La iglesia es pequeña, de planta de cruz griega. La viuda y sus dos hijos se sientan en el banco que está delante de mí; aquella, rota entre los brazos de estos, ella y él, próximos a los cuarenta. A la derecha, también en el primer banco, los dos nietos; el mayor no supera los diez años y sostiene entre sus manos el sable de su abuelo, oro viejo y plata de luna llena. Juegan despacio..
La hija deposita ante el altar, en el suelo, una caja. Silenciosos compañeros recuerdan 45 años sin retorno. Misa, palabras de siempre; algún día brotaron del corazón. Termina, nos levantamos dispuestos a salir, el cura recoge los trastos; la viuda y sus hijos permanecen sentados.
Y en ese instante, sin moverse, la hija comienza a cantar una nana............. El cuerpo menudo de su madre vibra, su hermano apoya la cabeza en el hombro de esta y alarga su brazo, para rozar apenas a su hermana. La nana se alza suavemente, mientras la iglesia se detiene en el tiempo. A capella, se desliza desde el corazón la voz del amor.....
Silencio. Absoluto. No respiro. Y el nieto mira a su madre, que calló ya ante su padre dormido; miradas, solo eso. Y el niño, pantalón y jersey, se levanta y se acerca a la pequeña caja de madera que está en el suelo y deposita junto a ella el sable de oro viejo y plata de luna llena.
La hija deposita ante el altar, en el suelo, una caja. Silenciosos compañeros recuerdan 45 años sin retorno. Misa, palabras de siempre; algún día brotaron del corazón. Termina, nos levantamos dispuestos a salir, el cura recoge los trastos; la viuda y sus hijos permanecen sentados.
Y en ese instante, sin moverse, la hija comienza a cantar una nana............. El cuerpo menudo de su madre vibra, su hermano apoya la cabeza en el hombro de esta y alarga su brazo, para rozar apenas a su hermana. La nana se alza suavemente, mientras la iglesia se detiene en el tiempo. A capella, se desliza desde el corazón la voz del amor.....
Silencio. Absoluto. No respiro. Y el nieto mira a su madre, que calló ya ante su padre dormido; miradas, solo eso. Y el niño, pantalón y jersey, se levanta y se acerca a la pequeña caja de madera que está en el suelo y deposita junto a ella el sable de oro viejo y plata de luna llena.
Y aquí estoy yo esta noche, abierto y aprendiendo a llorar
6 comentarios:
Una sola palabra. AMOR
Gracias por hacer que estemos en esa iglesia, escuchando la nana de esa escena de amor y compartiendo tus lágrimas.
Un abrazo
Lágrimas que huelen a rocío...Silencio.
Un abrazo, tu nombre. Un abrazo.
Cuanta belleza.
Precioso y emocionante !!
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