Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

viernes, 1 de octubre de 2010

Oxígeno I (Eden au Lac y Lago de Zürich)

Me he ido otra vez a Suiza. Necesitaba respirar. ¿...?. No se a ustedes, pero a mí me está ahogando el ambiente bajuno, mendaz, fanático y carente de nobleza que me rodea. Mire a donde mire, nada encuentro; solo prejuicios, odios que ni quien los siente sabe las verdaderas razones que los mueven, agresividad, trato bronco. Fanáticos, fanáticos.....

El viaje

España está llena de aeropuertos; alguno casi sin estrenar y cuya construcción ha llevado a la ruina, en parte, a una Caja de Ahorros castellana. El de aquí tiene rutas flamantes, subvencionadas por los políticos y que ni aun así pueden mantenerse; hubo día en el que a Santiago volaron tres pasajeros...

Procuro evitar volar a lo pedorro con Ryanair -acabo de enterarme en la tele de que en Palma han tenido al pasaje cuatro horas encerrados en el avión, sin moverse del aparcamiento y sin aire acondicionado, hasta que se han amotinado y ha intervenido la Guardia Civil-, para llegar a un aeropuerto de 3ª desde donde tengo que coger no se cuantos enlaces para acabar molido en mi destino. Y pagar además de un billete barato no se cuantas cosas más que lo hacen caro.

He cogido el AVE hasta Barcelona. Esta vez he ido en Club, pero excepto el cuero de los asientos sigo sin encontrar diferencia con Preferente, salvo que el maletero del inicio del coche es pequeño en aquella y correcto en esta. Cuando me he querido dar cuenta, había llegado.

Inmediatamente al Prat, a disfrutar de su terminal mastodóntica. Si ahora parece ser que hasta el tamaño del pito no importa, ¿a qué vienen estos lugares que resultan faraónicos antes que sitios pensados para dar servicio al viajero?. ¿Es un aeropuerto o un hipermercado?.

En el camino dejé perdida la mirada en una mujer de pequeña minifalda, de pie junto al arcén de la autovía, que esperaba cuanto hiciese falta que algún fracaso la subiese a su coche y comprobase una vez más que el sexo desconocido, puro y duro, solo genera soledad. Cuando volví, días más tarde, todo seguía igual excepto el color de la minifalda.

Volé con Swiss, que ofrece algo más de espacio para las piernas y cuyos asientos son de cuero en todas las clases. Y como soy original, cuando en Francia había huelga general. Por ahí arriba hay más semáforos, regulaciones y señales de tráfico que en el centro de una gran ciudad. Esto es lo que seguimos los pilotos..; obligatoriamente. Así que en lugar de ir por la aerovía a Marsella, bordeamos el Macizo Central por el oeste y entramos en Suiza como nuestros Tercios Viejos, desde Borgoña y el Franco Condado, pasando al norte de Basilea para alcanzar Kloten. Si quieren seguir en vivo el tráfico aéreo en el área suizo- alemana pueden hacerlo desde aquí.

Suiza

Nunca me cansaré de decir que me encuentro en ella a gusto. Su gran problema es la hora y el clima. Miren.. Una cosa es la hora oficial y otra la geográfica. Toda España tiene la misma hora oficial -si quieren conocerla con absoluta exactitud pueden entrar en la página del R.O.A. y comprobar la hora U.T.C.-. Pero en realidad cuando anochece en Barcelona aún queda en La Coruña una hora de luz. En esta página pueden observar en tiempo real el avance y fuga de la luz sobre la superficie terrestre.

Y Suiza usa la hora oficial europea, pero estando situada más al este que nosotros. Así que amanece mucho antes, pero también se hace de noche muchísimo antes que aquí. Vamos, que les falta luz. Unan a eso que las borrascas atlánticas desfilan placenteramente apoyándose en los Pirineos y en los Alpes hacia Centroeuropa, de modo que en Zürich llueve.... Pero uno pastó en Santander y aunque me gusta como a todo hijo de vecino el sol, disfruto de la suavidad de los días nublados. Y si llueve ...., ¡a comer y a ...!.

Alojamiento

En el artículo sobre mi viaje anterior les recomendaba un hotel, aunque me alojé entonces en el Ambassador por razones de cercanía a la casa de mis hijos. Es un hotel excelente, que les recomiendo, situado frente al teatro de la ópera y junto al lago de Zürich, como pueden ver en alguna foto que publiqué en aquel artículo. Me gusta la amplitud de sus habitaciones y que en todas ellas el cliente disponga de su propia máquina de café y té, cuyo consumo es gratuito.

En este viaje he seguido la recomendación que les hice entonces y me he ido dos manzanas más allá, por el Utoquai. Me he alojado en el Eden au Lac. Pueden bloquearse por la factura que pagarán y que no es tan elevada, pero les aseguro que eso sería un gran error. Disfrutar no ya de sus instalaciones sino de su servicio es un placer. Y lo intangible, aquello que no se toca, pero que alimenta el espíritu, que nos refina, es valiosísimo.



Se hizo famoso porque en él estableció su residencia durante la Segunda Guerra Mundial el Aga Khan. Al hombre le gustaba, como a mí, el buen comer e impuso ya en aquellos años lo que en el último cuarto del siglo veinte se conoció como menú corto y estrecho. Aún pueden degustarlo en el restaurante del hotel, que, por otra parte, tiene 15 sobre 20 en la guía Gault Millau.

