Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

lunes, 8 de mayo de 2006

Desazón

No, no me siento desazonado. Ocurre simplemente que la palabra que titula el artículo aboceta lo que quiero explicar a continuación.
Hace años, el gobierno ordenó la puesta en marcha de la "Operación Alazán", con la misión de impermeabilizar la frontera española con Francia y conseguir evitar el paso clandestino de la muga en provecho de los terroristas de E.T.A. o de sus organizaciones de apoyo. Años duros.
Y allí fuí yo. Entre los compañeros con los que coincidí, recuerdo con especial agrado y cariño a un granadino, que, sin saberlo, va a ser el protagonista de mi relato. Era, y espero que siga siendo, una persona singular. ¿Por qué?; pues por su normalidad. Carecía de ese cúmulo de manías y pejigueras que con tanto placer degustamos la mayoría de las personas.
Su sentido común y claridad de juicio me inclinaron, primero, a tratarle y, luego, a lograr su amistad. Su atractivo no provenía del gracejo sino de la naturalidad de su personalidad, de modo que quienes le trataban buscaban más a la persona que a sus hechos.
Ninguno de los dos tenía allí a su familia; él porque estaba destinado en Pamplona con carácter forzoso y esperaba volver a Granada, y yo porque mi estancia era temporal, mientras durase la impermeabilización. Además, yo no estaba fijo sino que iba y venía.
Una tarde lo encontré... desazonado. "¿Estás bien?"; me hizo un gesto vago, encogiendo los hombros..
Guardé silencio; permanecí a su lado. Al poco, comenzó, despacio, a hablar..
"Allá, en Granada..; ¿sabes?, en mi casa, a estas horas, estoy con ella, estamos juntos.. Quizá yo estudio, ella trastea... No la veo; puede que esté en otra habitación.., (sonrió, con dulzura) pero la siento".
Me miró... "Y siento que estamos juntos, sin ver, sin hablar; nos sabemos el uno al otro".... "Su ausencia; me vacía. Me doy cuenta de que nos hemos ido fundiendo en pequeños detalles, en costumbres menudas, con risas y llantos... (Sonrió, de nuevo) Sólo con ella consigo cortarle bien un traje a álguien".
Sonreí; nos miramos fijamente... "Mira.. -respondí-, a ella no la sustituye nadie y sólo ella llena el vacío. Sí te fijas, sólo puedo hacerte compañía, pues no sé que decir. Pero sí esto te conforta, podemos compartir el silencio".
Era una noche fresca de Mayo...

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Si al amor pudiéramos escucharlo con los ojos y verlo con el alma... esa noche fresca de Mayo; tu silencio y él,se palparon.
Si al amor no lo estorbaran los poetas poniéndole alas, nos daríamos cuenta que cuanto más grande es, va metiendo menos ruido.

Un beso

Ana María dijo...

Sr. Turulato ¿no ha pensado usted en hacerle una visita a su amigo para ver cómo sigue su desazón?:)

Silvia dijo...

¡Qué afortunada ella porque la querían así! ¿Puedo sentarme aquí y escuchar vuestros silencios?
Un beso

Turulato dijo...

Hubo un tiempo en que profesionalmente me llamaban "Obelix"; luego, álguien que no está aquí, me llamó "Osoelfo"..
Tened cuidado niñas; en este momento, "Obeosolixelfo" tiene un intensisimo deseo de achucharos, acariciaros el cabello, decir bajito vuestro nombre, cerrar los ojos y pedirle al viento que cante..., hasta que se despierten las estrellas y la luna brinque entre las olas.
Entonces, soñaré; soñaré en silencio vuestra risa, soñaré vuestro decir limpio y vuestra clara mirada.
Y seré feliz, por una bobada -dirá alguno-; os sentí vivir y pude decir, de ellas aprendí a ser lo que yo, solo, nunca fuí.

Luis Caboblanco dijo...

Los silencios deseados dan para mucho. Alivían la desazón y el desamor, tranquilizan y cicatrizan las peores heridas, las del alma. El problema es cuando el silencio no es deseado. Si lo exigen las circunstancias duele, pero si lo imponen las personas te puede destrozar. La dualidad vuelve a dejarse sentir, una vez más...

Anónimo dijo...

Cuando estás fuera de casa, los silencios a veces son la nota dominante, especialmente cuando estás solo; aunque haya 20 personas alrededor, y hasta que alguien te pregunta -¿que piensas?- no sales de tu abstracción. En dos épocas me ha ocurrido eso, una en la mili en Ifni y otra en Venezuela, en este útimo sitio fuí voluntario pero tenía a la mujer y los hijos muy lejos.
Saludos.

Anónimo dijo...

No pocas veces el silencio es la mejor compañia...

Anónimo dijo...

Cuando la soledad es impuesta ¿cuanto amor encuentras en ella? ninguno, lo más que llegas a tener es un muñeco a tu lado de sonrisa en la lejanía y una mano gélida que insinúa una caricia. Esa soledad es la más terrible, la producida por el desamor, no por la distancia porque el pensamiento tiene poder para acortarla si hay amor, es el olvido, la indiferencia, la falta de esos pequeños detalles que son la base que refuerzan el amor es lo que te hacen sentirte solo. El recuerdo de esa pícara sonrisa, esa fotografía ridícula, una caida tonta
te acompañarán en tu soledad de la lejanía,si hay cariño no te sentirás solo ni desilusionado.