Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

jueves, 8 de marzo de 2007

Acicate

Kosmos es una de las personas más inteligentes que trato actualmente. Tiene una mente inquisitiva, de manera que profundiza con naturalidad en los asuntos que conoce, lo que unido a su buena preparación académica hace que su conversación sea.. excitante; por lo menos para alguien como yo que paladea con fruición el arte de la tertulia.
Confesaré que, por circunstancias que no hacen al caso, aunque nos vemos cada pocos días, no consigo.... ¿atraparla? todo el tiempo que desearía. Quizá sí Oshidori me ayuda...
No tenía ganas de publicar, pero Kosmos ha dejado en sus comentarios a mis artículos "Dedicado a Luís Caboblanco" y "Cartas desde Iwo Jima", y en el titulado "Madrigal" de Oshidori, unas ideas que me han dado mucho que pensar... Y aunque ya hace tiempo que no respondo a los comentarios, pues considero que las opiniones de mis lectores no son otra cosa que el pulimento de mis palabras, hay ocasiones en que la excepción confirma la regla.

Si la medida del valor es el dinero ¿cómo el artista puede vender su obra, eso que tanto posee de su alma, sí no es por tan alto precio que justifique tal vil traición? {En relación a la información que daba sobre las tasaciones de "El Expolio"}.

Nunca he entendido que nadie inteligente y sensible pueda aceptar la muerte, el fin de su existencia, en aras de un concepto abstracto e incuestionable {Sobre la mentalidad japonesa, expuesta en la película de Clint Eastwwood}.

Los poemas, que son de música, deberían ser siempre recitados {Según oye el Madrigal de Gutierre de Cetina}.

En relación a la venta de obras de arte... Lo primero que viene a la mente es que a los artistas les gusta comer todos los días; y vestirse, y dormir bajo techo, y muchas otras menudencias. (Decía don Miguel de Cervantes que "no hay buen gobierno de las tropas sin mejor gobierno de las tripas"; luego sí para hacer algo tan simple como pelear conviene estar bien comido, ¿cómo no habrá que estarlo para materializar el Arte?).
Pero Kosmos apunta algo importantísimo. Sí el artista desflora su sensibilidad, sus ideas, su personalidad, ..., con su obra, ¿cual es el valor del Arte?. Y sí existe, ¿ese valor es monetario?. ¿Es posible vender el sentimiento, la belleza, el espíritu?.
Este antiguo economista os dirá que nada tiene otro valor que el que le asigna el mercado. No se trata de lo que tú sientes que vale sino de lo que están dispuestos a pagar quienes lo desean; sí tu sentimiento -junto a tu necesidad de vender- coincide con la disposición de los compradores, quedará fijado el precio de mercado de lo que se trate.
Pero quizá no esté en las necesidades o en el precio la clave del asunto. En los blogs tenéis parte de la respuesta. Convendréis en que escribir bien es un arte y que nadie escribe para no ser leído; hasta quien guarda celosamente su diario desearía, inquieto, saber la opinión de otros sobre lo que escribe.
Y es que el Hombre es una especie social y, como tal, necesita comunicarse con sus semejantes. Lo necesita porque su mente genera constantemente emociones que precisan ser compartidas, pues nuestra existencia se basa en el reconocimiento de la alteridad.
Y sí hay alguien que precisa comunicarse es el artista. Desea trasladar su espíritu.. Decir algo.. Compartir sentimientos, ideas.. Mostrar su oficio.. Y el mecanismo de comunicación se pone en marcha.. Pero el mecanismo, del que forman parte la economía y el mercado en especial, utiliza al Arte.., con arte; pero no es Arte.
Por otro lado, todo artista guarda parte de si. No lo vende todo. Por ejemplo.. Rubens nunca vendió "Las tres Gracias"; la conservó junto a si, en su casa, y sólo cuando había muerto se subastó la obra.. Son tres mujeres; para algunos gorditas -según la moda actual, que desprecia todo lo que no son huesos de cocido-, que hoy sólo mirarían los no-especialistas de estética. Para él, para el artista, quienes aparecen a la izquierda y derecha del cuadro, eran Isabella Brant y Hélène Fourment, las mujeres que amó...

