Esperaba en la acera, paseando entre la puerta del consultorio y la esquina. Al pasar frente a la puerta trasera del café miré distraídamente al interior. En el salón del local solo había una pareja de unos treinta años; delgados. Él me daba la espalda y ella estaba recostada sobre su hombro, abandonada y confiada. Él la abrazaba con suave dulzura. Una de las manos de la mujer reposaba abierta y con la palma arriba, sobre la pierna del hombre. Inmóviles, sus bocas eran una, en un beso tan lento y duradero que habían posado sus vidas en un suspiro. Belleza y paz. Seguí paseando.. Al volver, volví a mirarles. El tiempo seguía detenido, pero ella había entregado su otra mano en el cuello de su amor. Afuera, ruido y luces.
Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes
1 comentario:
qué bonito, se me hizo un poco melancólico, pero en cierto punto es lindo y tierno :)
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