Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Ambición

Iba a titular este apunte "Ambición y competividad" pero basta con la primera. No creo que alguien pueda ser competitivo si no ambiciona. Mi padre era de origen humilde. Luchó con todas sus fuerzas para triunfar. Admiro su esfuerzo; comprendo su necesidad; me agobia lo que sufrió. Quería dejar de ser para llegar a ser. Siempre fué él. Como todos. Así es la vida.

Puedes mejorar cuanto quieras materialmente; la experiencia y el conocimiento te modulan, pero siempre serás el que eres pues "vivimos recordando lo que hicimos y soñando lo que haremos", sin que posiblemente hiciéramos exactamente lo que recordamos ni lleguemos a vivir lo que soñamos. Todo va unido y dentro de un sólo recipiente: "Tú".

Así que murió sin lograrlo. Triunfó, pero no alcanzó a olvidarse. Aprendí a su lado que triunfar es inútil. Que luchar por alcanzar fama, poder, dinero, ... , no te permite ver en el espejo lo que deseas cuando te miras cada día. Querrías ver a quién buscas ser y, día tras día, sigues viendo quien eres. Me convencí de que mi espejo me dirá durante toda la vida: "Este es el único responsable de tí". En consecuencia, ambiciono no ser competitivo y compito conmigo para no ser ambicioso. Intento "ir a mi paso" sea cual sea el de los demás. No es fácil.

Cual resolución de nudo gordiano, lo anterior -escrito hace 13 años y sin publicar- lleva a un callejón sin salida: ya que no puedes cambiar, no hagas nada. Pero los callejones sin salida son trampas imaginarias; basta alterar el punto de vista, para que se abran caminos que no habíamos percibido y que manteniendo el contenido anterior nos abran una salida.

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