He vuelto al Mediterráneo. Hacía unos quince años que no me acercaba a su orilla y antes lo hice sólo en tres ocasiones. Del Mediterráneo me gusta casi todo, pero hay algo que me resultó siempre insufrible: su turismo.
Ya he dicho en algún artículo anterior que me gusta viajar y eso requiere tiempo. Un viajero no pretende visitar Italia en un "tour" de diez días, ní va al Louvre por la única razón de ver la Gioconda tras su restauración. Sabe que hay mucho, muchísimo más, y que en lugar de madrugar para ver -que no conocer- la mayor cantidad de monumentos -¡qué parece que les guste hacer las visitas del Jueves Santo!-, hay que vivir con sosiego.
Es menester observar como viven los naturales del lugar, probar sus comidas, tratarles y entender que las obras de arte, los paisajes, .., en fin todo lo que se nos ofrece, carece de sentido si dejamos de lado el conocimiento del país y sus gentes.
Por eso nunca aprecié la costa mediterránea. Me quedé siempre junto a mi Cantábrico, en pueblos que se diferencian poco de un mes a otro, conviviendo con personas del lugar y a las que trataba un año si y otro también.
Mis obras de arte eran muchas veces mis sueños, que echaban a volar en cualquier sitio y, por que no confesarlo, largas tertulias nocturnas luego de haber comido con placer y en maravillosa compañía.
Así que he vuelto al Mediterráneo, pero procurando evitar sus turistas. He elegido un pueblo de pescadores, donde puedo ir al pósito, donde sigue habiendo flota propia y donde, aunque hay turistas, se come y se bebe con decencia.
El día de mi llegada estaba nublado, lo que me hizo recordar los despertares de mi abuelo, que cuando le preguntábamos desde la cama como amanecía, contestaba: ¡Muy bueno!; luego, al comprobar la espesa capa de nubes sobre la mar, aclaraba: ¡Muy bueno, para pescar bonitos!.
En la playa había "cuatro y el de la guitarra", así que me puse el bañador, atravesé impávido aquella soledad y me metí en el agua..., que más parecía caldo que agua salada, pero en fin.
El Mediterráneo es revoltoso como pocos, cuando le da, pero normalmente es cachazudo, lo que le resta encanto para bañarse, pues bien es peligroso o bien es calmo en exceso. Mis baños preferidos son en mar abierta y con buenas olas, estudiando resacas, sabiendo que la mar es infinitamente más fuerte que tú y que no se puede ir contra ella sino acompañarla. Me gusta batirme con la rompiente de la playa, bucear y pescar pulpos a mano.
Así que..., me puse en posición de supervivencia -en la que flotas sin esfuerzo y con la cabeza fuera- y me dediqué a contemplar a los paseantes de la orilla... Gente curiosa esta; ellas creen que andando rápido recuperarán lo perdido tras los partos y ellos.., ¡ay ellos!; ¡redios, qué feo es un ciudadano en calzorras!.
Había algo de mar de fondo, así que después de nadar y bucear un poco salí; me sequé caminando, que nunca me gustaron toallas ní reglas playeras, como aquella de la digestión.. ¿Saben?; es sensacional caminar mojado y en bañador entre personas con jersey. Y no me tomen por tonto o loco, que sí hay que abrigarse soy el primero que lo hace, pero ocurre que me disgusta hacer cosas porque toca..
¿Nunca han paseado en un soleado día de otoño?; toca ponerse algo, pero en realidad no es necesario. Sólo los hipocondríacos, ansiosos del resfriado, disfrutan abrigándose cuando no hace falta. ¡A la mierda con lo que toca!; vivo y viviré según lo preciso y nunca según lo convenido.
Más reconfortado seguí mi rito playero; o sea, nada de tostarse al sol, que además no se veía. Todos los marineros que he conocido tienen la piel bien curtida por los vientos y la bruma salada, y no por espatarrarse cual san Lorenzo en la parrilla.. ¿Se han fijado?; ¡qué pringue!. Se untan de grasa y luego, vuelta y vuelta.. ¡Y hala, pataquí patallá!.
Como les decía.. Aperitivo. Después de un baño, pincho de tortilla. ¿Y un blanco de Rueda?; aunque tampoco le hago ascos a un vermut con ginebra.. Ní a unas rabas.. Ní a unas anchoas de Santoña, mi pueblo.
Y nada de estar de pie; el aperitivo -como la vida toda- se degusta, despacio, mirando, charlando.. Y eso se hace mejor sentado, cómodamente dispuesto.
