Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

miércoles, 4 de marzo de 2009

El artista que quiso pintar como un niño

Las escaleras en arcos de fuego atravesando el azul

(Creo conveniente enlazar aquí los trabajos "El universo simbólico de Joan Miró: 1930 - 1980" de Isidre Vallés y el que dedica la web "El español sin fronteras" al artista, aunque en el primero fallen los enlaces a las pinturas que cita, pues su interés supera con mucho este problema, facilmente subsanable con cualquier buscador de imágenes.
Por otra parte, el estudio de la tesis del doctor don Saturnino Pesquero Ramón "Una lectura filosófica a partir de La Masía", del departamento de Filosofía de la Universidad de las Islas Baleares, me ha permitido conocer con claridad la simbología mironiana, en especial lo que denominó "Cortege d'obsessions -Desfile de obsesiones-", en el que aparecen los principales elementos de su lenguaje poético, como el sexo femenino, los testículos, la escala de la evasión, el sol y la luna.).

Érase una vez un niño que se hizo grande. Le divertía tanto embadurnar el espacio de colores que poco a poco solo quiso contar lo que quería mediante dibujos y luces del arco iris. Y mientras los demás se hacían más serios y aburridos cuanto más grandotes, él siguió pintando como un niño y lo que es mejor, descubrió que los niños son quienes mejor cuentan las cosas y describen los cuentos.

Así que continuó dibujando barquitos como todos nosotros; cuatro rayas, cuatro circunferencias pequeñas, un cilindro que echa humo y unas olas picudas. ¿Colores?; ¡claro!. Como tú y yo.. Sacaba la lengua y ¡hala!; el cielo, bien azul y pasteludo, de modo que el fondo de sus cuadros era liso, como en los dibujos animados, monocromático, y sobre él no paraba de dibujar aquellas figuras, casi un esquema de la realidad, que nacían en sus sueños y fantasías, y que tenían un significado clarísimo para la pureza mental de un niño, que le permite contemplar la forma de las cosas percibiéndolas según sus emociones y no según sus intereses.

Formas y figuras.. Con ellas creaba sus cuentos el niño grande. Juntaba unas cuantas, según venían a su mente, componiendo una imagen.. o un poema, que no sabría deciros cual de ellos era. Y como le gustaba jugar, tan pronto utilizaba letras, números o ... ¡hasta escaleras!. Al final del cuento, que absorbías de una vez al ver lo que había pintado, no sabías bien si habías leído palabras o vistos los "santos" -que era como entonces llamábamos a las imágenes del cuento-. Eso si; sentías que te habías dado un baño imaginario en un universo de sueños (aunque ahora que no me oye nadie, recordad que en los sueños de los niños la forma de las cosas, aunque se parece a la real, no es exactamente como las vemos los mayores, tan tristes).

Y como era travieso, se le ocurrió coger las cosas cercanas y pintar con ellas.. ¿O es que tú nunca respiraste sobre un cristal e hiciste dibujos luego?; ¿y tampoco churretones con el chocolate de la taza..?. ¡Qué aburrido eres!.
Así que humedecía en pintura una esponja y tof, tof, apegotaba colores sobre el lienzo; o dejaba libre al diablillo que llevaba dentro y sujetando el pincel con firmeza en una mano, echaba hacia atrás su punta con los dedos de la otra, soltándolo de golpe, de modo que una miríada de gotitas llovía sobre la tela. O sin más, derramaba pintura directamente sobre el cuadro..
En realidad, algo le aseguraba en lo más íntimo que, aunque eran sus manos las que hacían aquello, su sensibilidad danzaba en la sombra, eligiendo automáticamente el como, el donde y el con que.

Le divertía jugar con las líneas. ¿Tampoco has pintado líneas que suben y bajan, que se ondulan como una serpiente, que ..?. A él le gustaban las líneas; se dedicaba a trazarlas, una y otra vez, estudiando sus resultados, lo que sentía recorriendo su camino con la vista..; algo así como si estuviese acariciando un cuerpo de mujer. La curva sugiere, seduce, narra .... ¡Triste mundo aquel que renuncia a la suave vida voluptuosa de la curva turgente!.

