Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

lunes, 4 de octubre de 2010

Oxígeno III (Zürich)

¡Ya está bien de excursiones!. ¿Qué les parece acompañarme por alguna de las calles de Zürich?. Siento que viajar no es mirar durante unos pocos minutos monumento tras monumento con la lengua fuera; si por lo menos antes de ir hubiésemos leído lo suficiente sobre lo que íbamos a ver en concreto como para disponer de una base mínima que nos permitiese entender algo.... Pero no; deglutimos piedras y cuadros con la misma insensibilidad que raciones grasientas de patatas bravas.

Para mí viajar es entender sistemas de vida distintos a los nuestros y sumergirte, dentro de lo posible, en sus sociedades. Los españoles tenemos un gravísimo problema para lograrlo: nuestra incapacidad para utilizar otras lenguas, tanto porque nos pasamos años estudiándolas sin resultado como porque, además, tenemos un absurdo sentido del ridículo.

No, tranquilos, que no sermoneo mucho más. Solo les aseguro a quienes quieran a sus hijos y busquen instruirles, no ya para el pasado sino para lo que ellos vivirán, que deberán comunicarse con soltura en cuatro idiomas por lo menos. Y como de comunicarse se trata, olvídense de toda lengua peninsular distinta al castellano; aquella que no permita entender a menos de 40.000.000 de personas y en varios países, queda reducida a cultura. Un sueco me explicaba, cuando le alabé la excelencia de su inglés, que era lógico. ¿Cómo no, si en sueco solo me entienden menos de 10.000.000 y únicamente en este país?. Irrebatible.


¿Recuerdan el Quaibrücke, donde el lago de Zürich desagua en el Limmat?. Va a ser nuestra referencia.. Miren esa cubierta de hormigón claro a la derecha de la foto: Bellevue; ahí pueden tomar el tranvía que nos llevará a la Bahnhofstrasse, final de nuestra ida y comienzo del retorno de nuestro recorrido de vuelta hasta Bellavista. Hemos llegado caminando por Utoquai desde nuestro hotel, que está a cuatro pasos, dejando la Ópera a nuestra derecha. Algo más allá del hotel está Frascati, en cuya terraza junto al paseo del lago cenamos en un ambiente delicioso, aprovechando que se acaba de iniciar la temporada de setas.

Si consideramos que Bellevue es el centro de un reloj, donde estaría la una pueden encontrar Kronenhalle, lo más de lo más in de lo in. A las 12, el Odeón, lugar sugerente si usted entiende y le gusta lo alternativo. A menos cinco, Terrasse, uno de mis lugares preferidos; una rotonda acristalada en la planta baja y con jardín donde es posible cenar al aire libre. En el edificio en el que está, los apartamentos, no pisos, se alquilan por unos 13.000 CHF al mes en este momento. Si gustan..


Sigamos. Giremos hacia la calle de la estación, pues eso es lo que significa Bahnhofstrasse, dejando a nuestra derecha esa especie de jardín lleno de toldos, que no es otra cosa que el mercadillo, el zoco o como quieran llamarlo. Sobre él, el Banco Nacional Suizo.. ¡Oiga, da cosa!. Que bajo nuestros pies están sus cámaras acorazadas. Dinero no tendremos, pero lo pisamos. Y a la izquierda, entre el canal y Talstrasse, el Baur au Lac; posiblemente el hotel más lujoso de esta ciudad que lleva años siendo la de mayor nivel del mundo. Y con menos de 400.000 habitantes.


¡Adelante hacia la estación!. Hasta Paradeplatz, otro núcleo tranviario -como Zárágózá, maño-. ¡Quietos paraos, se sienten coño!. ¡Qué la cosa es mu seria!. Échenle un ojo a los letrericos.. Credit Suisse, HSBC, Tommy Hilfiger, UBS -que no lo pone, pero se lo digo yo-. Davidoff, Gucci, .. Y no son simples sucursales o tiendas. Y muchismas otras de la misma catadura.

