Este artículo está escrito por un hombre maduro. En consecuencia es parcial pero no tengo otra experiencia y otros ojos que los míos. Y que esto no suene a disculpa sino a realidad; odio el estilo actual que busca comportarse con corrección, pero no con aquella que nace del acuerdo entre actos, pensamientos y conciencia, sino la cobarde y melindrosa que procura satisfacer a todos y a todo.
A ello pues. Hay cuatro momentos críticos en la convivencia de la mujer y el hombre. El primero es consecuencia de nuestra lentitud para valernos solos. Un chimpancé es más rápido y puede moverse con soltura cuando nosotros apenas gateamos; luego parece ser que el hombre le gana en inteligencia, aunque a veces tengo mis dudas..
Ellas nos cuidan durante los primeros años. Nacemos con instinto de succión, que permite calificarnos de "mamones" o "cometetas", apelativos que se nos pueden aplicar de por vida, ya que hay muchos que responden al primero y la mayoría nos identificamos con el segundo.
Estamos programados genéticamente para sobrevivir y percibimos rapidísimamente todo aquello que facilita nuestra vida. La mujer, madre nutricia, cuidadora, es parasitada con rapidez y eficiencia. A poco que se descuide, y se descuida mucho y con facilidad, se convierte en una esclava, pues por tal tengo a quien realiza tareas esenciales para los demás sin reconocimiento alguno.
¡Pero tanta facilidad empalaga!. Un buen día el hombre piensa..(si, a veces) : "Mi mamá me mima.. y las otras, ¿también me mimarán?". ¡He ahí la cuestión!. ¡El ser o no ser de la existencia!. Sólo cabe una solución : ¡Explorar el ignoto mundo femenino!.
A partir de tan brillante deducción el audaz explorador descubre su ignorancia. Asume que ha entrado en el segundo momento, aquel en que conocerá (ní yo me lo creo) a las mujeres, y que no "sabe por donde empezar".
Un buen día conoce a una chica : "La amiga de la prima de la compañera de la hija de la vecina del hermano..." y la excitación que siente le suele provocar diarrea, física -que suele ser pasajera- y mental -que le dura algo más-.
Se convierte en algo parecido a una olla a presión; tiene ardores, suda, bufa,.. y sigue sin saber que hacer hasta que se da cuenta de algo absolútamente evidente : ¡La chica le da los buenos días cuando se encuentran!. ¡Está clarísimo, "la tiene en el bote"!.
Seguro de la situación decide tener un detalle amable, cordial, ¡de camaradas, vamos!, y la próxima vez que se cruzan en la calle la obsequia con un sonoro regüeldo y una risotada. Cuando la muchacha huye despavorida él se queda sorprendido discurriendo sobre sí en lugar del eructo no hubiese sido mejor haber hecho lo que "el Sula", que les da un empujón muy gracioso que las estampa contra el muro....
El chaval va progresando. Crece. Se masturba. Sigue masturbándose. Elucubra. Progresa materiálmente. Y un día descubre que ha llegado el tercer momento.. Tiene veintinósecuantos años. Desde los eructos y empujones pasó a los magreos y desde estos a lo que pudo. Encontró el "amor de su vida" no sé sí cuatro o cinco veces..
Ahora, en este tercer momento, se encuentra fuerte, potente, atractivo.. Ya no se trata de explorar nada.. Necesita una nueva esclava, pues su mamá ya no "está por la labor" (aunque pensándolo bien.., con habilidad, quizás pueda aprovechar aún a mamá y que le mimen las dos, su madre y la "lagarta", que es como llama la primera a la segunda).
Y, efectívamente, está en el cénit de su potencia física. ¡Ese es el problema! pues mental y sentimentálmente sigue lleno de dudas, sin saber de su querer, falto de estabilidad, intentando descubrir que y quién quiere ser. Es fuerza y pasión, pero sin sabiduría.
Entonces descubre a la incauta..., o una "lagarta" -¡qué razón tenía mamá!- comprende que él es un papanatas. En cualquiera de los tres casos, malo; si, tres casos, pues además de los dos ya expuestos cabe un tercero : que el papanatas se empareje con una incauta.