Con todo, el niño creció y creció. Pero nunca olvidó lo que fue. Y siempre mantuvo que la verdad había que pintarla con la pureza propia del sentimiento de un niño, pues no se trata tanto de crear algo complicadísimo, para que los demás nos admiren, sino de contar nuestra verdad para que otros, al entenderla, la compartan.
Por eso, nos muestra objetos comunes, que cualquiera tenemos al alcance de la mano, aunque dándoles un significado propio, de manera que mediante ellos pueda contarnos lo que sentía. Y como no hay sentires sin pasión, aprovecha la fuerza del color, cambiándolo cuando se cruzan líneas y figuras, de modo que el conjunto adquiera dinamismo y podamos apreciar el latir de su vida.

En fin. Como no se si he sabido explicar, su arte está muy lejos de lo decorativo, pues no pretende adornar o hacer más hermoso algo. "Es instintivo y experimental, más que racional y exquisito, llevando como nadie el sentimiento humano y la visión de las formas al conjunto de los símbolos esenciales, de denso significado y duradera permanencia".

"... Los lindes de esta interior “masía” fantasmagórica mironiana se amplían al paso que su alma se posesiona de su grandeza cósmica.... a partir de la década de los treinta, se acentúa el proceso de simplificación seguido por el artista, que suprime el horizonte linear o cromáticamente destacado que separaba tierra y cielo, los cuales se fusionan en un único espacio, como si los dos ámbitos unificasen sus campos de acción. Ya no hay dos medios (tierra, cielo) con sus mitologías diferenciadoras; sólo cuenta un único universo que completa su actividad con la del hombre.” (I. Vallés i Rovira, 1990:151-2)".


No quiero cansaros. Contemplad el cuadro.. Pensad que la vida es como una escalera que todos tenemos que subir, esforzándonos en llegar lo más alto posible. Cuesta.. Pero hay que intentarlo, luchar, tener esperanza... Aunque esas tres rayitas, como los pocos pelos que quedan en una cabeza calva, nos hablen con claridad de nuestras limitaciones.
Y la luna.. Cuantos nos hemos dejado enamorar en una noche de luna... La fuerza generadora de la vida.. O el sol, pura fuerza creadora y vitalizadora, el calor nuestro de cada día...
El Amor nos permite ver más adentro, lo más íntimo; por eso, ya en la Edad Media, en el Arte Románico, el ojo divino significa la fuerza clarificadora de la Verdad, que penetra hasta lo más íntimo del Alma.
¿Y qué decir del azul del mar?. La mar, el agua marina, vivificadora, que nos enriquece y acoge cuando nos baña, fortaleciéndonos. Y los colores..; el negro, carente de luz, que impide ver el camino, mientras que el rojo es pálpito, vía abierta y promesa de vida.
Y, por fin, la estrella... Estrella de Belén, resumen simbólico de la obra del artista, que refulge en la obscuridad, símbolo de la Esperanza que anida en nuestro Espíritu.

Así que aquí os dejo. Volved la mirada al cuadro y pensad en la vida como lo haría un niño. Os sorprenderéis.. Vais a entender mucho más de lo que creéis. Buenas noches y seguid jugando a vivir.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

He de decir que tu forma de redactar es magnífica, pero la descripción que haces de Joan Miró no me va.
He ido al museo de Miró en Barcelona y te digo que me sentí mal, parecia quedarse conmigo. Su primera época magnífica, realismo que no es de mi particular gusto pictórico, pero no dejo de reconocer que es muy bueno, pero la segunda época, intentar imitar la pintura de un niño, eso nunca.La pasión, fe, ilusión... que pone un niño en su pintura y el conocimiento imnato de los colores y su aplicación en el papel nadie, pero nadie podrá imitar.
Una frase si que me ha gustado "pensad en la vida como lo haría un niño". Saludos Anónimo

MalditosTacones dijo...

Mi querido Turulato, tengo que hacerte una confesión.

De entre todos tus textos, de tantos como he leído que son tuyos, que he compartido, que he debatido incluso, que me han enamorado, que me han dejado exactamente igual, éste, este texto que describe a un Miró a través de tus ojos ha conseguido en mí un efecto maravilloso: el cuadro al que haces referencia ha desaparecido por completo para dejar paso en mi imaginación al que tu has ido dibujando con tu narración...

Por eso, mi querido escritor, no he necesitado volver a mirar el cuadro, porque tu ya lo habías pintado en mi cabeza y en nada tenía que envidiar al del gran pintor.

¿Será que cada vez eres más niño?

Qué placer leerte.
Y qué hermoso ese post.

Besos, muchos.

Unknown dijo...