Les decía que se quedasen donde están porque frente al Credit se encuentra Sprüngli. ¿Les gusta el chocolate?. Da lo mismo.. Dulce, salado.. ¡Qué presentación, qué ...!. Olvídense de toda precaución, del puñetero colesterol, de los quilos, de la gula, de la biblia en pasta.. Por una vez en su vida: ¡¡¡entréguense al placer!!!. Una sonrisa inundará su rostro.

Pero a mí me puede el vicio, la pasión, la... A la derecha de nuestra calle, esa que seguimos, pueden ver saliendo de la plaza Zeughauskeller. No está exactamente donde el letrerico de la imagen, sino en un ancho callejón un poco más adelante. Pueden comer fuera, si el tempero lo permite. Comida típica germánica. Y no se dejen engañar por su web en español, aunque si tienen carta en nuestro idioma; como mucho, con suerte, podrán entenderse en Portuñol.

El lugar es curiosísimo, pues no es otra cosa que el salón de la antigua armería de la ciudad. Así que está decorada con armas, desde la ballesta de Guillermo Tell hasta un montaje antiaéreo doble de 20/120 de Oërlikon situado sobre la entrada. ¡Ay, mis años jóvenes!.


En fin.. Siguiendo la borrachera de tiendas de la calle encontrarán Globus, en una calle lateral, y Jelmolí. Son dos "cortes inglés", de los que les enlazo las páginas del supermercado. El resto de las plantas y especialidades, muy bien, pero a mí me tiran los barcos, los coches, los trenes, la comida, la bebida y las mujeres. Las suizas, y en general las mujeres de todos los países en que he estado, no tienen nada que hacer ante las españolas; de transportes no quiero hablar, que tienen media Zárágózá joía con el puñetero tranvía que quitaron en mi juventud porque era un atraso. Así que hablemos de la gula...

¿Recuerdan la cara del tío Mariano, el ruso, cuando entró en el súper de "El Corte Inglés" con la boina hasta las cejas y con hambre de autarquía?. Pues así se me queda a mí cada vez que bajo a los sótanos lujuriantes del Globus y Jemolí. Disfruto especialmente en la bodega de grandes reservas, donde se me quedó la mucha cara que tengo a cuadros cuando tuve en mis manos una botella de Petrus que vendían por 24.000 €.

Pero les voy a desviar por el casco antiguo.. Volvamos a Paradeplatz y vayamos a la derecha por el callejón anterior a la Armería. Contemplemos algo de la arquitectura de Zürich desde el siglo XIV, que nos muestra la vida de sus gentes. Notarán que no comento donde se sitúan, pero soy un viejo ya y chocheo lleno de manías, y creo que vivir es dejarse llevar, seguir el camino que atrae nuestra mirada, perdiéndose poco a poco...









Bueno, bueno, tranquilos, que estoy aquí. Vayamos hasta la estación, que es muy interesante, pues está construida pensando en la gente y no para epatar, a mayor gloria del pobre hombre que la imaginó, como el monumento al frío, al calor y a la incomodidad de la zaragozana de Delicias. Imagínense los andenes y cubiertas clásicos, los de toda la vida, pero abiertos por ambos lados a la calle, de tal manera que andén y acera son la misma cosa. ¡Comodísima!. Y con una capacidad de gestión de tráfico de viajeros asombrosa.



A estas alturas, ya habrán deducido que Bahnhofbrücke es el puente de la estación.. ¡si es que son ustedes muy agudos..!. Lo que no se si recordarán es que Die Brücke es el nombre de un grupo de pintores; que aunque hace mucho que no escribo sobre Arte... Bueno. Crucemos el Limmat por die brücke y entremos en la Niederdorfstrasse, que nos llevará de vuelta en paralelo al río pasando por la Grossmünster; o sea, por la catedral.

