Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

domingo, 25 de marzo de 2007

Y termino

¿A qué estamos condenados los que acunamos lecturas, simplemente porque nos gusta como están escritas y no por la ideología de su autor?.
¿Qué mal hacemos los que no queremos ser progresistas hacia la aventura y nos gusta conservar lo que amamos?.
¿Cómo dialogar con quien sólo guarda una idea en su mente y le aterra el vacío que le espera sí fuese falsa?.
¿Por qué me aceptan según de que tribu sea, sí sólo quiero ser, algún día, yo mismo?.
¿Cómo quieren que adore a un caudillo cualquiera, sí sólo es un hombre?.
¿Cuando comprenderán que cuando la masa vitorea demuestra su miedo?.
Sí corrijo a quien más amo, mis hijos, ¿cómo quieren que deje de criticar todo aquello que no me convence?.
¿Y por qué aplaudir promesas, sí puedo asistir a inauguraciones?.
Sí quiero que nadie pueda objetar cosa alguna de mis críticas, ¿no deberé empezar por criticarme y criticar a mis afines?.
¿Por qué vivir rechazando a otros?.
¿Por qué generalizo y etiqueto a los demás, cuando ní siquiera alcanzo a comprenderme a mi mismo?.
¿Por qué quieren imponerme el sueño del mañana, sin acoger antes mis deseos?.
¿Por qué siento que mi palabra está escrita en el viento?. O en las olas de la mar, como mi juventud......

6 comentarios:

Silvia dijo...

Detrás de las respuestas a tus preguntas, hay un actor muy poderoso: el miedo, sobre todo a nosotros mismos.
Tu palabra no se pierde por estar escrita en el viento o en las olas del mar. Llega a nosotros, a nuestras "playas" y nos hace compañía.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Si criticamos a los que más amamos es por eso,porque los amamos. Primero porque los queremos perfectos y segundo porque la verdadera crítica debería de ser agradecida como el más valioso de los regalos.

Mar dijo...

Puedes ir contestándote seguro que ya sabes las respuestas :)
Besos

Anónimo dijo...

"Entréme donde no supe
y quedéme no sabiendo
toda ciencia trascendiendo"

nos dice San Juan de la Cruz en un "Éxtasis de harta contemplación". Los vendedores de humo hacen sus negocios, los malabaristas de sueños distraen las miradas, los predicadores prometen el subsidio eterno. Mientras, los pobres mortales nos quedamos en la contemplación y nuestra ilusión se vuelve fugitiva.
Abrazos

Anónimo dijo...

Estás condenado a ser un tío condenadamente especial.
Y no, tus palabras no están escritas en el viento. Hay lugares donde permanecerán siempre.

Muchísimos besos, Turu

Mónica Gutiérrez Pereira dijo...

A veces es muy sano recluirse hasta casi olvidar hablar.
A la vuelta de tu retiro, ya no quedan más preguntas.

Mónica Valentina