Vivimos desde hace tiempo años de tragaderas. De entrada se ha abandonado aquel refrán español de "zapatero a tus zapatos" y cualquiera vive con el axioma por montera de que "yo puedo hablar de todo", El teorema subsiguiente a dicho axioma se enuncia así: "hablo de todo porque mi opinión y la verdad son la misma cosa". Y el corolario, "nadie tiene derecho a contradecirme".
¿Para qué estudiar, para qué prepararse, para qué dedicar años a curtir el conocimiento con la práctica de lo aprendido al confrontarlo con la realidad?. A mi edad ya me convencí de que todo lo anterior se deriva de la combinación de soberbia y miedo a esforzarse de la mayoria de las personas. O lo que es lo mismo, prima el "Yo" sobre cualquier otro aspecto (salvo el dinero, en cuya busca se prostituye la Moral, o la Ética que es lo mismo -el Poder no deja de ser un sentimiento derivado de la posesión de aquel valor-).
Imaginemos una isla en la que viven aisladas dos personas. Como cualquiera, creen, sienten, que tienen derechos (subjetivos, pues son los dos últimos humanos vivos, ya que el resto ha perecido, y no existe ningún poder que garantice objetivamente algo). Imaginemos.. Buena gente, no buscan aprovecharse uno del otro. Cada uno tiene su manera de ser, claro, y acostumbran a hacer ciertas cosas a su modo. Inevitablemente, en el espacio reducido de la isla, poder comportarse de un modo u otro exige que cada uno respete los usos del otro. Sin ese respeto es imposible que el individuo pueda disfrutar de cualquiera de aquellos derechos, comportarse en su vida diaria como crea que debe.
Así que..... O uno acepta ANTES la OBLIGACIÓN de respetar a otro, o el derecho de este es pura teoría. Lo que nos lleva a algo que a los españoles se la pone gorda: el papel y la palabra. Aquí se pone algo en un papel -una norma, por ejemplo- y ya nadie considera que hay que tener presente el dicho militar: LO IMPORTANTE NO ES DAR UNA ORDEN SINO VIGILAR SU CUMPLIMIENTO. Palabrita del Niño Jesús. Pues mire, a mí no me gustan los proyectos sino las inaguraciones de obra terminada.
Acabemos. No existe Derecho de alguien a algo sin el previo cumplimiento por lo demás de una obligación que permita a aquel EJERCER EN LA PRÁCTICA su derecho. Como dice una amiga: "prometer hasta meter y una vez metida, olvidar lo prometido".
Así que menos pensar: hago esto porque tengo derecho a hacerlo y más tener presente qué posibilidad tengo que alguien se pase por los huevos mi pensamiento y proceda en consecuencia.
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