¿Ven en la foto de Google Maps el símbolo del funicular -el Central Polybahn- tras pasar el puente?. Ahí se inicia la calle. Desde ahí, putiferio puro junto a tiendas fantásticas. El funicular sube hacia la universidad, que quedará en el paseo a nuestra izquierda y más arriba. Sigamos y veamos lo que nos encontramos...

¡Con un par!

En el cabaret Voltaire, queridos míos, dicen que nació el Dadaismo


El agua de todas las fuentes es potable. Y limpia


Siempre se encuentra un rincón tranquilo donde la Mère Catherine
nos hará soñar con la mirada y la sonrisa de Aguamarina


Y ahora toca descubrirse. Estamos ante la puerta del Café Schober. Nada más entrar encontramos el mostrador de la confitería; les recomiendo el Gelée de Champagne, en especial si es para un regalo. Luego entren por la puerta de su derecha y, si tienen suerte, podrán sentarse a tomar algo en alguno de sus cuatro salones -el Colonial, el Rojo, el Decó y el Vienés- aunque el nombre en español de los dos últimos es personal e intransferible, pues no coincide ni de coña con su traducción, pero los muebles de uno me recuerdan el Art Decó y las sillas del otro son Thonet, así que..


El café, como siempre, se sirve acompañado de un vaso de agua, como Dios manda y la Santa Madre Iglesia nos enseña; costumbre perdida aquí, al igual que en el chocolate, ante la zafiedad española imperante, que más parece que nos pongamos ante un pesebre que ante una mesa dispuesta. Es excelente y lo sirven en más preparaciones que el 1-X-2 hispano (solo, cortado y con leche); ¡cómo se nota lo humildes que fuimos y somos!.

En cuanto a dulces y similares, ni les cuento. Apabullan. No solo es tierra húmeda, donde las gentes precisan de sitios amplios, cálidos y confortables donde estar fuera de casa compartiendo un rato cuando llueve, sino que además en clima tan gris la vida necesita inyectarle alegría y una buena manera de hacerlo es comiendo, bebiendo y ...

Bueno, va siendo hora de cenar. ¿Se vienen conmigo al restaurante de la F.I.F.A.?. Está en la parte alta y tiene una vista magnífica sobre la ciudad. Si van solos, cojan un taxi; llegar es complicado, pues hay que callejear bastante. Restaurante Sonnenberg. La crema de langosta me gustó mucho, pero no hagan caso a los platos recomendados "de Jacky" -así aparecen en la carta-; sus carnes no están preparadas a nuestro gusto, jugoso y sangrante...


Para terminar les muestro el carro de licores. Un buen espirituoso no deja de ser una manera excelente de desearles las buenas noches. Otro día les contaré algo sobre Berna...

4 comentarios:

Silvia dijo...

He disfrutado del paseo, sobre todo con las calles del casco antiguo, que parecen más tranquilas y coquetas. Por cierto, me encanta la tienda del mirador de madera (tiene un cervatillo precioso en el escaparate)
Por cierto, has logrado que me quede prendada de la ciudad sin haber ido (y que tenga ganas de ir)
Gracias

Turulato dijo...

Buena tienda, buen gusto. Pero no olvides el mirador y lo que cuenta..

alelo dijo...

"Para mí viajar es entender sistemas de vida distintos a los nuestros y sumergirte, dentro de lo posible, en sus sociedades". Esa frase la voy a memorizar para recordarla por doquiera que vaya.
Un placer volver a esta casa virtual.

Unknown dijo...

Como tus relatos, los libros de viajes son hermosos, no porque hablen de lugares magníficos (yo creo que casi todos los lugares pueden ser magníficos) sino porque nos permiten ver un paisaje a través de los peculiares ojos del autor. Y hay algunos ojos que contemplan mejor que otros, que subrayan la hermosura o simplemente el placer de vivir. Viajeros, ¡cuán pocos hay en un mundo agitado por tantos turistas!

Hay que repetir, hay que volver. Y, por lo que cuentas, Zurich es un buen sitio para ir. Y para volver. Me gustaría conocerlo.