Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

martes, 8 de enero de 2013

Contemplando como se ondula la mirada

Como me explicó la mujer que primero amé, soy un vivencialista contemplativo; si alguien sabe lo que es, que me lo explique. Así he ido viviendo y así he ido sufriendo, pues tiendes a alejarte de los demás y a observarles como hace el entomólogo con sus bichos. Y los demás y yo mismo, necesitamos que nos atiendan, que participen con nosotros en el juego de la vida. Pero.., cuando tu personalidad tira de ti en ese sentido, sientes necesidad de alejarte de esos seres tan extraños, maniáticos, egoístas e ignorantes. Debilidad, sin más. Necesidad de amor, sin menos.

Como ven soy un dechado de frustraciones. Cosas de cuando era niño. Pero sirve para algo, para acercarte al Arte. Y es que el artista -que conste que no lo soy, que eso requiere muchísimo más que contemplar el entorno y digerirlo- es siempre alguien con una gran capacidad de percibir algo concreto entre lo que le rodea y asumirlo dolorosamente como propio. Si, el Arte duele, pues si no queda reducido a mero comercio o soberbia expositiva de uno mismo.

He escrito dos párrafos.. Si meditamos, ambos hablan de dolor. Y de eso trata este artículo, de mostrarles la personalidad de una obra herida por la soledad y la necesidad de los demás, a quienes a la vez se rechaza, pues molestan tanto por la ignorancia del sufrimiento como por la falta de coincidencia de intereses con aquella personalidad.

Muchas personas cuando mencionas a Edvard Munch recuerdan su obra "El grito". ¿Y eso es todo...?. Como todo artista Munch es bastante más que esa obra, que la publicidad, tan ansiosa de controlar a la Masa, utiliza para focalizar la atención de las gentes en un esforzado intento de mantenerlas en la ignorancia.

Munch es símbolo, línea y color, consecuencia este de la influencia del Impresionismo, aunque la reciba de sus corrientes posteriores. Recurre a una paleta cromática violenta, en que los colores no responden a los que se encuentran en la naturaleza sino que los emplea como una herramienta capaz de incidir en nuestra percepción y que conjuga con la línea, tanto recta como curva, haciéndola sinuosa cual reflejo de una mente que va desequilibrándose.., para poder expresar las emociones más elementales: ansiedad, miedo, amor y odio.

En 1889 escribió: "Ya no debes pintar interiores con hombres leyendo y mujeres sentadas. Deben ser seres que respiren y sientan, que amen y sufran". Desarrolla un salto pictórico hacia adelante, en el que ya no se trata tanto de reflejar la realidad como de mostrar lo que expresa el espíritu. Las personas no se comunican, aparecen aisladas y en cierto sentido, se confrontan con su entorno; observan silenciosas, reflexionan quizá sobre el sentido de la existencia, las contradicciones vitales, sobre su propia soledad...



Edvard Munch - 1891 
Óleo sobre lienzo. 92 x 73 cm. 
The National Gallery. Oslo. Noruega.

Observemos.. Compone la obra en dos espacios, separados por esa negra barandilla. Traza, con flexibilidad y rápidos movimientos de muñeca, desde el vértice superior derecho del cuadro -a nuestra izquierda- hacia el inferior izquierdo, una multitud de líneas paralelas de pequeñísimo tamaño. Estas, junto a unos manchurrones no muy grandes, desarrollan la imagen de edificios, personas y mobiliario urbano; incluso crea los chaflanes de los edificios no mediante líneas sino recurriendo a tonalidades diferentes. Líneas, como tales, solo aparecen las propias del balcón y aquella negra de la barandilla.

La perspectiva es perfecta; contemplen la figura, las casas, la calle, ... Están en la debida proporción en función de la distancia al ojo del observador, disminuyendo según se alejan. Por otro lado, aquella a manera de lluvia fina de pequeños trazos de colores, que desciende diagonalmente de arriba hacia abajo, se equilibra con la barandilla que se escapa de la obra desde abajo hacia arriba, consiguiendo un gran dinamismo pictórico.

El resto.., un hombre que quizá mira sin ver y medita sobre no se sabe bien que. Mantiene la levita y el sombrero de copa, lo que permite considerar que no se ha acomodado aún; ha salido al balcón a echar un vistazo a la calle, a comprobar el ambiente..; posiblemente haya visto algo en ese momento que ha atraído su atención y su mente ha volado...