¿Entendéis ahora la ola de divorcios y malos tratos?. ¿Entendéis por qué los Santos Padres mantienen que el matrimonio es de por vida?. Nos tienen que "atar corto" que sí no salimos de estampida..
Sólo los homosexuales quieren matrimoniar.. Curioso. Matrimonio viene de los términos latinos "mater munere" -hacer madre, preñar vamos, dicho a lo fino y elegante-. Diría yo que cierto contrasentido si existe... Máxime cuando la mayoría no encuentra camino para tener hijos y ellos, ¡tan fértiles!, están loquitos por ser papás o mamás...
Este tercer momento es más largo que los anteriores... Quiero hacer aquí un descanso y recapacitar. Hay un dicho aeronáutico que explica bien lo que os cuento y anticipa el cuarto y último momento. Los pilotos decimos que nos matamos a las 30, 300, 3000... ¿Qué?.
Pues que cuando volamos sin saber, a las 30 horas de experiencia de pilotaje, nos equivocamos con facilidad y nos estrellamos; lo mismo que cuando nos relajamos después de 300 horas de vuelo. Y mucho más, cuando nos consideramos pilotos expertos con miles de horas.....
Los dos primeros momentos corresponden a treinta horas de experiencia; el tercero a las trescientas. Ahora os hablaré del cuarto..., cuando te matas por exceso de confianza.
Algunos denominan a este cuarto y último momento la "crisis de los cuarenta"; y también de los cincuenta..., o de cuando sea. Un buen día, al despertar, tienes un deslumbramiento, algo así como una revelación... Comprendes que ya nunca podrás cumplir "tales y cuales" sueños e ilusiones; que, en cuanto a ellos, es como sí hubieses muerto.
En ese instante nos encontramos con dos tipos de hombres. El primero es alguien que, aun habiendo sufrido los sinsabores, fracasos y frustraciones propios del diario vivir, está suficiéntemente "gozado" y tiene próximos sus sueños y realidades pues ha digerido la experiencia. ¡Raro especimen, en verdad!.
Este hombre comprende al fín, muy tarde ¿verdad?, que la mujer no es muy diferente de él mismo. Que no es una hembra en celo sino que busca calor y cariño, como todos, y que el sexo es la placentera expresión física del amor. Que no es tan difícil entenderla pues lo femenino es un "alter ego" de lo masculino creado para compenetrarse, apoyarse y completarse mútuamente.
Descubre que estar juntos, pasear cogidos de la mano, charlar y saber del otro, compartir alegrías y preocupaciones, es la esencia de la vida. ¡Qué triste es el tiempo perdido....!.
El segundo "cuarentón" o "cincuentón" -o lo que os guste- necesita seguir creyendo en los sueños pues nunca fué capaz de convertir alguno en realidad. Casi ha perdido aquella potencia física, ¡tan lozana!, y sólo le resta la imagen, especie de fachada humana tras la que ocultamos nuestras miserias. No admite el paso del tiempo...; sería tanto como darse cuenta que malgastó su vida.
A estas alturas su madre falleció o la pobre "no está para muchos trotes". Amigos, pocos o ninguno; es "ley de vida". Busca a la mujer.. No puede permitirse dialogar con ella y arriesgarse a que esta descubra su poca "sustancia", así que se construye mentálmente una fémina a su imagen y semejanza, que ignore sus carencias y jalee sus sueños. Cuando tiene claro "su diseño" de mujer, sale en su busca y como no topa con ella, pues a esas alturas las que encuentra son sospechósamentes parecidas a él, engatusa a la primera que se deja y se dedica a decirle que tiene que pensar, como debe de vivir y que suerte ha tenido de encontrar un hombre tan maravilloso. Quiere ser pigmalión y no llega ni a Gepetto....
Extender la descripción cuanto y como queráis. Al final sólo encontraréis soledad...
A ello pues. Hay cuatro momentos críticos en la convivencia de la mujer y el hombre. El primero es consecuencia de nuestra lentitud para valernos solos. Un chimpancé es más rápido y puede moverse con soltura cuando nosotros apenas gateamos; luego parece ser que el hombre le gana en inteligencia, aunque a veces tengo mis dudas..
