Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

jueves, 1 de octubre de 2009

El color de la mirada

En la primera clase sobre el Arte del África Negra, el profesor nos proyectó una serie de imágenes de escarificaciones y otras decoraciones corporales de diversos pueblos africanos, que originaron comentarios variados, que iban desde el tipo "¡qué primitivos!" al de "¡qué bestias!", con alguno que sonaba algo así como "¡qué fuerte!", muestra esta de profunda riqueza verbal.

Cuando consiguió el ambiente deseado, sin hacer comentario alguno, comenzó a proyectar fotografías de adornos e indumentarias actuales, tomadas en ciudades del que denominaremos "Primer Mundo". Se hizo un silencio sepulcral. Veíamos lo mismo o peor que lo que habíamos visto, pero con una característica esencial: resultaba artificial.

Y es que el Arte del África Negra no se centra en la estética, en la búsqueda de la belleza o en producir una sensación determinada, como el nuestro, sino que es un Arte Utilitario que nace del significado que tiene en sus diversas culturas la existencia del hombre en la Naturaleza y los misterios de la Vida, de modo que los objetos artísticos participan en el sentimiento vital de las gentes, lo que prima sobre su apariencia.

Así, para nosotros un maquillaje tiene como finalidad esencial mejorar nuestra imagen facial; por contra, el uso de una máscara africana no pretende que la apariencia de su portador sea hermosa, sino que este desempeñe mientras la lleva un papel vital concreto que les permite entender mejor la Vida.

No quiero extenderme más. Busco que en este artículo reine la mirada. Os muestro unas fotografías de Hans Silvester sobre las gentes que habitan el territorio del río Omo, declarado Patrimonio de la Humanidad. Si queréis saber lo que me han sugerido, iniciad su descarga o abrirlas en otra pestaña, y ver los títulos que les he dado. Y como siempre, podéis ampliar clicando sobre ellas.


Silvia soñó... Imaginó una fogata, el cielo cubierto de estrellas y un anciano de la tribu contando la historia del río. Los niños representaban una especie de danza. Sonido, luz, olores...



En los amaneceres del mundo, el Rocío de la Mañana conoció a Lluvia y se enamoraron. Y fruto de ese amor, nació Omo. Omo era un niño curioso que quería correr, inquieto, viendo lo que había fuera de su hogar, pero los dioses sabían que aún era demasiado joven para recorrer el mundo de los primeros días, por lo que le dejaron al cuidado de la vieja Montaña....



Pero Omo bullía, queriendo saber que aventuras le esperaban fuera del manto protector de Montaña. Así que una noche, mientras Montaña dormitaba, Omo burló su vigilancia y saltando por encima de ella, comenzó a correr rápidamente....



Era tal su premura, que no vio a Tierra, que hablaba tranquilamente con Cielo y chocó contra ella. Omo quedó inmediatamente prendado de aquella donde germinaba la vida.....



Omo se acercaba a la niña Tierra, pero ésta parecía ignorarlo. Como el chiquillo que era, Omo se enfurecía y corría salvaje en busca de su amada; unas veces atacándola, otras buscando sus caricias, llamando su atención sin éxito....



Madre Lluvia, atenta al dolor de su hijo se acercó a él.
- Hijo querido, si quieres conquistar a Tierra, mi hermano Sol y yo te ayudaremos; pero es necesario que pongas algo de ti..
Y dicho esto, cogió los cabellos de su hijo y los cortó para tejer un traje que ofrecer a Tierra....



Tierra, agradecida al recibir aquel traje, en el que la luz brillaba en el agua, sonrió a Omo y le pidió que caminaran juntos. El traje de Tierra cambiaba de color, según iba pasando los días junto a Omo; algunos parecía un manto verde y los brotes le hacían cosquillas en las piernas, mientras que otros se cubría de frutos y flores de colores extraños...

6 comentarios:

Silvia dijo...

Me gusta especialmente Mirada de otoño.
Se me ocurre que colocándolas de cierta manera, podrían contar una historia, aunque quizás me faltaría alguna que representara a un río. Creo que se me va demasiado la cabeza a estas horas.

Unknown dijo...

Me parece muy interesante que para ilustrar el sentido esencial del arte en tanto útil para la vida, hayas elegido unas imágenes que muestran el adorno del cuerpo, la pintura del rostro, la proyección del color.

A primera vista parecería que esos adornos no tendrían utilidad alguna, sino que serían resultado del mero afán por la imagen (de estéticas diferentes a las nuestras)o en todo caso que su única función consistiría en ser símbolos de pertenencia al grupo, como señales de iniciación o de relevancia social dentro de él.

Pero no, según nos cuentas es justo lo contrario. O al menos es más que todo eso. Lo que me gusta de estas imágenes es que vienen muy bien para ilustrar una idea que me parece fundamental: todo arte verdadero sirve para algo. Y la más genuina, antigua y verdadera utilidad del arte es que permite ponernos en contacto íntimo con nuestro lado llamémosle espiritual.
El arte que es formalismo puro, capricho o filigrana vacía carece de la capacidad de conmover y por lo tanto es completamente prescindible. Desde mi punto de vista, claro.

Unknown dijo...

P.D. Me ha gustado mucho el cuento y como aparece recreado por las imágenes.

marian dijo...

Me desconciertas…y me gusta. Hay, por mi parte , un desconocimiento entre lo mirado y la mirada misma. Me preguntaba porqué para hablar del Arte del África negra (si es que era tu intención, que lo dudo) elegiste la fotografía y no recurriste a soluciones plásticas tribales que reforzaran esa cosmovisión y el sentido utilitario a través de objetos como las máscaras o esculturas… quizá porque nos invitas a contemplar un fenómeno ético y no estético. El cuerpo como complemento, como existencia del otro, como lienzo, como expresión viva, efímera y cambiante. ¿Por qué niños o adolescentes?... No puedo negar que mi imaginario particular respecto a la cultura africana tiene como referente del afro-adolescente al mismísimo Orzowei … que más que una paradoja es una contradicción. Pero intuyo que el ser humano en esa etapa de transición a la madurez que reflejan las fotografías irradia creatividad e ingenio , la misma necesidad de crear imágenes y superar sus miedos.
Mi primera impresión prolonga el sincretismo de la tuya.. si acaso me atrevo a ampliar la metáfora. Parecen niños , florigerios en un nido otoñal o pájaros o caimanes gozando del esplendor acuático de la hierba… lo parecen, pero no lo son: son un secreto que como bien dice Kalia nos conmueve.

alelo dijo...

A mí lo que más me sorprende es el color que desprende África. ¿Por qué lo llamarán el continente negro si lo único que parece tal es su futuro? Un abrazo.

currinche dijo...

Uy ,qué bonito !!!Me ha encantado Turu ,ahí están como siempre uno de los dos Géminis .. el que más me gusta ,el poético y tierno ,con una mano fuerte y grandota que te a
caricia el corazón con dulzura .
MER.