(lamentablemente la fotocopia no reproduce el suave color perla ni el diseño de fondo de la hoja)


Aunque alojar a tanto directivo impone ciertas costumbres. Y el buen comer y mejor beber quieren compensarlo corriendo como si les persiguiese un toro miura, de modo que el hotel ha situado a la entrada una grácil columna de madera donde puedes encontrar un pequeño díptico con varios recorridos de cross country por la orilla del lago, y surtirte de toalla y botellín de agua mineral cuando sales en calzorras a hacer el indio. Junto a ella y a ambos lados de la entrada, hay dos paragüeros en los que el cliente tiene a su disposición unos paraguas blancos, tamaño golf, que, dicho sea de paso, me han prestado excelentes servicios.


¿Qué ofrece el Eden au Lac?. Pues, a mi modo de ver, principalmente cierto estilo de trato que me gusta, que se ha perdido en la mayor parte de los lugares en los que se presta servicio al cliente y que creo que facilita muchísimo la convivencia. Te tratan como a un sultán, aunque solo seas tú. La cortesía es constante y exquisita, mientras que están pendientes de atender todos tus deseos.

El hotel dispone de Conciergerie (enlace solo cultural) separada de la Recepción. Sus empleados se dedican a solucionar tus problemas, tanto dentro del hotel como fuera, encontrando la manera de hacer posible aquello que quieres. Por ejemplo... A un cliente español, alguien le ha regalado un paraguas cuando visitaba el despacho de Joseph Blatter; está usado, aunque su valor simbólico es enorme y quiere traérselo a España, pero sabe que el control de seguridad aeroportuario nunca le dejará embarcar con él. Así que se lo cuenta al Concierge.. Pas probleme!. Te ofrece entregártelo en tu casa, aquí en España, encargándose ellos del envío, o contactar con Swiss y Kloten para buscar una solución.. Al cabo decides que quieres que "la pieza" te acompañe y el día que te vas te entregan el paraguas dentro de un embalaje a medida que ha diseñado y construido el hotel, que es recogido por Swiss y que recibes en un mostrador especial del Prat a tu llegada a España. ¡Y sin coste alguno, lo que es inconcebible para una mente hispana!. Simplemente, eres un cliente.

Pero volvamos donde estábamos.. Acabamos de llegar. Nada de taxis. El hotel nos ha recogido, previa petición, en el aeropuerto. Chófer de apariencia límpisima, vestido con traje oscuro y conduciendo un Mercedes clase S, siempre de color negro; el minibar de la zona trasera del vehículo, abierto, nos ofrece bebidas... Al volver a España, lo mismo.

Nuestras maletas desaparecen.. No es ya que las transportan ellos, no; es que no las ves, hasta que las encuentras en tu habitación al abrir la puerta, junto a los armarios del vestidor y sobre las encimeras para maletas y el zapatero. Y es que, mientras tanto, tras los trámites de recepción, rapidísimos, aparece un efebo rubio y treintañero, perfumado y trajeado, que te acompaña por el hotel mientras te explica sus instalaciones, bien en inglés, francés, alemán o italiano; a tu elección. No se hace pesado, pues aprovecha el trayecto desde el hall a la habitación, en la que te explica sus botoncitos y cuanta posibilidad está a tu alcance, como descubrirte que la licorera está separada del minibar y en que lugar se encuentra la Biblia.

Rincón del piano bar


Llegada al caer la tarde

Al cruzar el Utoquai, en la orilla del lago y casi frente al hotel hay una piscina; así denominan allí a una especie de pantalán flotante de madera sobre el que se ha instalado un balneario para quien desee aprovechar las aguas del lago para bañarse y tomar el sol. Como todo en aquella tierra es de pago; nada te dan, ni pensiones ni sanidad, so pena que quieras algo tan básico que de poco sirve por si solo.

Pueden ver a un ser bañándose... Cual cisne
Según un cartel a la entrada, el agua estaba a 17º



El lago

¿Qué les parece si aprovechando que hace buen tiempo nos damos un paseo en barco?. El lago tiene unos 70 quilómetros de largo, y una anchura constante, más o menos. Eso hace que sea más práctico y rápido establecer líneas de transbordadores entre los pueblos de sus orillas que de autobuses, pues así la gente llega antes a sus destinos.

La foto que sigue está tomada desde el Quaibrücke, donde el lago desemboca en el Limmat. Si, el lago desagua en el río y no al revés.

Así que embarcamos en un barco como este que vemos debajo. Tienen servicios, bar y sirven comidas. Y en los más grandes hasta restaurante en toda regla

Dejamos la ciudad por la popa.. La cúpula verdosa, a la derecha, la universidad;
las dos torres gemelas, la catedral
y ese edificio de tejado negro, macizo, el banco nacional suizo



Surtidor cerca de la orilla oeste, a poco de navegar

Pueblo típico del lago


El trampolín de saltos de esquí en la orilla oeste
traen nieve de los Alpes y ¡hala!


Fábrica de los chocolates Lindt

Bueno. Habrá que descansar. Seguiré en el artículo siguiente hablándoles de Ascona ...

2 comentarios:

Silvia dijo...

Me encanta el hotel (al menos por fuera), aunque me temo que juega en otra liga distinta a la mía.
El día estaría gris y el agua helada, pero me daría un chapuzón junto a los cisnes gustosamente.
Gracias por el paseo.

Anónimo dijo...

Por lo que veo ,tuviste muy buen tiempo ,qué suerte ,siendo como dices muy lluvioso !!!MER.