Lo abstracto excluye al sujeto y el concepto forma el entendimiento... Uno de mis amigos enseña Cálculo en la E.T.S. de Ingenieros Industriales; un día le pregunté en que consiste el doctorado en Exactas y me respondió con ironía que en pensar en algo que no existe y luego deducir sus consecuencias.
Desde luego yo no arriesgaría la vida elucubrando sobre Topología, pero la Ética -o Moral, que la misma cosa es-, la Fé, el Amor o la Caridad, la Justicia, ... ¿no son conceptos abstractos e incuestionables en si mismos?.
¿Y no es bueno sacrificar la existencia por Amor?. ¿Y por mis creencias más íntimas?. ¿Y para lograr que haya un poco más de Justicia en el mundo?. ¿Y por mis semejantes?.
Hay personas en la Historia que han ofrendado su vida por alguna de estas causas y que han enriquecido a la Humanidad. Yo si creo que merece la pena aceptar la muerte por un concepto abstracto e incuestionable. Quizá sólo sea cuestión de saber elegir por cual....

Leer un poema.. Escucharlo recitado... ¡Sin duda!, me quedo con esto último. {Alguna vez, Oshidori se ha puesto a interpretar junto a mí y, creanme, me ha impresionado}. Kosmos mantiene que la poesía no deja de ser una manifestación musical y, en consecuencia, algo que se nos muestra tal cual es a través de la especial sonoridad de la palabra versificada. Y les aseguro que de música sabe.
¿Podemos oír en silencio la música de las palabras?. ¿Es posible sentir la poesía sin recrear de algún modo su sonoridad?. Confieso que me cuesta bastante...
Pero esto me lleva a otra cuestión.. ¿Es posible leer una obra de teatro?. Si, están los diálogos y, a veces, detalles sobre su montaje y personajes. Pero ¿y todos los matices de la interpretación y del espacio escénico?. ¿Puedo afirmar que conozco "La venganza de don Mendo" habiendo leído sólo sus diálogos?.
Poesía, teatro, ¿son sólo literatura?. En fin. Ustedes dirán...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Su artículo, querido amigo, da pie para un ensayo (lo materializaremos al amor de un orujo, un calvados o entrambos; intentaremos atrapar a Kosmos).
De momento le comentaré "por la parte que me toca", como dicen por aquí. ¿Se ha dado usted cuenta de que quienes peor recitan sus poemas suelen ser los propios poetas? Escuchar a Neruda o Alberti -por citar casos muy conocidos- es una experiencia sonora francamente espantosa. Son de una monotonía exasperante. Y -curiosamente- ellos han sido quienes en la creación han dotado de musicalidad al poema. Es cuestión de matices.
Con el teatro sucede algo parecido, pues depende del intérprete que el espectador capte matices que han podido difuminarse en la lectura.
El creador abre la puerta de una casa y el intérprete la decora a su gusto (gusto que no siempre coincidirá con el del espectador). Volvemos a los matices.
Ya ve que hago honor a la impronta de la Compañía: No digo ni sí, ni no, sino todo lo contrario.
Un abrazo.

Mafalda dijo...

Agudos comentarios y ambos tienen su razón.
Me encanta ir al teatro, sentirlo, verlo, pero es sublime si está adecuadamente interpretado. De no ser así, pueden perderse muchas cosas en el intento.
La poesía la disfruto leída. Pocas veces la escucho. La disfruto leída por mí y recitada por mí, mentalmente; cuando su sonoridad y su melodía supremas, la leo en voz baja, para mí. La que he escuchado a algunos poetas como dice oshidori, casi que prefiero no oírla. Recuerdo un recitado a cargo de dos grandes del teatro que fue una maravilla regalada a nuestros sentidos. Pero reconozco que para que entre es preciso escucharla recitada, bien recitada.
Un placer leerte, Turu.
Besotes.

Mar dijo...

