La Gaceta publica hoy en su página 28, en la sección Sociedad_Educación, un artículo de Sergio Larraín: del título en Bellas Artes al Máster en Sexualidad. Creo que, aunque trate sobre la enseñanza universitaria, es aplicable a buena parte de nuestra sociedad, pues opino que la eficiencia de esta es directamente proporcional a que cada una de sus partes se sitúe en el ámbito que le es propio. Así, por ejemplo, lo castrense -mi oficio- tiene aspectos y características que son muy valiosos, pero que resultarían absolutamente perjudiciales si se aplicasen fuera de las unidades militares.
Y siento a cada instante que estamos creando, manteniendo y viviendo un despropósito, del que no podemos culpar a nadie más que a nosotros mismos, a todos y cada uno. Resulta que se elige a no se quien para trabajar en un hospital y lo único que se considera de él es si es o no suficientemente demócrata -o sea si comulga bastante o poco con quien opina-. ¡Por Dios bendito!. ¿No será mejor analizar si es un profesional competente?.
Recuerdo un sucedido en un gran hospital aragonés y que me contó el Chafardero. Tras la enésima huelga por no se sabe bien que, un celador que iba en el mismo ascensor que el responsable de cirugía digestiva le dijo sonriente a este: ¡Ya somos iguales!. A lo que contestó el médico: Claro. Por eso la próxima vez que haya que operar a tu madre lo hará el cocinero.
En fin. La Universidad debe estar, como todo, a lo que le es propio. Innovación si, pero parida por las exigencias de la Investigación puntera. Enseñanza derivada de esta, que muestre a los discentes el camino de la duda, única manera de hacerse preguntas y generar deseo de conocer lo que ignoramos. Gran exigencia, tanto en conocimientos como en el esfuerzo necesario para adquirirlos y departamentos que no trabajen siguiendo las modas que marcan el poder y los ignaros que lo componen, sino tanto para ofrecer soluciones a las necesidades como para responder a las grandes preguntas que atenazan la vida del Hombre.
(Lamento que mis conocimientos informáticos no me hayan permitido ofrecer una compaginación mejor. Tendrán que leer una parte del artículo en la primera imagen y el resto en la siguiente; para su comodidad, les sugiero que los abran en una ventana independiente)
Y siento a cada instante que estamos creando, manteniendo y viviendo un despropósito, del que no podemos culpar a nadie más que a nosotros mismos, a todos y cada uno. Resulta que se elige a no se quien para trabajar en un hospital y lo único que se considera de él es si es o no suficientemente demócrata -o sea si comulga bastante o poco con quien opina-. ¡Por Dios bendito!. ¿No será mejor analizar si es un profesional competente?.
Recuerdo un sucedido en un gran hospital aragonés y que me contó el Chafardero. Tras la enésima huelga por no se sabe bien que, un celador que iba en el mismo ascensor que el responsable de cirugía digestiva le dijo sonriente a este: ¡Ya somos iguales!. A lo que contestó el médico: Claro. Por eso la próxima vez que haya que operar a tu madre lo hará el cocinero.
En fin. La Universidad debe estar, como todo, a lo que le es propio. Innovación si, pero parida por las exigencias de la Investigación puntera. Enseñanza derivada de esta, que muestre a los discentes el camino de la duda, única manera de hacerse preguntas y generar deseo de conocer lo que ignoramos. Gran exigencia, tanto en conocimientos como en el esfuerzo necesario para adquirirlos y departamentos que no trabajen siguiendo las modas que marcan el poder y los ignaros que lo componen, sino tanto para ofrecer soluciones a las necesidades como para responder a las grandes preguntas que atenazan la vida del Hombre.
(Lamento que mis conocimientos informáticos no me hayan permitido ofrecer una compaginación mejor. Tendrán que leer una parte del artículo en la primera imagen y el resto en la siguiente; para su comodidad, les sugiero que los abran en una ventana independiente)
4 comentarios:
¡Qué ridículos que somos! Empezando por el que planifica esos estudios y siguiendo con los borregos que los cursan.
Yo me desencanté cuando estuve en su momento en la Complutense (a mediados de los noventa) y dejé de estudiar. Ahora que estoy en la UNED, además de ver que la cosa ha empeorado por los gestores, el nivel de conocimientos y de exigencia está bajo mínimos. Cuando leí en el foro de una de mis asignaturas que se procurase en los exámenes no escribir en lenguaje abreviado tipo SMS o no cometer faltas de ortografía aluciné.
Si uno quiere tener una sociedad dócil y aborregada, tiene que hacer estasa cosas, supongo.
Entiendo que por “precipitarse” nos referimos a que la universidad va “de culo y sin frenos”… porque prisa; lo que se dice urgencia por garantizar esa calidad, no es algo que haya preocupado seriamente a ningún gobierno. Hace tiempo que se veía venir. Para los líticos la universidad es más estorbo que institución que merezca cuidado, y la usan con afanes puramente propagandísticos y buscando nada más que la estadística resultona y adulterada. Improvisar sí, eso se nos da de vicio. Se monta el chiringuito y luego tiempo habrá de justificarse reconociéndole méritos a los pícaros que dominan a la perfección el papeleo, el power piont , los punteros laser , el chalaneo y el carguete como equivalente de la tan cacareada excelencia.
Políticos ...quise decir políticos, disculpa.
De vez en cuando me doy un garbeo por la pag. web de la uni de mi hija y me entra la risa floja.Y digo yo ¿por que tengo que pagar los famosos créditos por, se supone, cursitos que nada tienen que ver con la especialización que estudia... pongamos por caso que ofertan como imprescindible un simple manual - cursito de autoayuda digno de Epi y Blas, que puedes encontrar en cualquier lineal de unos grandes almacenes y que apesta a corta y pega sacado de internet... o de un prestigioso y utilísimo curso de poda de árboles frutales,que todo el mundo sabe que lo mismo sirve para "marear", legislar o vaya Vd a saber.
Viendo la foto de lo ocurrido con esa estatua y el comentario sobre los cursos superspecializados de dudoso valor, estaba recordando lo que escribía Ortega en La rebelión de las masas ya hace años sobre la barbarie del especialismo y el hombre-masa.
En cierto sentido, creo esa página del periódico demuestra de forma práctica uno de los problemas básicos de Occidente: la falta de valores.
A los fulanos que pintan sus "tags" en cualquier sitio, cualquier día un ayuntamiento les deja pintar una superficie municipal como homenaje a la cultura hip-hop o lo que sea. Después una universidad pública hace el Máster en cultura popular para que se pueda estudiar esto. Un tiempo después el energúmeno que antes destrozaba cualquier superficie con un spray aparece en la segunda cadena de televisión en Metrópolis en una retrospectiva del arte gráfico español.
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