Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

martes, 15 de mayo de 2012

Mareando la perdiz

Iba a escribir una carta independiente, pero lo que tratas me da pie para escribir lo que quería y a la vez, contestarte. Comenzaré por algo intrascendente en apariencia, aunque creo que nos permite apreciar con claridad la realidad de algo que expones: los japoneses..

No son educados, exactamente. Durante siglos han vivido en una sociedad rural, agraria y sujetos a un régimen feudal; tengamos presente que hasta la Era Meiji, durante la que el Japón se abre al resto del mundo en la última parte del XIX, debido en buena parte a que el comodoro Perry impuso por la fuerza el fin del aislamiento y del estilo samurai, su estructura económica y social era medieval. Eso mantuvo vivas unas costumbres basadas más en las formas y el respeto que en los afectos.

Los japoneses no se tocan, acuerdan aún hoy muchos matrimonios y crecen sometidos a un fortísimo sentido de responsabilidad social. Hace no mucho, quizás no más de tres años, la prensa japonesa ensalzó a un Rato cualquiera que convocó a una asamblea a sus empleados, les pidió perdón por no haber sido capaz de resolver los problemas, asumió su responsabilidad y mientras la tropa se inclinaba se espachurró lanzándose por la ventana. Todo un modelo..

Y es que ellos sienten el suicidio de un modo diametralmente opuesto a como lo hacemos nosotros. Para su mentalidad, el Hombre es un componente más de la Naturaleza (y esta es el Todo) y solo incardinado en esta tiene comprensión; lo individual solo se considera como una vía de fusión con aquella, pero sin valor por si mismo. El suicidio debe ser honorable según su causa y entonces eleva al sujeto a la Perfección, lavándole sus impurezas; si el seppuku no es exigible, al no afectar a la honorabilidad del comportamiento -lo que reduce esta vía al noble y al guerrero, que sigue el Bushido- lo que hace el común es trabajar como una mula y los que tienen inquietudes espirituales se esfuerzan en diluirse mental y emocionalmente en el Todo o en la Nada, que para gustos colores.

Esto de estudiar le vuelve a uno rarito.... Seguiré con lo que quería decirte: fidelidad y rabia. Y sé, recalco sé, pues la existencia me ha convencido de ello, que a estas dos cuestiones se reduce casi todo, por no decir todo. La fidelidad a la que me refiero no es la que piensas. Es más importante. Me refiero a la fidelidad a uno mismo, a la propia conciencia o subconsciente o intuición o creencias o como queramos llamarlo, que no tengo claro que en la realidad, que siempre es clara y sencilla, no sean lo mismo. 


Clara y sencilla..; la realidad, la vida, es así. Nosotros somos quienes las enmerdamos. Y si no lo vemos así contemplemos a un niño de pocos años. Es absolutamente natural; nos mira a los ojos directamente sin complejos o temor, pregunta lo que no imaginamos cuando nadie lo espera, se toca tranquilamente eso para investigar que es, juega imaginando sin restricciones, ... Y ahora, si fuera posible, observémosle de mayor: más conchas que un galápago. Poco queda de aquella naturalidad. Y una cosa es que no nos relacionemos con el prójimo como elefantes en cristalería y otra radicalmente distinta es basar la conducta en el resultado, teniendo poco en cuenta nuestras creencias.

Comencé a discurrir sobre ello cuando vi aquella mujer espléndida.. ¿Sabes?; ellas han sido siempre mi inspiración. Han actuado como catalizadores en las reacciones de mi vida y al contemplarla, y sentirla, tan voluptuosa, sensual, carnal, abierta, ...., al percibirla tan natural, comencé a ver con claridad. Pero retrocederé... Todos sabemos quien y como somos, pero nos esforzamos en ocultarlo tanto a los demás como a nosotros mismos. Es muy duro reconocerse. Habitualmente usamos una apariencia .. ¿conveniente?, con la que nos sentimos cómodos y con la que podemos convivir, con otros y con nosotros.