Un gato rampante con ojo de mosca:
Arcoiris turquesa, luz mandarina,
Todos los colores del Aguamarina.
El violeta pinta la pupila en rojo.
Que es sabio el que mira, aún de reojo.

Monigote humano, de zarpas diablas,
O garras de fuego, o dedos de garras.
Saltimbanqui enano sumido en un juego
De geometrías planas que escalan al cielo.

Escaleras que trepan colgadas del aire.
Cometas radiantes en sueños del niño,
O banderas enhiestas en campos de batalla.

Dibujo pulido de límites claros,
Perfilado trazo.
No hay nada difuso.
Divide las líneas del espacio puro.

En la esquina,
La Luna amarilla se viste de Sol.
Disfraz de azabache para su perfil más duro,
El del lado oscuro.
Pero ahí está Él, pintado de oro,
Detrás de las formas de cada recodo.

Salpica de rojos los astros de fuego.
Agita en sonrojos el corazón de hielo.
Calienta el añil de la luz del cielo,
Y la grisura líquida del agua del mar,
se hace violeta cuando le ve pasar.

Y en el centro, desde dentro,
La Cruz de los Vientos.
Estrella de líneas, caminos inciertos.

Cabeza roja
Curiosa se inclina,
porque quiere mirar desde aquella esquina.
La nariz zanahoria asoma bien recta
Desde el corazón de Venus,
Desde la herida abierta.
Y su ojo de abajo se agranda de asombro:
La asimetría expresa,
El estupor de fondo.

Es joven, sólo tiene tres pelos en la barba.
¿O son tres rizos que se escapan del cogote?
Abuelillos traviesos ...

Anónimo dijo...

Hay fuegos que arden la vida con tantas ganas que no se puede dejar de mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende…y la mirada se nos vuelve turulata. Hay personas que llenáis el aire de chispas de todos los colores…Y no es nada fácil, lo sé.
Quizá para ello haya que creer que en el corazón de ese abuelillo travieso…
Había un jardinero con siete brazos, uno por cada color del arcoiris. Todos los días, cuando el sol no era sino el presentimiento del amarillo, encendía pequeñas fogatas con los rastrojos que el viento había abandonado por casualidad en cualquier esquina, en cualquier accidente del jardín…con eso que el viento posaba al azar sobre la tierra. Y le prendía fuego como el poeta hace con las palabras desahuciadas …y le brotaba tanta obstinación luminosa que ascendía a su escalera de siete escalones y agitaba sus siete brazos y su mirada se volvía transparente como una semilla de la que salían atareados alfabetos con las palabras del color y el color de las palabras, que no eran letras sino sensaciones, que no eran sensaciones sino una prodigiosa imaginación para nombrar, para hacer visible lo invisible. Octavio Paz concretaba su mirada de siete manos como un quehacer del mundo despojado de sus apariencias:
“Con la primera mano golpeaba el tambor de la luna,
con la segunda sembraba pájaros en el jardín del viento,
con la tercera agitaba el cubilete de las constelaciones,
con la cuarta escribía la leyenda de los siglos de los caracoles,
con la quinta plantaba islas en el pecho del verde,
con la sexta hacía una mujer mezclando noche y agua, música y electricidad,
con la séptima borraba todo lo que había hecho y comenzaba de nuevo”

Comenzar de nuevo, sí, desaprender… y volver a nombrar. Sólo una sensibilidad capaz de nombrar con esa profundidad sentipensante se aproxima a lo invisible, se compromete a buscar en lo interior, se centra en la vida secreta de las cosas y lo revela a través de la imaginación. ¿Qué es lo que el jardinero pretende hacer germinar? …Quizá un poema (Las- es-ca-le-ras-en-ar-cos-de-fue-goa-tra-ve-san-doel- a-zul, 17 sílabas que condensan a modo de título lo que podría ser por si mismo un Haiku). Quizá, jugar a sorprenderse es asombrarnos de que como decía Miró, el mundo es Poesía, necesidad de nombrar para que lo esencial, exista.

A.M. Valero Lite dijo...

Pero...si yo dibujo parecido y a veces me sigo comportando como una cría!! Por qué no me he he hecho famosaaaaaa, jooooo?????

Anónimo dijo...

¿Quién es es Kalía
que colabora aquí,
Que,además de filosofía
música y latín
sabe componer poesía ?

Ana María dijo...

Caballero, si usted fuera el profesor de arte yo atravesaría toda la península sólo por una clase como ésta :).