Decía Vicente Ferrer que amar es el primer paso; que el amor está muy bien, pero que si se ama de verdad es imposible quedarse sin hacer nada. El amor, el verdadero amor, nos arrastra a la acción. Y hablo del simple amor humano; ¿puede creerse que alguien ama a otro, sabiendo que no se entrega a su felicidad?. ¡MANDANGAS!. O sea, que si existe ese ser supremo y nos quiere como indica con toda claridad el término evangélico con que Jesús se refiere a Él - Abba (Papaito) -, nos ama con locura divina. (Por cierto; soy padre. Mis hijos son mi vida. Los quiero, los quiero.. Pero eso no implica resolver sus problemas; son ellos quienes en uso de su libertad deben decidir y asumir responsablemente las consecuencias de sus actos. Tienen que crecer y esto implica mucho sufrimiento, fracasos y capacidad de recuperación. Esto me duele, pero es el único camino para madurar y ser libre).
Amar es entregarse. Sin límite, que Abba no tiene límites, como no los tiene su Perdón, que solo Él es capaz de otorgar, sin motivo, sin explicaciones, porque si; no como nosotros, que solo somos capaces de disculpar y no siempre, en caso de que se nos justifique de algún modo las acciones u omisiones ajenas. Y así comienza el Misterio del Amor. Primero respeta nuestra Libertad, incluso para ir contra Él; ¿nos imaginamos lo qué haríamos si fuésemos dios y un mierdecilla de hombre nos chulease?. Luego se Entrega. Él mismo. ¿Por qué?; creo firmemente que para poner en nuestra manos algo maravilloso: Esperanza. ¿No es este el sentimiento que inunda nuestra intimidad cuando nuestro amor nos mira de frente, nos sonríe luminosamente y nos coge de la mano?. ¡¡El mundo, el futuro es mío, coño!! (así me sentí aquel día...).
Hace algo más de 2000 años nació un niño en algún lugar de Palestina, que lo del censo y Belén habría que estudiarlo en profundidad, no sea que fuese un ajuste posterior para cumplir con el Antiguo Testamento, que a los hombres lo de Dios no nos importa demasiado, pero nos gusta quedar bien entre y para nosotros. Lo que no se sostiene es que fuese por estas fechas; ¿se imaginan a los pastores durmiendo al raso en un territorio en el que en invierno caen unas nevadas de padre y muy señor mío, y hace un frío que congela el aliento?. Posiblemente nació en primavera. Primavera, renacer a la vida.... Pero no nos perdamos en detalles que, en realidad, son indiferentes, pues nada cambian las fechas y lugares.
Quiero felicitarles la Esperanza mediante algo que, aunque sé que no sé, algunos buenos amigos dicen que les gusta: comentándoles una pintura. Su autor es Juan Bautista Maíno de Castro y la obra es su Adoración a los Pastores, que pueden contemplar en el Museo del Prado. Para quienes no puedan contemplarla in situ, en la página que queda enlazada con el título de la obra encontrarán bajo ella las opciones de "ampliar" y "zoom"; con la primera obtendrán una imagen de buen tamaño y con la segunda podrán apreciar hasta detalles de la pincelada en un área concreta.
La obra es barroca. La realizó poco antes de ingresar en la Orden de Predicadores y aun siendo producto de una mentalidad religiosa, expresa de manera asombrosa una realidad que pudo ser y no una idea para adoctrinar y controlar a la Masa sin tener en cuenta el Amor y la Esperanza. Que una cosa es la Religión y otra la Fe; como una cosa es el Derecho que parimos los hombres en busca de una mínima convivencia y otra muy distinta la Justicia.
Hace algo más de 2000 años nació un niño en algún lugar de Palestina, que lo del censo y Belén habría que estudiarlo en profundidad, no sea que fuese un ajuste posterior para cumplir con el Antiguo Testamento, que a los hombres lo de Dios no nos importa demasiado, pero nos gusta quedar bien entre y para nosotros. Lo que no se sostiene es que fuese por estas fechas; ¿se imaginan a los pastores durmiendo al raso en un territorio en el que en invierno caen unas nevadas de padre y muy señor mío, y hace un frío que congela el aliento?. Posiblemente nació en primavera. Primavera, renacer a la vida.... Pero no nos perdamos en detalles que, en realidad, son indiferentes, pues nada cambian las fechas y lugares.
Quiero felicitarles la Esperanza mediante algo que, aunque sé que no sé, algunos buenos amigos dicen que les gusta: comentándoles una pintura. Su autor es Juan Bautista Maíno de Castro y la obra es su Adoración a los Pastores, que pueden contemplar en el Museo del Prado. Para quienes no puedan contemplarla in situ, en la página que queda enlazada con el título de la obra encontrarán bajo ella las opciones de "ampliar" y "zoom"; con la primera obtendrán una imagen de buen tamaño y con la segunda podrán apreciar hasta detalles de la pincelada en un área concreta.