Y el aperitivo cumplió su función, así que nos fuimos a comer a un restaurante del puerto. Descubrí que preparaban cup de cava y lo bebimos durante la comida. Nos sacaron en unas fuentes los pescados que habían comprado la tarde anterior en el pósito y elegimos una lubina de alrededor de quilo y medio, que nos prepararon a la sal. Mientras llegaba, dimos buena cuenta de unas almejas a la marinera -con una salsa más suave que la habitual de mi tierra-, una fuente de pescaditos fritos a la andaluza y otra de mejillones -mordejones en mi pueblo- al vapor.
Una excelente crema catalana, quemada en la mesa, y un armagnac dieron paso a la sobremesa, que fué excelente pues aparecieron unos amigos que no esperábamos y montamos una buena tertulia.
A las seis de la tarde me retiré, pues había pedido a la masjista del hotel que me diese un tratamiento relajante, para luego irme a la sauna y al jacuzzi, con la compañía no buscada de un británico, coloradito cual camarón cocido, que se agarraba como un poseso a un cubo de hielo en el que estaba la botella de cava que se fué bebiendo.
Liberado de las tensiónes propias de un prejubilado pitopáusico, me arreglé y nos fuimos a cenar. Algo ligero, suave, intrascendente, que ya saben ustedes que soy persona moderada.. Una crema de nécoras, una ensalada de rape alangostado y un entrecot; de postre, brie y cabrales. Lo normal.
Luego salimos a tomar café y un helado, que los tienen muy buenos. Y para terminar nos fuimos a un local de copas -no sé llamarlo de otro modo- donde comencé con un "Mojito", seguí con un "Caipirinha", una "Piña Colada" y así.. ¡Qué quieren que les diga!; están muy en boga, pero no tienen nada que hacer al lado de un "Dry Martini" -estilo sir Winston Churchill-, un "Americano" o un "Negroni". Le pedí al barman un "Gin Fizz" -a mi manera- con clara a punto de nieve y el hombre se esmeró..
A las tres de la mañana, bien bañado, comido, masajeado, bebido y charlado me fuí a soñar con mis amores...
Y así han sido mis días en el Mediterráneo...
Bueno.., también ha habido dos momentos muy desagradables. Distintos, pero.. quizá no tan distantes. Sucedió uno la tarde anterior a nuestra marcha. Estábamos a punto de entrar en el hotel cuando oimos voces; nos detuvimos y volvimos la vista...
En el paso de cebra próximo estaba una pareja que se alojaba también en el hotel. Ella no creo que tuviese aún los treinta y él, cuarentón; el fulano -calificativo demasiado honorable- ya nos había llamdo la atención por su gesto desabrido y nula sociabilidad. Tenían dos niños, uno de unos dos años y el otro de alrededor de cuatro..
Ella, empujando la silla de uno de los niños, aprovechó una pausa de la circulación para cruzar; el bípedo de su marido, algo distraido, se quedó en la acera..
"¡¡¡¡Quién te ha dicho que cruces!!!!, ¡¡¡¡vuelve aquí inmediatamente!!!!, ¡¡¡¡no puedes hacer nada sí yo no lo digo!!!, ¡¡¡¡vuelve ahora, ya!!!!... La mujer se quedó paralizada.., pero se quedó donde estaba..
El animal de él soltó con rabia la silla de su hijo, que se desplazó hasta el borde de la calzada y allí quedó sin guarda, y cruzó a grandes zancadas hasta donde estaba ella..
Aquello era una especie de gorila -de tres cuartos de quilo- avinagrado y vociferante. Ella, no sé sí por prudencia o temor, no decía nada...
Nos fuimos para él una mujer que necesitaba una muleta para andar -de nuevo ellas, tan bravas como siempre- y un servidor, dispuesto a arremangarle un par de hostias -discúlpenme ahora, pero les engañaría en cuanto a mi sentir sí escribiese otra cosa-. No durmió en el hotel esa noche.
Durante buena parte de mi vida he sido un profesional de la violencia. Me asquea. Y sí es contra seres indefensos o aprovechándose de la debilidad de alguien..., me torna medio loco. Sólo quien la ha catado siente el odio que envuelve. Con ella no valen filosofías ní razones. Hay que vivirla para sentirla. No puede contarse.
A la mañana siguiente, cuando salía de mi habitación para bajar a desayunar, ví avanzar hacia mi a un guardia civil a paso de carga.. He trabajado muchas horas con ellos y mi apellido se repite varias veces en la escalilla del Cuerpo, así que me dispuse a lo que fuese menester..
De golpe, giró y entró en una habitación... De allí salían demudados una pareja de empleados del hotel; les pregunté.. "Una mujer que se ha querido suicidar; se ha subido al balcón y sí no es por el guardia..". ¡La madre...!, pensé inmediatamente en la mujer maltratada.. ; pero no, era una chica joven que viajaba con su padre y que ya había intentado suicidarse anteriormente.
