Me ha reducido al silencio. Nos habían avisado de que estaba flojo y que le habían vuelto a poner la sonda nasogástrica; tras extirpar el tumor, al reconstruirle la vejiga con parte del intestino, inevitablemente, la intervención no solo ha dado lugar a los efectos propios sobre el aparato urinario sino que ha afectado al aparato digestivo. La sensación que tiene no va más allá de molesta, pues hoy en día los calmantes van que vuelan; el síndrome que se ha presentado es uno de los posibles y suma una dificultad más a superar, pero el hecho es que se ha producido una obstrucción intestinal, a consecuencia de la cual devuelve cualquier sólido o líquido que ingiere, dado que su intestino está repleto.
No se puede actuar "por abajo", ya que bastante tiene con recuperar poco a poco el área intervenida, de modo que lo que están haciendo es aspirar por aquella sonda el contenido intestinal para "despejar" el aparato digestivo y reducir la inflamación abdominal.
Y así lo he encontrado, soltando mierda por un tubo que salía de su nariz y que desaguaba en un recipiente estanco, donde ya había unos dos litros.
Aguanto esto con tranquilidad. No me afecta. Es meramente físico. Lo que me ha reducido al silencio ha sido su mirada callada. Al no disponer de mucha energía, solo mira, con los ojos inmensamente abiertos, que se mueven rapidísimos en busca de cualquier bicho viviente que haga cualquier gesto a su alrededor. Y esos ojos gritan...
Siente la muerte. Está asustado, absolutamente asustado.
3 comentarios:
22,51. 48 horas después. Está en la U.C.I. Peritonitis. Los médicos acaban de llamar a la familia para dialogar con ellos sobre si le conectan a una "máquina".....
22,11. 72 horas después. La familia decidió luchar; les ofrecían sedarlo para que muriese en paz. Eligieron una operación desesperada. Acaba de terminar bien. Toca esperar. Cada día se tambalean más todas mis firmes presunciones
El hecho que relatas me provoca reflexiones y sentimientos. Te gusta leer y escuchar en las miradas, y sabes hacerlo. Da igual que uno tenga creencias o, simplemente, conjeturas a la hora de dar el último paso en esta vida. Se abisma hacia lo desconocido y eso da miedo. Y por más que se esté rodeado de amados y amantes, uno se muere solo, nadie va a tenderte una mano para atravesar el umbral que le separa del "más allá". Da miedo.
Después está la lucha por la supervivencia, cuando no eres tu el que decide sino tu familia. Siempre me asalta la duda de si actuamos movidos por la voluntad del agonizante o por nuestro propio egoísmo envuelto en "cumplimiento del deber" o "él siempre ha querido luchar". En determinadas circunstancias el enfermo conserva un hálito para manadarnos a todos a paseo y declarar que quiere descansar de una vez, o que le importa un pimiento el dolor porque quiere seguir vivo cueste lo que cueste. Pero si ese hálito no aparece son los demás quienes toman una decisión. A veces la loma se remonta, a veces la agonía es lenta y dolorosa porque cuesta mucho morirse.
Acertar es difícil, como siempre en la vida.
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