre les digo aquello de "Qué bonito es el amor y no las ganas de follar" (y nos reímos mogollón, y así rompemos el hielo), porque el sexo, la sexualidad y el amor son conceptos distintos (por más que nos empeñemos en usarlos como sinónimos).
Porque puede existir el sexo sin amor, el amor sin sexo, una sexualidad sin sexo, y amor sin sexualidad y además pueden existir otras muchas formas de relación entre hombres y mujeres , hombres y hombres y mujeres y mujeres.
Y que toda forma de relación es maravillosa siempre que todo acto que conlleve sea fruto del acuerdo.

Y que esto es teoría, y que como les digo a ellos a modo de introducción, sexo, sexualidad y amor no se parecen en nada a lo que nos cuentan (les cuento): por eso es tan magnífico, porque es distinto en cada uno, y único, y eso es grandioso.

Luego les digo otras muchas cosas, pero no viene a cuento.

Para mi, para Tacones, la sexualidad transciende al yo. Tiene que ser algo que te conmueva, que componga un motor de arranque diario y te haga vibrar.
El amor, para mí, suele ir de la mano de la sexualidad y es algo tan hermoso, tan enriquecedor, algo que nos hace tan humanos...
El sexo es lo más simple de todo, lo más directo, lo divertido, catártico, siempre disponible, libre. Es algo que me gusta muchísimo, pero el sexo tiene que tener siempre el valor justo: ni más ni menos, además, uno puede vivir sin sexo, pero no sin amor, ni sin una sexualidad plena (que abarca además el concepto integrador del yo).

Y sí, con mi compañero, mi camarada, mi hermano, mi amigo (el gran hombre al que remite tu texto) he tenido una relación de sexualidad plena, de amor sin fisuras, de amistad a quemarropa, sin barreras ni distancias, de deseo siempre encendido, de besos y abrazos, de te quiero tanto que me dueles... Y, sin embargo, jamás compartimos cama, nunca tuvimos sexo juntos y menos mal, porque lo más probable es que lo hubiésemos jodido todo.

Qué tema tan complejo, tan individual, tan maravilloso...
Tan humano, en definitiva...

Siempre, un placer leerte...

Salud (y, de nuevo: gracias)

Unknown dijo...

Agradezco tu artículo y lo disfruto. Es ameno y divertido, pero no está exento de reflexión y moraleja.
No es fácil usar lenguajes tan distintos, dibujar bocetos con miradas diferentes, contar recuerdos personales de testimonio de una vida y, mezclando todo en macedonia de colores, lograr un cuadro subjetivo que cualquiera identifica con el suyo, aunque por su edad solo conozca lo que otros le han contado de memoria.

Y otra cosa ¿no es curioso que a estas alturas hablan más (escriben más) las mujeres que los hombres sobre estos asuntos?

currinche dijo...

Muy bueno Turu !!
Como siempre te ha salido redondo !!