Sobre el suicidio quizá les hable algún día, pues hace años busqué su compañía.. Ahora quiero dejar aquí una idea sobre el maltrato, que no es cosa de hoy en día -aunque sí lo es la publicidad y el regodeo que le dan para ganar dinero los programas basura televisivos, que tanto hacen para que más de un desquiciado asuma que "así es como hay que tratarlas"-. ¿No les parece que al primer maltrato, por leve que sea, hay que cortar por lo sano?. De nada vale aguantar. ¡Ní un solo instante!. Y por malas que sean las condiciones materiales en que quede la persona maltratada, peores serán las que sufra quien ve pisoteadas su dignidad e integridad.
Ya he dicho en algún artículo anterior que me gusta viajar y eso requiere tiempo. Un viajero no pretende visitar Italia en un "tour" de diez días, ní va al Louvre por la única razón de ver la Gioconda tras su restauración. Sabe que hay mucho, muchísimo más, y que en lugar de madrugar para ver -que no conocer- la mayor cantidad de monumentos -¡qué parece que les guste hacer las visitas del Jueves Santo!-, hay que vivir con sosiego.
Es menester observar como viven los naturales del lugar, probar sus comidas, tratarles y entender que las obras de arte, los paisajes, .., en fin todo lo que se nos ofrece, carece de sentido si dejamos de lado el conocimiento del país y sus gentes.
Por eso nunca aprecié la costa mediterránea. Me quedé siempre junto a mi Cantábrico, en pueblos que se diferencian poco de un mes a otro, conviviendo con personas del lugar y a las que trataba un año si y otro también.
Mis obras de arte eran muchas veces mis sueños, que echaban a volar en cualquier sitio y, por que no confesarlo, largas tertulias nocturnas luego de haber comido con placer y en maravillosa compañía.
Así que he vuelto al Mediterráneo, pero procurando evitar sus turistas. He elegido un pueblo de pescadores, donde puedo ir al pósito, donde sigue habiendo flota propia y donde, aunque hay turistas, se come y se bebe con decencia.
El día de mi llegada estaba nublado, lo que me hizo recordar los despertares de mi abuelo, que cuando le preguntábamos desde la cama como amanecía, contestaba: ¡Muy bueno!; luego, al comprobar la espesa capa de nubes sobre la mar, aclaraba: ¡Muy bueno, para pescar bonitos!.
En la playa había "cuatro y el de la guitarra", así que me puse el bañador, atravesé impávido aquella soledad y me metí en el agua..., que más parecía caldo que agua salada, pero en fin.
El Mediterráneo es revoltoso como pocos, cuando le da, pero normalmente es cachazudo, lo que le resta encanto para bañarse, pues bien es peligroso o bien es calmo en exceso. Mis baños preferidos son en mar abierta y con buenas olas, estudiando resacas, sabiendo que la mar es infinitamente más fuerte que tú y que no se puede ir contra ella sino acompañarla. Me gusta batirme con la rompiente de la playa, bucear y pescar pulpos a mano.
Así que..., me puse en posición de supervivencia -en la que flotas sin esfuerzo y con la cabeza fuera- y me dediqué a contemplar a los paseantes de la orilla... Gente curiosa esta; ellas creen que andando rápido recuperarán lo perdido tras los partos y ellos.., ¡ay ellos!; ¡redios, qué feo es un ciudadano en calzorras!.
Había algo de mar de fondo, así que después de nadar y bucear un poco salí; me sequé caminando, que nunca me gustaron toallas ní reglas playeras, como aquella de la digestión.. ¿Saben?; es sensacional caminar mojado y en bañador entre personas con jersey. Y no me tomen por tonto o loco, que sí hay que abrigarse soy el primero que lo hace, pero ocurre que me disgusta hacer cosas porque toca..
¿Nunca han paseado en un soleado día de otoño?; toca ponerse algo, pero en realidad no es necesario. Sólo los hipocondríacos, ansiosos del resfriado, disfrutan abrigándose cuando no hace falta. ¡A la mierda con lo que toca!; vivo y viviré según lo preciso y nunca según lo convenido.
Más reconfortado seguí mi rito playero; o sea, nada de tostarse al sol, que además no se veía. Todos los marineros que he conocido tienen la piel bien curtida por los vientos y la bruma salada, y no por espatarrarse cual san Lorenzo en la parrilla.. ¿Se han fijado?; ¡qué pringue!. Se untan de grasa y luego, vuelta y vuelta.. ¡Y hala, pataquí patallá!.
Como les decía.. Aperitivo. Después de un baño, pincho de tortilla. ¿Y un blanco de Rueda?; aunque tampoco le hago ascos a un vermut con ginebra.. Ní a unas rabas.. Ní a unas anchoas de Santoña, mi pueblo.
