Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

lunes, 26 de marzo de 2007

Atrayente aspiración

Leyendo noticias culturales he sabido de un artista cuya obra me ha subyugado. Y no se bien porqué. Me atrae.. Hay algo absorbente en su pintura, algo que conecta con mi subconsciente, con sentimientos muy profundos...

Cartin cat bird
Martín Ramírez

Lo desconozco todo de él. Así que iré paso a paso, compartiendo con ustedes lo que voy descubriendo... Comencemos por el nombre: "Cartin cat bird"; ¿qué significa "cartin"?. En el Collins no figura y no recuerdo haberla oído nunca, así que hice lo usual en estos tiempos, recurrí a Google.
Y encuentro que en el Mercado de Abastos de Guadalajara -México- el durazno amarillo y otras frutas se ofertan en "cajas de cartin", por lo que parece lógico pensar que, en este caso, cartin es el soporte físico de la pintura. En España lo conocemos como papel de estraza. ¡Sorprendente!.
Me reconforta lo sencillo, lo que no es pretencioso. Un artista que elabora su pintura sobre un sencillo papel de embalar no busca otra cosa que expresar lo que siente, sin importarle la impresión que puede causar en los demás. Y creo que cuando sucede eso, cuando obviamos la "peer pressure", estamos más cerca de la verdad.
A la vista de la obra y de la escasa información de que dispongo, diría que ha pintado a lápiz, utilizando el pastel en las áreas coloreadas. Parece ser que se ayudaba de palitos de madera para trazar las rectas y que usaba betún, del que usamos para limpiar los zapatos, para dibujar las líneas negras. ¡Ah!, y en lugar de pinceles, utilizaba cerillas..
La composición es vertical, casi absolutamente vertical. Agobiante. Presidida por ese gran túnel, aparecen una serie de formas orográficas de diferentes tamaños que se alzan omnipresentes y que desarrollan estructuralmente el diseño del embudo. Sólo el minúsculo nido y lo que podría ser el espolón de una colina -abajo, a la derecha del espectador y del gran embudo- presentan una forma diferente.
Como base compositiva, sustentando y equilibrando el conjunto, rompiendo rectamente la cuasi omnipresencia de la curva, aparecen en la parte inferior tres a modo de terrazas; una a todo lo ancho, en la que desemboca el camino vital del gato depredador, y dos chiquitas, por donde se accede y en la que deposita su nido el pájaro presa.
Ambos, gato y pájaro, protagonistas de la escena, parecen representar su papel en el gran teatro de la vida. El artista utiliza la escena no sólo para contener a ambos, sino también para valorarlos.
No importa que es lo que va a suceder, pues todo nos lleva hacia nuestro destino, paso a paso, curva a curva, en un camino cada vez más estrecho, más agobiante, día a día, hacia la última danza.. La Muerte nos espera, pero, aunque lejana, siempre está presente, mientras toca su extraña melodía, que escuchamos, a veces, como música de fondo, muy lejos, pero cada día más cerca.

La obra, en su sencillez, tiene una estructura compleja, creada mediante un habilísimo dibujo y una manipulación espacial extraordinaria. Está estrictamente organizada en seis espacios; uno preponderante, el central, cuatro en las esquinas y la base. Sus figuras, formas, líneas y colores, singularmente reconocibles, creo que nos revelan un vocabulario exacto y bien definido.
La línea es repetitiva, a fin de rellenar el espacio vacío. Su interés en el diseño y en la repetición de formas crea un ritmo que sugiere profundidad y dimensión, en un dibujo que de otra manera parecería plano, y que enfatiza la tensión tanto entre lo orgánico -los animales, la vida- y lo geométrico -la línea- como entre la libertad y el encierro. El resultado final es que gato y pájaro han quedado aislados dentro de su pequeño mundo, tensos resortes congelados en un instante de un tiempo indefinido.. Los contornos, las líneas concéntricas, los vacíos y los claroscuros tienen un matiz psicológico, comunicándonos un sentimiento de temor, opresivo y misterioso.
La confianza con que el artista dibuja la línea, los contornos, junto con su perfecto espaciamiento, muestran el orden que impone a la escena y la claridad con que controla su expresividad artística.
El efecto visual refuerza el poderoso significado que tiene el dibujo y demuestra el placer que sentía el artista al realizarlo, pues la línea parece vibrar sobre el papel y su repetición resulta hipnótica. El resultado es distinto a lo que conocemos y singularmente expresivo.

Su obra traza un mapa impresionante de una vida forjada en el campo, en la emigración, en la pobreza, en el desamparo...., y en el Arte. Este le permite contar lo que los otros tejieron: su experiencia vital.
Por medio de su experiencia, personalísima, Ramírez logra expresar el dolor y sufrimiento que todos podemos identificar en algún momento de nuestras vidas. Él se encontró sumido en un hoyo negro, la soledad, y supo como pocos que contenía.
Quizá sólo había una salida: el dibujo. Fue su lenguaje -un vocabulario cincelado-, con el que lograba comunicarse y obtener algo de reconocimiento como ser humano.
Tal vez, la frustración principal que se siente frente a una obra como esta es que en realidad no tenemos ní idea de lo que significaba para su autor, por lo que nunca comprenderemos del todo sus motivos e intenciones, aunque lo que sabemos de su vida pueda darnos ciertos indicios.
Parece percibirse cierta ansía de rememorar el camino serpenteante de su memoria, tanto real como espiritual, como sí con cada dibujo pretendiese recordar y compartir con nosotros su experiencia y persuadirnos de ciertas verdades.

