Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

jueves, 3 de septiembre de 2015

En silencio, amanece el otoño

El hombre está sentado en un velador de una de las cafeterías del plaza. No hay mucha gente. Tarde soleada de agosto. Frente a él, cedros del Libano y abetos. Su mirada flota a la deriva en el ambiente. El tiempo pasa, la vida sigue, sin que atraigan su atención. Mira a su izquierda..; se queda inmóvil. Todo desaparece, excepto una tamizada luz dorada que baña su corazón; el sol se desliza a través del vello del brazo y del muslo de una mujer muy joven, sentada pocos metros más allá. Si no fuese por la luz solo se apreciaría su piel caliente. Pero la luz, la luz... Finísimos hilos dorados que el sol besa suavemente. Y el hombre revive al instante, intensamente, como nació al amor...; quieto, sin aire, desaparecen los años y siente la fuerza pura de la existencia. Amanece la vida....

La tarde es espléndida, el sol se aleja, da gusto estar al aire libre. El hombre observa distraído como la vida pasa, como las gentes se repiten, uniformes los gestos y palabras. Unos pretenden decir a los demás que ellos son alguien, otros pasean impávidos sus tosquedades, todos procuran ocultar fracasos y tristezas, intentando olvidar lo que duele todo lo que no se vivió. Abruma y aburre no poder distinguir con claridad unas personas de otras. Su mirada vaga de un lugar a otro, hasta que contempla algo que brilla con luz propia: bajo los soportales se acerca caminando lentamente una pareja. Son mayores, bastante mayores, alguno diría que ancianos. Él marcha un pasito por delante, empujando con su mano izquierda una silla de ruedas vacía, mientras toma con su mano derecha la izquierda de ella, que le sigue dócilmente. La expresión del hombre es serena, tranquila; no está agobiado, aunque si se intuye lo mucho que ha entregado. La de ella no existe; sus ojos se pierden en el infinito, alimentados por una mente vacía que ya no late. Se acercan pasito a paso, con mimo, recorriendo el otoño de la vida, prendidos en su amor... 

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