Pero eso implica que nos traicionamos, que dejamos de ser quienes somos y adulteramos lo que sea de nuestra personalidad. ¿Lo hacemos por conveniencia y presión social?; puede ser, si, pero también por miedo a sabernos. Para saberse y obrar en consecuencia hay que tener un par, y si por algo se caracteriza la persona es por sus temores.

Podemos ser buenas personas; y reconozco que mucha gente tiene los sentimientos que corresponden a gente así. Pero no se trata de eso, no. Tras contemplar a aquella mujer.. (si algún lector piensa que mis ideas se centran y limitan al fornicio está equivocadísimo, pues me refiero más bien a quien tiene cualquier tipo de inquietud, de fuego en el cuerpo y este lleva años buscando su camino, brotar, existir; aunque reconozco que recurro para explicarme al ejemplo más fácil de captar, que sí se centra en lo sexual). Decía que tras recibir aquel impacto  tan humanamente femenino comencé a pensar... Ella puede estar enamoradísima de su Pepe, pero podría ser que su existencia no comenzase y acabase en este; tiene unas necesidades, físicas, intelectuales y emocionales, que nacieron con ella y que tendrá que lidiar a lo largo de su vida, le guste o no. No puede reducirse a ser meramente pareja fiel de su Pepe, so pena de ser infiel a si misma, reduciendo en proporción similar las posibilidades de su existencia. Como todos, vamos..

Es curioso.. Ser ella, ser fiel a lo que es, pudiera conducirla a no ser fiel en el sentido matrimonial o de pareja. ¿Malo, criticable?; creo que no o más bien, no tengo asentado mi criterio. De entrada, diría que eso es solo una muestra de las muchas contradicciones que se generan en el individuo al convivir con otros. No sé si su Pepe la satisface vitalmente, pero no me quedo ahí.. No se trata de si encuentra a alguien que se ajuste a su realidad, la satisfaga física y emocionalmente, y la complete como persona, sino de si eso es posible (parto de un axioma y es que el Hombre es social y no puede existir en soledad; sin otros, no hay humanidad).


Como esa plenitud es una meta teórica, me planteo que es en verdad tanto lo debido como lo más eficiente para alcanzar el mayor beneficio al menor riesgo: ¿quebrar la propia identidad en beneficio ajeno o ejercerla quebrando otras?; ¿mantenerse fiel socialmente o ser fiel a uno mismo?. Como he expuesto muchas veces, la respuesta exige cambiar de plano, como propusieron los teólogos tridentinos de la Compañía de Jesús. Nada de deberes ni rentabilidades. Basémonos en el Amor.. Renunciar y perder por amor. Pero sé que esto no evita en muchas ocasiones la autodestrucción, la muerte del amor y al cabo el daño al otro. Se puede herir desapareciendo y también estando presente con amargura. 


Rabia... Lo anterior trataba del individuo y esta de su respuesta ante lo ajeno. Expuse que según crecemos -es un decir- desarrollamos un personaje público que usamos de puertas afuera, como si la sociedad fuera Internet y buscásemos que los demás conociesen de nosotros el ser inventado y no quien somos en realidad.

Eso exige establecer unas ideas, comportamientos, reglas, moral, estilo, .., que sean acordes con nuestro personaje. Sabemos allá dentro, en nuestro interior, que ese individuo que nos representa en buena parte es falso, pero lo compensamos gracias a lo cómodos que vivimos sin las tensiones que nos generaría aparecer ante los demás como somos en realidad. Reducimos tensiones, soslayamos temores...

Pero inevitablemente todos hacen lo mismo y conviven personajes imaginarios. No hay mayor problema con esta ficción mientras no hay determinada intimidad, pero cuando alcanzamos cierto grado de proximidad con otros las ficciones ajenas chocan con las nuestras y surge el conflicto.