La obra es barroca. La realizó poco antes de ingresar en la Orden de Predicadores y aun siendo producto de una mentalidad religiosa, expresa de manera asombrosa una realidad que pudo ser y no una idea para adoctrinar y controlar a la Masa sin tener en cuenta el Amor y la Esperanza. Que una cosa es la Religión y otra la Fe; como una cosa es el Derecho que parimos los hombres en busca de una mínima convivencia y otra muy distinta la Justicia.
Adoración de los pastores Juan Bautista Maíno de Castro 1611-1613. - Óleo sobre lienzo - 315 x 174 cm. - Museo del Prado |
Compone verticalmente la obra mediante dos espacios. El superior está ocupado por un Rompiente de Gloria; recurso barroco, tanto en bulto como en plano, en que los Cielos se abren, dejando ver como santos, ángeles y divinidad -según los casos- se asoman complacidos a la vista de algo que sucede por estos pagos terrícolas; vamos, que el artista quiere trasladarnos el sentimiento de que el hecho que contemplamos es tan magnífico que hasta la corte celestial se apunta al espectáculo. Y permítanme que lo exprese así, de manera un tanto irrespetuosa, dado que en demasiadas ocasiones se usó para engrandecer la figura del mecenas que pagaba la obra y cuyo verdadero mérito era tener dineros y poder.
El espacio inferior, como ya supondrán, es ... un escenario. Hagan memoria.. Recuerden la última vez que fueron al teatro; el escenario.. Un suelo de tablas, cortinajes, límites laterales y de fondo, ambiente o ambientes que deducimos de lo pintado y de las luces... El Barroco es teatro. Frente a las líneas del Renacimiento, el Barroco rompe, se ondula, entra y sale, opone contrastes. Y en el Escenario que contemplamos se cuenta la mayor Entrega por Amor que ha existido, existe o existirá.
Así que ... ¡alcemos el telón y sumerjámonos en la Historia!. En lo más alto vemos tres ángeles que contemplan el escenario. Quizá alguno sea el que anunció a los pastores que Dios se había hecho hombre, enlazando así el relato evangélico con aquella magnificencia que como dije antes busca expresar el rompiente, pues los ángeles no asisten a cualquier evento -americanismo que dicen hoy en España a todas horas quienes intelectualmente procuran parecer toalla siendo trapo-. Aunque no dejan de ser suposiciones, pues no está a nuestro alcance comprobar científicamente las hojas de servicios del escalafón angélico, parece ser que la Anunciación la llevó a cabo el arcángel Gabriel, así que es posible que Miguel o Rafael -los otros pilares arcangélicos- anunciasen a los pastores el Nacimiento de Jesús. De modo que no es un desmadre suponer que Maíno situase a los tres citados en su obra. ¿Y cómo es un arcángel?. Pues vaya usted a saber.. Estos son jovenzuelos y como tales, un punto desvergonzados,
El de arriba a nuestra izquierda sonríe con suficiencia, aunque al tener su mano sobre el pecho pudiera sugerir que está emocionado. El que está a nuestra derecha y ligeramente más alto, señala la escena central que sucede más abajo como si le sorprendiese lo que ocurre y no pudiese evitar recalcárselo a los otros. Y el que aparece debajo de ambos y entre ellos, aparte de agarrarse como Dios manda a una nube con ambas manos, pues tiene unas alucas que no dan la talla y es algo rechonchete -de modo que como se suelte se estozola-, pone una cara de "ya verás tú" que, se tome por donde se tome, sorprende en una pintura religiosa.
¿Qué quiero decir?. Pues que plantea cierto contrasentido. Estamos ante un planteamiento expositivo extraño en quien va a ser fraile dominico, realiza pintura religiosa y desarrolla el tema del Nacimiento de Dios Hijo. ¿Es asunto para que lo realcen un sobrao, un incrédulo y un tocapelotas?. ¿Qué nos quiere decir el autor?. ¿Plantea alguna duda ontológica?. ¿O simplemente insinúa que Dios se hizo Hombre, pero de verdad de la buena y no de la manera que siempre han contado los incrédulos, que de tan dulce y maravillosa parece que de hombre poco y de Dios mucho?. Pienso que Maíno asegura que si tenemos Fe creeremos lo imposible, y si necesitamos lo posible, por mucho que nuestra boca se llene de palabras y nos golpeemos el pecho, somos unos falsos.