Ellas nos cuidan durante los primeros años. Nacemos con instinto de succión, que permite calificarnos de "mamones" o "cometetas", apelativos que se nos pueden aplicar de por vida, ya que hay muchos que responden al primero y la mayoría nos identificamos con el segundo.
Estamos programados genéticamente para sobrevivir y percibimos rapidísimamente todo aquello que facilita nuestra vida. La mujer, madre nutricia, cuidadora, es parasitada con rapidez y eficiencia. A poco que se descuide, y se descuida mucho y con facilidad, se convierte en una esclava, pues por tal tengo a quien realiza tareas esenciales para los demás sin reconocimiento alguno.
¡Pero tanta facilidad empalaga!. Un buen día el hombre piensa..(si, a veces) : "Mi mamá me mima.. y las otras, ¿también me mimarán?". ¡He ahí la cuestión!. ¡El ser o no ser de la existencia!. Sólo cabe una solución : ¡Explorar el ignoto mundo femenino!.
A partir de tan brillante deducción el audaz explorador descubre su ignorancia. Asume que ha entrado en el segundo momento, aquel en que conocerá (ní yo me lo creo) a las mujeres, y que no "sabe por donde empezar".
Un buen día conoce a una chica : "La amiga de la prima de la compañera de la hija de la vecina del hermano..." y la excitación que siente le suele provocar diarrea, física -que suele ser pasajera- y mental -que le dura algo más-.
Se convierte en algo parecido a una olla a presión; tiene ardores, suda, bufa,.. y sigue sin saber que hacer hasta que se da cuenta de algo absolútamente evidente : ¡La chica le da los buenos días cuando se encuentran!. ¡Está clarísimo, "la tiene en el bote"!.
Seguro de la situación decide tener un detalle amable, cordial, ¡de camaradas, vamos!, y la próxima vez que se cruzan en la calle la obsequia con un sonoro regüeldo y una risotada. Cuando la muchacha huye despavorida él se queda sorprendido discurriendo sobre sí en lugar del eructo no hubiese sido mejor haber hecho lo que "el Sula", que les da un empujón muy gracioso que las estampa contra el muro....
El chaval va progresando. Crece. Se masturba. Sigue masturbándose. Elucubra. Progresa materiálmente. Y un día descubre que ha llegado el tercer momento.. Tiene veintinósecuantos años. Desde los eructos y empujones pasó a los magreos y desde estos a lo que pudo. Encontró el "amor de su vida" no sé sí cuatro o cinco veces..
Ahora, en este tercer momento, se encuentra fuerte, potente, atractivo.. Ya no se trata de explorar nada.. Necesita una nueva esclava, pues su mamá ya no "está por la labor" (aunque pensándolo bien.., con habilidad, quizás pueda aprovechar aún a mamá y que le mimen las dos, su madre y la "lagarta", que es como llama la primera a la segunda).
Y, efectívamente, está en el cénit de su potencia física. ¡Ese es el problema! pues mental y sentimentálmente sigue lleno de dudas, sin saber de su querer, falto de estabilidad, intentando descubrir que y quién quiere ser. Es fuerza y pasión, pero sin sabiduría.
Entonces descubre a la incauta..., o una "lagarta" -¡qué razón tenía mamá!- comprende que él es un papanatas. En cualquiera de los tres casos, malo; si, tres casos, pues además de los dos ya expuestos cabe un tercero : que el papanatas se empareje con una incauta.
¿Entendéis ahora la ola de divorcios y malos tratos?. ¿Entendéis por qué los Santos Padres mantienen que el matrimonio es de por vida?. Nos tienen que "atar corto" que sí no salimos de estampida..
Sólo los homosexuales quieren matrimoniar.. Curioso. Matrimonio viene de los términos latinos "mater munere" -hacer madre, preñar vamos, dicho a lo fino y elegante-. Diría yo que cierto contrasentido si existe... Máxime cuando la mayoría no encuentra camino para tener hijos y ellos, ¡tan fértiles!, están loquitos por ser papás o mamás...
Este tercer momento es más largo que los anteriores... Quiero hacer aquí un descanso y recapacitar. Hay un dicho aeronáutico que explica bien lo que os cuento y anticipa el cuarto y último momento. Los pilotos decimos que nos matamos a las 30, 300, 3000... ¿Qué?.