¡Qué bueno venir por aquí...! ¿Es que vosotros no interpretáis cuándo leéis?. Cualquier novela, teatro, ¡poesía! no "sabría" igual si no la masticase con mis propios matices.
Me encantan "Las tres gracias", ahora ya tengo otro motivo para deleitarme.
Besos :)

P.D.- (En cuanto a los poetas, hay un poema al que solo le pongo voz de su autor: "los informales y el frío" de Benedetti)

Anónimo dijo...

Creo que siempre han sido algo más ...¿El Arte es Vida, o la Vida es Arte? Todos nos enfrentamos de una forma peculiar e intima a la esencia de lo que somos y de lo que nos rodea. Nuestra forma de expresarlo es una constante búsqueda de un lenguaje nuevo que abra, nos abra las puertas a los demás, que sea capaz de verbalizar nuestras emociones y a través de ellas encontrar respuestas; la fuente de todas las esperanzas y temores, motivos y expectativas. Crear es la única oportunidad que tenemos de hacer las cosas bien, de acercarnos a la verdad, de ser fieles a nosotros mismos y de hacernos comprensibles o visibles. El Arte en sí, es inútil pero forma parte de ese paraguas ambiguo que llamamos cultura y como bien “consumible” tiene su parte crematística. Puede que ahora más que antes, en una sociedad consumida y consumista como la nuestra. Creo que Picasso decía que un pintor es un hombre que pinta lo que vende y un artista es el hombre que vende lo que pinta. Para mí el Arte en cualquiera de sus manifestaciones es alimento del alma y tan indefinible e intuitivo como ésta misma.

La poesía... es la hermana “rarita” de la Literatura, quizás porque es una condensación casi dolorosa de lo abstracto, no sé... el poeta no tiene más remedio que servirse de las palabras --cada una con un significado semejante para todos-- y con ellas crear un nuevo lenguaje. Sus palabras, sin dejar de ser lenguaje --esto es: comunicación-- son también otra cosa: poesía, algo nunca oído, nunca dicho, algo que es lenguaje y que lo niega y va más allá.
La palabra más allá del significado es una cuestión de sonido, hay que intuir su música, lograr un ritmo, un arrullo, ajustar los silencios y eliminar el ruido. La buena poesía remite a lo visual y lo auditivo, a todo lo sensible de ser observado o evocado dentro y fuera de nosotros mismos. Sin duda la emoción de escuchar un poema “interpretado”permite disfrutar más sus cualidades sonoras, la armonía... pero la lectura también tiene su aquél... es un acto íntimo, abstracto y casi presimbólico... se trata de que “otro” redima la palabra fuera del espacio y del tiempo en el que fue pensada... la materialice y la sienta suya.

Un abrazo

Anónimo dijo...

El arte, en todas sus facetas (plástica, literaria, cinematográfica) debe transmitir, y convertirse en parte del alma del receptor. Y tiene su precio, como todo en la vida, ya sea crematístico o espiritual. Hasta entregar la vida con una sonrisa en aras de la creencia íntima tiene su precio.
Un saludo

Silvia dijo...

Yo no voy a contestar ni a la primera ni a la última cuestión que planteas, pues ya lo han hecho el resto de comentaristas con bastante acierto. Yo me quedo con
"Cartas desde Iwo Jima"
Yo no creo que el general Kuribayashi o el soldado Saigo peleen y mueran por algo superior como pueda ser el Honor o la Patria. Eso no es lo principal. Pelean por una opción mejor para los que reciben sus cartas, por el compañero que tienen al lado, por aquellos a los que quieren y que dependen de ellos...
Para quién haya visto la película, ¿recuerdan el personaje del teniente Ito (el que se carga de minas)? Es egoista, no le importan ni sus compañeros ni sus subordinados, sólo el Honor de Japón y bla, bla, bla.
Acaba cayendo preso y rindiéndose. Y no recurre al seppuku, como tenía la opción. Porque él no tiene nada por lo que sacrificarse, no sabe el verdadero significado de algo como el Amor o el Honor.
Así que yo creo que esa gente que es capaz de sacrificarse, lo hacen por algo menos abstracto y sí por algo mucho más tangible.
Un abrazo