La reducción y la simplicidad fueron características esenciales del movimiento arquitectónico encabezado por Miles van de Rohe, de manera que su frase "menos es más" se convirtió en el lema de sus seguidores. Pues bien, dicho lema creo que es una manera acertada de definir el arte de Martín Ramírez.

Posible silbato precolombino, en oro, con figura de pájaro
Cortesía de Marian

8 comentarios:

Silvia dijo...

Muchas gracias, de nuevo, por descubrirme un autor y su obra.
Yo también veo dolor y soledad, pero por encima de todo, un recuerdo. Me he imaginado a un chaval, seguramente escuálido, moreno, con los ojos muy abiertos a lo que le rodean. Acaba de trabajar en el campo y ve algo habitual en el mundo en el que vive: un gato (que yo veo un armadillo) acechando a su presa, un pájaro ajeno a su entorno, creyéndose seguro en la comodidad de su nido. Y años después, encerrado en su silencio y en su soledad, rodeado de "locos" esa escena vuelve a su mente. Pero algo ha cambiado en esa escena que él vió años ha. Porque su pájaro sabe que algo se acerca, mira hacia arriba y espera. No parece en un gesto tenso, sino más bien resignado. Es inquietante pero me gusta.
Gracias y un abrazo

Anónimo dijo...

Los dos mundos paralelos conectados por túneles, ¿soy pájaro o gato? ¿cuándo debo ser gato? ¿cuándo pájaro? Un viaje a la memoria que se ha vuelto blanca.
Abrazos.

Anónimo dijo...

A mí no me transmite ni dolor ni sufrimiento ni soledad; digamos simplemente q no me transmite... pero ya te he dicho cien veces q yo no tengo ni idea de arte!. Solo veo un armadillo, una gaviota y un mejillón gigante!.
Pero las cosas como son, q bien escribes, jodío! ;))

Un besazo, Tururú!

Luis Caboblanco dijo...

Pues fijate que a mi este hombre no me produce más que una curiosa sensación de que "... se acabe el cuadro". No solo comienza dejándome indiferente sino que poco a poco me impulsa a dejar de mirarlo, a olvidarlo incluso.

¿Qué me ocurre maestro?

Mar dijo...

agobiante, tú lo has dicho. Desde luego lo que menos me transmite es tranquilidad. Pero para serte sincera, al margen del agobio, no me "llega"...
¡Besos!

Anónimo dijo...

He “necesitado” ver algo más de su obra… es difícil intentar entender ese lenguaje simbólico que de forma tan lúcida denominas cincelado; ciertamente parece tallado, buscar el relieve y expresar una cosmogonía íntima. Para sus ancestros indígenas “neirika” es el don de ver...yo me atrevería a interpretar el dibujo como si asistiera a un fenómeno de simultaneidad veo y escucho.
Partiendo del dato de que el autor permaneció décadas sin hablar, me planteé la descabellada idea de que lo que estoy viendo son tres “ hipotéticos objetos sonoros”, una especie de aerófono rudimentario a modo de mapa. La boca principal genera esa cámara de resonancia, dibuja las ondas sonoras sobre una superficie plana, como una turbulencia vertical y ascendente . Ese íntimo espacio sonoro genera espacios complejos, pero no caóticos ¿Por qué aparece un felino? En la cultura prehispana, el tigre ( en el dibujo, me parece ver la cabeza de un felino salvaje… aunque la representación de la cola, tiene mucha similitud con la representación que los niños hacen del gato doméstico) definía la vinculación con el inframundo, lo desconocido, lo espiritual .¿Podría, por tanto, intentar representar su particular semiótica acústica- concepto? Analizando la composición, rodea el motivo central con otras formas; las superiores, virguladas, simbolismo gráfico asociado a la representación de fenómenos ondulares como el sonido. Con un poco de imaginación, el “objeto” representado a la derecha del espectador, podría representar un generador de ruido y si fuera posible escucharlo, tal vez pudiera parecerse al producido por una gamitera… un gemido, un gruñido producido por frotación (pienso en una especie de zambomba) Si el autor no hablaba, podría representar así su atracción o rechazo frente a los demás …quizás por ello el sonido es cerrado y el simbolismo sonoro no tiene” boca”… está cerrado en sí mismo. Y por último, el objeto sonoro que representa a la izquierda, es la memoria de lo seguro, el ave anida bajo un espacio protector… probablemente en el que dibuja… donde su propio sonido no le produce extrañeza de sí mismo...

Un abrazo

Anónimo dijo...

No había oído hablar de Martín Ramírez. Nos llega desde el espacio onírico y alcanza lo más profundo de nuestro ser colectivo. Expresa el principio de la vida, cuyos surcos matemáticos nos muestran, una vez más, que el mundo, como el arte y como nosotros mismos somos también número armónico. Por eso, sin llegar a entender plenamente la razón que guía la mano del pintor, golpea nuestra alma irracional y nos comunica lo intangible. Hasta nos produce angustia e invita a dejar de contemplarlo. El camino ascendente del felino, de ese inconsciente donde reside nuestro lado malo, ciertamente produce desasosiego. El ave, nuestro lado espiritual, recién asomado a la vida se refugia bajo otra capa del cerebro. Circunvoluciones.

El arte es de algún modo magia, locura. Pero es la intuición de una matemática oculta lo que establece los vínculos con nuestra sensibilidad.

Muchas gracias por ayudarnos a descubrir la verdadera belleza

MalditosTacones dijo...

El artista es un sucedáneo, una copia snob, de Moebius, (¿por qué siempre está usted en el blanco y yo en el negro?).

Salud.