Como lo mejor que se puede hacer con un cabreado es dejarle que se desahogue..... Os cuento.
Indignarme, lo que se dice indignarme, sólo lo consigue la impotencia -que dicho sea de paso, no es la del "pito" y que, ahondando en el asunto, el pito tampoco es el del árbitro.
¿Y cuando siento impotencia?. En tres ocasiones : Cuando veo que a un "pobre diablo" le han dado poder, cuando un tonto se pone a escribir y cuando un inexperto tiene exceso de trabajo.
Si se da alguno de esos tres supuestos y os véis afectados.. ¡echaros a temblar!.
El primero, infeliz él, procurará demostrarse a sí mismo que "es álguien" y que no es verdad que su existencia pasa desapercibida, para lo que se dedica a decidir sobre todo "lo divino y lo humano", con independencia de sí sabe algo sobre ello o entiende "de que va". Lo que importa es convencerse de que su presencia se nota sobre la faz de la tierra. El prototipo es el político.
El segundo, ¡peligrosísimo!, no suele darse en estado puro. Suele ser un añadido del primero o del tercero. Para entender su importancia debemos reconocer que todos somos insensatos en algún momento, pero solemos pasar desapercibidos pues nuestras bobadas se diluyen en el "maremagnum" de la vida diaria. Pero, mirarme ahora mismo.., ¡estoy escribiendo! y, aunque creo que soy un prodigio de inteligencia, cabe la posibilidad de que reálmente sea un memo.
Aquí hay gente que me visita. Lo demuestra el contador. Alguno leerá algo, digo yo. Y de estos, seguro que la mayoría lo hace "por encima", sin pensar, sin atención y sin criticar mentálmente lo que escribo. El resultado es que se "quedan" con alguna de mis ideas.....
¡Soy como un virus!. ¡Y de la peor especie!. Infecto el colodrillo de los demás... ¿Entendéis ahora el peligro de los que cumplimos las condiciones del segundo supuesto?.
Y el tercero... ¡Ay el tercero!. Como todo en la vida, se da en cualquier lugar y circunstancia pero creo que las condiciones de nuestra sociedad, tan neoliberal y capitalista ella, constituyen su caldo de cultivo. Nuestro "pequeño primer mundo", que no es el único que existe -aunque lo creamos así-, tan material, tan soberbio, tan solitario, se ha embrutecido.
Su objetivo es deglutir y defecar, como anticipó el clarividente Georges Hyvernaud en "La piel y los Huesos", pues reducimos la existencia a vivir una "duración pulverizada", un "invariable vaivén entre certezas infranqueables", unas "explicaciones sólo verdaderas en el mundo de las explicaciones" y sin siquiera consolarnos ante "la evidencia desgarradora del absurdo".
Este tercer supuesto lo materializan todos los apresurados, los que van tras una meta que desconocen, pues nunca se detuvieron -reálmente- a pensar que querían. Todos aquellos que consideran cumplida su obligación cuando acumulan cantidad y no quieren mirar a la calidad de lo que hacen.
Su prototipo, patético especimen, es el asalariado actual.
Pero, entonces.... Si no quiero relacionarme con políticos, memos y asalariados..., ¿quienes me quedan?.
Vuelvo a mi soledad. Y en soledad sólo cabe un regimiento, el de uno mismo. La acracia.
Indignarme, lo que se dice indignarme, sólo lo consigue la impotencia -que dicho sea de paso, no es la del "pito" y que, ahondando en el asunto, el pito tampoco es el del árbitro.
¿Y cuando siento impotencia?. En tres ocasiones : Cuando veo que a un "pobre diablo" le han dado poder, cuando un tonto se pone a escribir y cuando un inexperto tiene exceso de trabajo.
Si se da alguno de esos tres supuestos y os véis afectados.. ¡echaros a temblar!.
El primero, infeliz él, procurará demostrarse a sí mismo que "es álguien" y que no es verdad que su existencia pasa desapercibida, para lo que se dedica a decidir sobre todo "lo divino y lo humano", con independencia de sí sabe algo sobre ello o entiende "de que va". Lo que importa es convencerse de que su presencia se nota sobre la faz de la tierra. El prototipo es el político.
El segundo, ¡peligrosísimo!, no suele darse en estado puro. Suele ser un añadido del primero o del tercero. Para entender su importancia debemos reconocer que todos somos insensatos en algún momento, pero solemos pasar desapercibidos pues nuestras bobadas se diluyen en el "maremagnum" de la vida diaria. Pero, mirarme ahora mismo.., ¡estoy escribiendo! y, aunque creo que soy un prodigio de inteligencia, cabe la posibilidad de que reálmente sea un memo.
Aquí hay gente que me visita. Lo demuestra el contador. Alguno leerá algo, digo yo. Y de estos, seguro que la mayoría lo hace "por encima", sin pensar, sin atención y sin criticar mentálmente lo que escribo. El resultado es que se "quedan" con alguna de mis ideas.....
¡Soy como un virus!. ¡Y de la peor especie!. Infecto el colodrillo de los demás... ¿Entendéis ahora el peligro de los que cumplimos las condiciones del segundo supuesto?.
Y el tercero... ¡Ay el tercero!. Como todo en la vida, se da en cualquier lugar y circunstancia pero creo que las condiciones de nuestra sociedad, tan neoliberal y capitalista ella, constituyen su caldo de cultivo. Nuestro "pequeño primer mundo", que no es el único que existe -aunque lo creamos así-, tan material, tan soberbio, tan solitario, se ha embrutecido.
Su objetivo es deglutir y defecar, como anticipó el clarividente Georges Hyvernaud en "La piel y los Huesos", pues reducimos la existencia a vivir una "duración pulverizada", un "invariable vaivén entre certezas infranqueables", unas "explicaciones sólo verdaderas en el mundo de las explicaciones" y sin siquiera consolarnos ante "la evidencia desgarradora del absurdo".
Este tercer supuesto lo materializan todos los apresurados, los que van tras una meta que desconocen, pues nunca se detuvieron -reálmente- a pensar que querían. Todos aquellos que consideran cumplida su obligación cuando acumulan cantidad y no quieren mirar a la calidad de lo que hacen.
Su prototipo, patético especimen, es el asalariado actual.
Pero, entonces.... Si no quiero relacionarme con políticos, memos y asalariados..., ¿quienes me quedan?.
Vuelvo a mi soledad. Y en soledad sólo cabe un regimiento, el de uno mismo. La acracia.
2 comentarios:
ehhh si no me mandas me quedo contigo!
¡Qué parcial eres, Tha!
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