Pues que cuando volamos sin saber, a las 30 horas de experiencia de pilotaje, nos equivocamos con facilidad y nos estrellamos; lo mismo que cuando nos relajamos después de 300 horas de vuelo. Y mucho más, cuando nos consideramos pilotos expertos con miles de horas.....
Los dos primeros momentos corresponden a treinta horas de experiencia; el tercero a las trescientas. Ahora os hablaré del cuarto..., cuando te matas por exceso de confianza.
Algunos denominan a este cuarto y último momento la "crisis de los cuarenta"; y también de los cincuenta..., o de cuando sea. Un buen día, al despertar, tienes un deslumbramiento, algo así como una revelación... Comprendes que ya nunca podrás cumplir "tales y cuales" sueños e ilusiones; que, en cuanto a ellos, es como sí hubieses muerto.
En ese instante nos encontramos con dos tipos de hombres. El primero es alguien que, aun habiendo sufrido los sinsabores, fracasos y frustraciones propios del diario vivir, está suficiéntemente "gozado" y tiene próximos sus sueños y realidades pues ha digerido la experiencia. ¡Raro especimen, en verdad!.
Este hombre comprende al fín, muy tarde ¿verdad?, que la mujer no es muy diferente de él mismo. Que no es una hembra en celo sino que busca calor y cariño, como todos, y que el sexo es la placentera expresión física del amor. Que no es tan difícil entenderla pues lo femenino es un "alter ego" de lo masculino creado para compenetrarse, apoyarse y completarse mútuamente.
Descubre que estar juntos, pasear cogidos de la mano, charlar y saber del otro, compartir alegrías y preocupaciones, es la esencia de la vida. ¡Qué triste es el tiempo perdido....!.
El segundo "cuarentón" o "cincuentón" -o lo que os guste- necesita seguir creyendo en los sueños pues nunca fué capaz de convertir alguno en realidad. Casi ha perdido aquella potencia física, ¡tan lozana!, y sólo le resta la imagen, especie de fachada humana tras la que ocultamos nuestras miserias. No admite el paso del tiempo...; sería tanto como darse cuenta que malgastó su vida.
A estas alturas su madre falleció o la pobre "no está para muchos trotes". Amigos, pocos o ninguno; es "ley de vida". Busca a la mujer.. No puede permitirse dialogar con ella y arriesgarse a que esta descubra su poca "sustancia", así que se construye mentálmente una fémina a su imagen y semejanza, que ignore sus carencias y jalee sus sueños. Cuando tiene claro "su diseño" de mujer, sale en su busca y como no topa con ella, pues a esas alturas las que encuentra son sospechósamentes parecidas a él, engatusa a la primera que se deja y se dedica a decirle que tiene que pensar, como debe de vivir y que suerte ha tenido de encontrar un hombre tan maravilloso. Quiere ser pigmalión y no llega ni a Gepetto....
Extender la descripción cuanto y como queráis. Al final sólo encontraréis soledad...
2 comentarios:
¡Te equivocas! (en mi humilde opinión) un bebé no es un parásito, tal vez dependa de otro, sí, pero aunque la madre se sienta desfallecer en ocasiones, es más la sensación de felicidad; es algo dificil de explicar. Pero fíjate, en cierto sentido me he sentido ofendida cuando además nos llamas esclavas jejejeje, y es que una cosa es que la sociedad en conjunto no valore esta labor y otra muy distinta que no nos sintamos recompensadas solo con ver sonreir a nuestro bebé :)
Luego hablas de lagartas e incautas jejeje, podemos realizar un símil nosotras, las mujeres, y hablar de cabronazos y "amigos", no deja de ser una versión muy parcial de las personas, pero también puede ser que yo sea una incauta y tenga poca visión realista jejejeje.
En fin... al final puede ser que exista la soledad, también está en el intermedio e incluso al principio, pero es bien cierto que quien no sabe estar solo no puede estar en compañía. Por cierto que la tuya (la compañía) es excelente :)
Tha el artículo es bastante dadà.. Recuerda lo que te he escrito de Duchamp. No "leas" palabra a palabra, sino como un todo.
Los términos utilizados son claramente provocadores..
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