En el puente 
Edvard Munch - 1901
Óleo sobre lienzo. 136 x 125, 5 cm. 
Colecciones Municipales. Oslo. Noruega

Cuatro espacios: el puente con las tres muchachas, el río, el terreno donde se levantan la casa y la vegetación y el cielo. De nuevo la diagonal compone ambientes y dinamiza, mueve la pintura; enérgicamente en el puente, con suavidad en la orilla y la tapia. Combinando todas, movimiento..

De nuevo lo figurativo se obtiene mediante el color y trazos simples; el dibujo desaparece. Las muchachas son color: ocre el vestido de una y el pelo de otra, pajizo el cabello de otra y el sombrero de la que está en medio, negras las coletas y negro un cinturón. Con eso solo, tres personas; con eso logra que sintamos su pensamiento...

Oscuro, negro, el río, como el pensamiento, como el sentimiento de quien nada espera, de quienes saben que morirán en el lugar remoto donde nacieron sin conocer otra cosa. Lucha de verdes y marrones la orilla, descrita como una contienda en la que el verde esperanza intenta crecer mientras el árido secano lo ahoga, lo envuelve, lo anula..

Verde esperanza de lo que fue un día vegetación del jardín, invadida hoy por la negrura de la Nada, que la oculta más a cada instante y llena de monstruos los sueños del mañana. Y todo cubierto por un cielo helado...

¿Donde está el cogollo de la obra?; no técnica sino emocionalmente. ¿Qué me altera y atrae?. Una respuesta evidente podría ser el pensamiento humano, materializado en las figuras de las tres muchachas... Pero no, no termina de convencerme.

¿Ese cielo que más que atraernos hacia su luz repele fríamente nuestra mirada?. ¿Esa casa fría, de contraventanas cerradas y no ya sin humo sino sin chimeneas siquiera?. ¿Esa ardilla gigante de enorme cola verde, nacida de una vegetación desmadrada de la que nadie se preocupó jamás, que planta cara a un perro que parece haber parido esa masa desbordada y amorfa que solo un loco calificaría de árbol?.

Pues no. Lo que atrae mi atención es el contraste. Las tres muchachas están llenas de vida, relucen. Todo lo que les rodea, aterra...

1 comentario:

Unknown dijo...

Expresionista. Sí, eso diría que eres, como estos cuadros. Expresión intensa.

Las tres mujeres sobre el puente atraen tu mirada, aunque ellas no muestran su rostro. No hace falta; cada cual sabe de quién se trata. Atraen la mirada porque la centran en el camino del tiempo, evitando que nos ahoguemos de angustia en el paisaje circundante.

Ellas están contemplando algo que ocurre ahí abajo, en el río, un río que agiganta la negrura de una realidad que parece estar llena de monstruos. Paisaje de lodos, sinuoso. Infinito...

El río se ha desbordado y ha inundado el tramo que lo separa de la casona, sobrepasando en parte el muro que la protege del exterior, como si quisiera apoderarse de todo. Pero es que ese jardín interior está abandonado, salvaje, sin-cultivar y lleno de monstruos, como los de Goya, que pelean en sombras indefinidas, sean ardillas de larga cola o dinosaurios de tres alas.

Yo creo que simbolizan el inconsciente, allí donde se guardan los miedos, los deseos ocultos, las miserias. Han crecido más de la cuenta porque nadie se ha tomado la molestia de darles forma, de poner límites a lo que la naturaleza deseaba.Por eso dan miedo y nos parecen feos. Nadie lo ha reconducido al orden, nadie ha podado ese árbol que se clava en la tierra y no se mueve. Pudiera ser debido a que los que habitan la casa, la familia, estuvieran muy ocupados o no se pusieran de acuerdo y les resultara mucho más sencillo dejar que creciera a su aire.

En el rio de la vida ese árbol ya se ha convertido en un gigante poderoso.Con su sola presencia asusta, sin que de tiempo de comprobar que es solo un reflejo, una imagen distorsionada de un ser que ha crecido en desmesura y que está ahí contemplando la vida con curiosidad.Su imagen que queda reflejada es la que aprecian quienes no se atreven a contemplar la realidad del árbol que aspira a que un día alguien le de forma definida, para ser capaz así de albergar bajo su sombra a quienes a él se acerquen. Pero

La tormenta ha pasado ya. Luz, Calor y Esperanza han salido de paseo. Una al lado de la otra, han conseguido con su presencia transformar un paisaje tenebrista, con una luz fría y que produce desasosiego en un cuadro en el que vive el amor.

Las mujeres cuando aman dicen palabras que no existen. Da igual, poque las palabras que no existen pueden ser mucho más descriptivas que otras que, de tan manidas, se han quedado vacías.