Lo sentía ayer por la noche, en la sobremesa de la cena. Mentalidades antiguas, de misa, aperitivo, paella y pollo los domingos. Personalidades de señorita que sabe coser y tocar el piano. Argüí con delicadeza comportamientos actuales...; nada. Irritación. Cuando cruzan tu vida personalidades reales y que con todas sus carencias responden a los momentos que viven, puede ser que confrontes tus opiniones con las suyas y que al cabo haya acuerdo o no -que no es tan importante, pues lo distinto pudiera ser consecuencia de diferentes referencias-, pero cuando tratas con quienes sienten hoy sujetos a la mentalidad del siglo XIX, la única respuesta que recibes es el temor. Rabia.

La realidad agrede a quien no la acepta. Se impone, guste o no, se quiera o no. Y aquellos que pueden vivir hoy en un tiempo pasado, porque disponen de medios materiales, sujetos a una mentalidad desaparecida, no comprenden las nuevas reglas y se sienten indefensos ante lo que no entienden. Como no han luchado -no están acostumbrados, gracias a sus posibilidades materiales-, no se esfuerzan en superar los obstáculos. Pero no pueden dejar de sentir que viven en un ambiente extraño y su reacción es agresiva. No tienen iniciativa y eso hace que su única respuesta sea una muestra de rabia e impotencia.

También cabe algo así en quien no dispone de aquella defensa material y sí está acostumbrado a esforzarse, ya que el catalizador de la situación reside en una combinación de inteligencia y necesidad, por lo que la rabia aparece en quien no comprende, aunque se esfuerce. En resumen, la aplicación del principio de rentabilidad -que no es solo económico-, nos lleva a coger el camino más fácil y acomodarnos.  


Es esa agresividad, esa rabia de la Masa, la que presiona a los individuos. Individuos capaces no hay tantos y prima además aquel principio, por lo que la tendencia general es a ser masa y comportarse tan temerosamente como un rebaño de ovejas.

No se si he logrado aclarar mi pensamiento. Pero intento comprender las reacciones de quienes conviven a mi alrededor para así poder ser más coherente con mi realidad.

Perdón por este ladrillo...

3 comentarios:

Silvia dijo...

Lo bueno de los ladrillos, es que dan en la cabeza y recolocan las neuronas propias y ayudan a pensar.
Muchas gracias. Además, cuando sale esta parte de tu persona, a mí me gusta.
Un beso

Manolo dijo...

Cuando doy vueltas a estas cosas, tiendo a pensar en ellas como principios, conflictos/normas sociales y oportunidades.

Desde mi punto de vista hay principios que no debo saltarme. También hay normas sociales que cambian con el tiempo y que a veces me parecen bien y a veces no. No me parece mal que haya un cierto conflicto con las normas sociales, pues a veces las cosas cambian y las normas sociales que eran útiles antes ahora no lo son.

Lo de las oportunidades es algo en lo que he estado pensando más los últimos años. Antes me agitaba de vez en cuando por una cosa u otra, pero ahora tiendo a pensar que muchas de esas situaciones traen oportunidades asociadas, y que lo que tengo que hacer es enfocarme más en pensar como salir bien parado en una situación u otra, independientemente de que la situación me parezca bien o no.

Claro, esto hace que a veces mi comportamiento y visión de las cosas pueda ser un tanto idiosincrático, pero es que si uno hace lo que hacen los demás, obtiene el mismo resultado que ellos.

Dicho lo cual he de reconocer que tengo un pollo descongelándose ahora para asarlo esta tarde, que mañana iré a misa, y que lo de la paella se me ha ocurrido muchas veces. Por otra parte, las últimas vacaciones estuve enseñando a mis chiquillos como programar ordenadores con un lenguaje para niños. (A la más pequeña no, que no sabe leer todavía)

Saludos

Anónimo dijo...

Muy interesante como siempre y ameno, de ladrillo nada de nada.
Estoy de acuerdo con Manolo en el segundo párrafo el de los principios y las normas ,pero dicho así en frío ,supongo que si interviene la pasión la mente tiende a ofuscarse un poco ...