Leo un artículo en El blog Salmón sobre la distribución de lo que pagamos por los alimentos. Con independencia de que dicho blog está enlazado en la columna lateral para quien quiera leerlo, me ha parecido interesante traer aquí el cuadro que nos permite apreciar gráficamente los diversos precios.
Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes
6 comentarios:
Como dicen en los comentarios, había que ver el margen de los distribuidores.
Ver el porcentaje de gastos en los que incurre cada miembro de la cadena por unidad vendida y determinar el margen de beneficios que le queda a cada cuál.
Habrá mucha gente que vea ese cuadro y piense que es mejor ir directamente al proveedor, saltándose a la empresa intermediaria. Habría que echar cuentas pero seguramente, en muchísimos casos, siga siendo más rentable acudir a esos intermediarios para reducir costes (gracias por hacerme repasar la teoría de Coase de la mano visible de la empresa).
Me dice Marian: "Cuando llega el tiempo de las cerezas o de la vendimia, me acuerdo de una tía mía y de su desencanto. “¿Tú crees que a mí me compensa sacar lo justo por un kilo de cerezas ( cuando no se las ha cargado la helada), encaramada al cerezo y con el riesgo de romperme la crisma por 30 céntimos? ¿ A cómo las pagas tú?...pues prefiero que se las coman los pájaros”. Vivir en y del campo o la ganadería es muy duro. Claro que entiendo el negocio de los intermediarios, pero me parece desequilibrada la espiral de los precios. Al final, los paganos de esta pescadilla que se muerde la cola, somos los consumidores"
Sé que es muy duro vivir de la ganadería o el campo (aunque en algunas comunidades autónomas, no tanto) y que hay desequilibrio, pero sin comparar costes no creo que sea un análisis completo.
Repercutir en los consumidores, repercute siempre.
Si el productor se saltara la cadena de intermediación para obtener más margen y vencer ese desequilibrio, al precio del producto, tendría que añadirle el de transporte, almacenaje, distribución y venta. Y ver que parte de su producto logra colocar en el mercado. Quizás en ciudades pequeñas pudiera funcionar, pero en grandes ciudades, no creo. A no ser que monte una cadena de distribución (se le añade al coste el de los inmuebles y de los salarios) para sacar el producto.
Habría otra opción (confieso que yo me he pensado plantearsela a algunos amigos) y sería montar centrales de compras entre consumidores y que estos compren al por mayor directamente al productor (a mí no me compensa comprar 20 kilos de tomates que se me ponen malos, pero entre varios sí). Para el consumidor podría ser una forma de ahorro, pero al productor tampoco le saldría mucho más rentable pues no movería mucho producto, que en productos perecederos es lo que interesa.
Silvia, ¿y las diferencias en porcentajes entre unos y otros productos se explican porque...? No entiendo de economía ni de comercio y, de entrada, he pensado como Turulato. ¿Serías tan amable de responderme, por favor? Entre patata y zanahoria, por ejemplo. Parecen bastante similares o, si acaso, pareciera más delicada la zanahoria. Las diferencias entre algunos productos son tan grandes.
Yo tampoco es que entienda demasiado, pero salvo en las acelgas (en las que no encuentro lógica y me pierdo), el resto los razonables.
En productos cárnicos, los mayores porcentajes son los de la ternera y el cerdo. Exigen mayor manipulación y trabajo (el despiece) que un pollo, que se suele vender entero o que en caso de despiezarlo es más sencillo.
Las patatas y las cebollas, que son de las que más alto porcentaje de margen para el distribuidor presentan, no tienen tanta movilidad en el inventario como puedan ser las judías verdes (más perecederas). Normalmente, no se compran patatas todos los días ya que aguantan en la despensa y se pueden aprovechar ofertas. Pero esas patatas, ocupan un lugar en el almacén, impidiendo que haya productos con mayor rotación.
No sé si será ese el motivo, pues ya te digo que no "controlo", pero me parece lógico, ¿no?
(Turulato, perdón por casi monopolizar los comentarios)
Me pide Silvia que de mi opinión. En realidad soy egoísta y lo que pretendo con mis artículos es saber que piensan mis lectores, como aprecian un cuadro o lo que sea. Provocar y esperar la respuesta. Eso enseña mucho.
Solo hay dos sistemas económicos: el centralizado y el de mercado. Dejemos aquel, por fracasado. En este todo será más eficiente cuanta mayor competencia real exista. Vayamos al caso de la leche..
Si yo tengo una vaquería y mi negocio es producir leche para venderla, todo se basa en el precio al que puedo vender el litro y el beneficio que obtengo tras pagar lo que me cuesta producirla. Si resulta que en mi provincia el único comprador es una industria distribuidora estoy perdido, pues o le vendo a ella al precio que marca o me bebo toda mi leche, pues coger la furgoneta y dedicarme a hacerlo yo, pueblo a pueblo y casa a casa, no solo me generaría unos gastos inasumibles sino que me ocuparía de tal modo que me impediría cuidar las vaques. La única posibilidad es que haya varios compradores de mi leche, que compitan entre ellos y mejoren el precio. Es decir: mercado en competencia.
Quien me compra la leche es un empresario cuyo negocio es, en parte, inverso al mío; no produce, sino que compra para distribuir y vender. Hay quien clama contra los distribuidores, ¿pero nos imaginamos lo que sería que cada uno tuviésemos que ir a comprar las naranjas a Valencia y las peras a Lérida?. Imposible. Desabastecimiento y pobreza. Lo que se produce hay que ponerlo en todos los mercados, para que los compradores puedan elegir, primero, y comprar, después. Producción, distribución, oferta variada, elección y compra. Mercado en competencia.
El distribuidor participará en un mercado tanto más competente cuantos más empresarios se dediquen junto a él a lo mismo. Eso le obligará a ajustar el precio que paga al comprar, los costes que tiene al distribuir y el precio al que debe vender para obtener el máximo beneficio, ya que si vende demasiado barato se arruinará y si vende muy caro también, pues nadie le comprará. Tiene que ser eficiente; o eso o desaparece. Mercado en competencia.
Y los mayoristas y minoristas que compren para vendernos a nosotros están sujetos al mismo proceso. Así que el problema no es tanto que paguemos una parte al productor, otra al distribuidor y otras a los mayoristas y minoristas que permiten que compremos la leche en el supermercado, sino que cada una se haya exprimido al máximo en un mercado en competencia.
¿Porcentajes para cada uno?. Creo que lo importante es entender el proceso. Hecho esto, cuando sepamos que alguno de los actores está en posición de fuerza y puede imponerse a los demás, podemos estar seguros de que su % es excesivo y que todos los demás salimos perjudicados.
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