Por cierto. Unan mediante una línea la parte más alta de las alas de los dos ángeles superiores y el codo derecho del que está más bajo.. Un triángulo clarísimo. Y reparen en las líneas ligeramente divergentes que desarrollan los rayos que emanan en estas pinturas de la Divinidad; por poco no son cilindros e insinúan un punto de fuga entre los tres arcángeles que pudiera ser el baricentro de aquel triángulo. No, que no les estoy diciendo que lean El Hereje de Delibes; solo que el Arte Plástico tiene mucho de Geometría, así que no se extrañen del Cubismo y cosas así. Aunque sorprende que dichos rayos sean, en lugar de dorados, cálidos y brillantes como suelen, grises y apagados, de modo que no los percibiríamos si no fuese por las líneas que los delimitan.
Y esto me recuerda que a nuestro fraile le influyeron muchísimo Caravaggio y Gentileschi. Reparen en como juega con la luz y la sombra, potenciando mediante la contraposición de ambas lo que le interesa. Fíjense en la tonalidad azul del manto de María y en la iluminación de su rostro, en la verde musgo del de José, en la gris azul acero de la sobrecamisa del pastor y en su cara atezada, en las telas blancas, en el realismo de la piel de los pastores sobre el suelo, en....
Pero bajemos a tierra. A ese espacio que hemos descrito como un escenario teatral,. Según desciende la vista lo primero que apreciamos es un paisaje; unas columnas jónicas o corintias -que la vista no da para más- a nuestra izquierda, que posiblemente simbolizan el poder terrenal, ese que suelen desarrollar los abuelos, del que viven los hijos y que agotan los nietos. A su altura y a nuestra derecha unos sillares que el tiempo no solo ha desgastado, redondeándolos, sino que muestran que la materia no desaparece sino que se transforma tras derrumbarse. Y entre columnas y sillares, el campo bajo la lluvia en un día gris, con el mar al fondo. Tiempo duro para nacer... Venir al mundo en mitad de obras humanas que por un lado parecen grandes y por el otro se caen a pedazos. Así transcurre en el tiempo el poder material que desarrollamos los hombres.
Descendamos un poquito. Pasemos a la Realidad. Una mula y un buey contemplan la escena con esa fidelidad en la mirada que solo he visto en los ojos de los animales. Y sobre la tierra, ligerísimamente aupados sobre una tarima, nuestros protagonistas. El artista utiliza un recurso muy habitual para lograr impresión de profundidad: anteponer objetos a la figura. Sitúa a María y José tras un pequeño poyete cubierto de paja donde reposa Jesús; y el pastor que se les acerca, semiarrodillado y sujetando un chivo por la cuerna, aparece tras un madero que sirve de apoyo a los restos de alguna cabaña. Busca el mismo efecto situando un murete tras la todos ellos y, aún más, colocando tras él a la mula y el buey. Si hay algo más cerca y algo más lejos a la vez, hay profundidad.
Acerquémonos al pastor, disfrutemos de su pelo cano, de su piel curtida, de sus uñas sucias por el trabajo, de su cuerpo sólido, del color que nos muestra; solo desentona para mí de su vigorosa realidad el buen estado de su ropa. Pero dejémoslo estar, que ya nos acercó mucho más a la verdad de lo que lo han hecho casi todos los artistas. Meditemos sobre su comportamiento, sobre la expresión de su cara.. Apoya la mano sobre el pecho, cerca del corazón, en un gesto que denota a la vez emoción y que se hace una pregunta, que refuerza con sus ojos entrecerrados y las arrugas que se incrementan en su frente. Siente el Misterio, lo huele, en lo más hondo de su ánimo tiene la impresión de que está frente a una Maravilla; pero duda... ¿Será posible, qué sucede; qué me invade el alma?. No comprendo nada... ¡Pero es tan intenso, tan maravilloso!. Si pudiéramos verle un rato después apuesto que lo encontraríamos sentado en el suelo, la piel ardiente, dejando que las lágrimas limpiasen el polvo de su barba, la mirada lejana, .. Era feliz. Y no sabía por que.
María también es feliz. Se sabe, se siente Madre. Junta y eleva las manos, tanto en gesto de plegaría -que toda madre ruega siempre por sus hijos, con razón y sin ella, con motivo y porque sí- como hablándonos: intuyo que las mueve ligeramente hacia adelante y hacia ella, como diciéndonos que sabe que es Verdad, que Jesús, su hijo, es tanto el Hijo de Dios como Dios mismo. Entrega absoluta. Por Amor. Dios no lo hizo para terminar pagando por nosotros nuestros errores. ¡Qué bestialidad!; pensar que exige algo así como una prueba de sangre, quien solo puede ser si ES Amor... Lo hizo porque nos ama tan absolutamente que simplemente se abandona en las manos de cada uno de nosotros. Nos muestra el Camino.. Vivir es entregarse al Amor; confiar, confiar, confiar,... Sin límite alguno. Sin miedo. Siempre.
(Y ahora os confieso en soledad y en la intimidad de la noche, que esto me acojona. ¿Os molesta la palabra?. Pues describe mejor que cualquier otra el estado que me embarga cuando abro el corazón y me permito vislumbrar lo que ES. Luego confieso que no tengo Fe, que no creo, que soy incapaz de amar.. Y suplico misericordia y amparo).
¿Y José?. José... Ignorado José. Olvidado por casi todos (bueno, en Valencia y con las Fallas, no tanto). El bueno de José. Humilde carpintero.. ¿Recordáis el aroma de la madera cortada de una carpintería?. Hay tres aromas inolvidables: el de la hierba fresca recién segada, el cálido de tahona y el de la madera en la carpintería. Huelo, cierro los ojos, sueño... José tiene también alguna uña que no está precisamente en estado de revista. ¡Y qué coño me importa!. Ha cerrado los ojos, agacha la cabeza, recoge la mano del Mamoncillo, se sumerge en Él, se olvida de todo. AMA..... (si yo sintiese así, Abba...).
Acerquémonos al pastor, disfrutemos de su pelo cano, de su piel curtida, de sus uñas sucias por el trabajo, de su cuerpo sólido, del color que nos muestra; solo desentona para mí de su vigorosa realidad el buen estado de su ropa. Pero dejémoslo estar, que ya nos acercó mucho más a la verdad de lo que lo han hecho casi todos los artistas. Meditemos sobre su comportamiento, sobre la expresión de su cara.. Apoya la mano sobre el pecho, cerca del corazón, en un gesto que denota a la vez emoción y que se hace una pregunta, que refuerza con sus ojos entrecerrados y las arrugas que se incrementan en su frente. Siente el Misterio, lo huele, en lo más hondo de su ánimo tiene la impresión de que está frente a una Maravilla; pero duda... ¿Será posible, qué sucede; qué me invade el alma?. No comprendo nada... ¡Pero es tan intenso, tan maravilloso!. Si pudiéramos verle un rato después apuesto que lo encontraríamos sentado en el suelo, la piel ardiente, dejando que las lágrimas limpiasen el polvo de su barba, la mirada lejana, .. Era feliz. Y no sabía por que.
María también es feliz. Se sabe, se siente Madre. Junta y eleva las manos, tanto en gesto de plegaría -que toda madre ruega siempre por sus hijos, con razón y sin ella, con motivo y porque sí- como hablándonos: intuyo que las mueve ligeramente hacia adelante y hacia ella, como diciéndonos que sabe que es Verdad, que Jesús, su hijo, es tanto el Hijo de Dios como Dios mismo. Entrega absoluta. Por Amor. Dios no lo hizo para terminar pagando por nosotros nuestros errores. ¡Qué bestialidad!; pensar que exige algo así como una prueba de sangre, quien solo puede ser si ES Amor... Lo hizo porque nos ama tan absolutamente que simplemente se abandona en las manos de cada uno de nosotros. Nos muestra el Camino.. Vivir es entregarse al Amor; confiar, confiar, confiar,... Sin límite alguno. Sin miedo. Siempre.
(Y ahora os confieso en soledad y en la intimidad de la noche, que esto me acojona. ¿Os molesta la palabra?. Pues describe mejor que cualquier otra el estado que me embarga cuando abro el corazón y me permito vislumbrar lo que ES. Luego confieso que no tengo Fe, que no creo, que soy incapaz de amar.. Y suplico misericordia y amparo).
¿Y José?. José... Ignorado José. Olvidado por casi todos (bueno, en Valencia y con las Fallas, no tanto). El bueno de José. Humilde carpintero.. ¿Recordáis el aroma de la madera cortada de una carpintería?. Hay tres aromas inolvidables: el de la hierba fresca recién segada, el cálido de tahona y el de la madera en la carpintería. Huelo, cierro los ojos, sueño... José tiene también alguna uña que no está precisamente en estado de revista. ¡Y qué coño me importa!. Ha cerrado los ojos, agacha la cabeza, recoge la mano del Mamoncillo, se sumerge en Él, se olvida de todo. AMA..... (si yo sintiese así, Abba...).
Quizá por eso, Jesús, Hijo de Dios, solo le mira a él. Al viejo carpintero en quien nadie se fija.
¡FELIZ NOCHE DE LA ESPERANZA!
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