Y nada de estar de pie; el aperitivo -como la vida toda- se degusta, despacio, mirando, charlando.. Y eso se hace mejor sentado, cómodamente dispuesto.
Y el aperitivo cumplió su función, así que nos fuimos a comer a un restaurante del puerto. Descubrí que preparaban cup de cava y lo bebimos durante la comida. Nos sacaron en unas fuentes los pescados que habían comprado la tarde anterior en el pósito y elegimos una lubina de alrededor de quilo y medio, que nos prepararon a la sal. Mientras llegaba, dimos buena cuenta de unas almejas a la marinera -con una salsa más suave que la habitual de mi tierra-, una fuente de pescaditos fritos a la andaluza y otra de mejillones -mordejones en mi pueblo- al vapor.
Una excelente crema catalana, quemada en la mesa, y un armagnac dieron paso a la sobremesa, que fué excelente pues aparecieron unos amigos que no esperábamos y montamos una buena tertulia.
A las seis de la tarde me retiré, pues había pedido a la masjista del hotel que me diese un tratamiento relajante, para luego irme a la sauna y al jacuzzi, con la compañía no buscada de un británico, coloradito cual camarón cocido, que se agarraba como un poseso a un cubo de hielo en el que estaba la botella de cava que se fué bebiendo.
Liberado de las tensiónes propias de un prejubilado pitopáusico, me arreglé y nos fuimos a cenar. Algo ligero, suave, intrascendente, que ya saben ustedes que soy persona moderada.. Una crema de nécoras, una ensalada de rape alangostado y un entrecot; de postre, brie y cabrales. Lo normal.
Luego salimos a tomar café y un helado, que los tienen muy buenos. Y para terminar nos fuimos a un local de copas -no sé llamarlo de otro modo- donde comencé con un "Mojito", seguí con un "Caipirinha", una "Piña Colada" y así.. ¡Qué quieren que les diga!; están muy en boga, pero no tienen nada que hacer al lado de un "Dry Martini" -estilo sir Winston Churchill-, un "Americano" o un "Negroni". Le pedí al barman un "Gin Fizz" -a mi manera- con clara a punto de nieve y el hombre se esmeró..
A las tres de la mañana, bien bañado, comido, masajeado, bebido y charlado me fuí a soñar con mis amores...
Y así han sido mis días en el Mediterráneo...
Bueno.., también ha habido dos momentos muy desagradables. Distintos, pero.. quizá no tan distantes. Sucedió uno la tarde anterior a nuestra marcha. Estábamos a punto de entrar en el hotel cuando oimos voces; nos detuvimos y volvimos la vista...
En el paso de cebra próximo estaba una pareja que se alojaba también en el hotel. Ella no creo que tuviese aún los treinta y él, cuarentón; el fulano -calificativo demasiado honorable- ya nos había llamdo la atención por su gesto desabrido y nula sociabilidad. Tenían dos niños, uno de unos dos años y el otro de alrededor de cuatro..
Ella, empujando la silla de uno de los niños, aprovechó una pausa de la circulación para cruzar; el bípedo de su marido, algo distraido, se quedó en la acera..
"¡¡¡¡Quién te ha dicho que cruces!!!!, ¡¡¡¡vuelve aquí inmediatamente!!!!, ¡¡¡¡no puedes hacer nada sí yo no lo digo!!!, ¡¡¡¡vuelve ahora, ya!!!!... La mujer se quedó paralizada.., pero se quedó donde estaba..
El animal de él soltó con rabia la silla de su hijo, que se desplazó hasta el borde de la calzada y allí quedó sin guarda, y cruzó a grandes zancadas hasta donde estaba ella..
Aquello era una especie de gorila -de tres cuartos de quilo- avinagrado y vociferante. Ella, no sé sí por prudencia o temor, no decía nada...
Nos fuimos para él una mujer que necesitaba una muleta para andar -de nuevo ellas, tan bravas como siempre- y un servidor, dispuesto a arremangarle un par de hostias -discúlpenme ahora, pero les engañaría en cuanto a mi sentir sí escribiese otra cosa-. No durmió en el hotel esa noche.
Durante buena parte de mi vida he sido un profesional de la violencia. Me asquea. Y sí es contra seres indefensos o aprovechándose de la debilidad de alguien..., me torna medio loco. Sólo quien la ha catado siente el odio que envuelve. Con ella no valen filosofías ní razones. Hay que vivirla para sentirla. No puede contarse.
A la mañana siguiente, cuando salía de mi habitación para bajar a desayunar, ví avanzar hacia mi a un guardia civil a paso de carga.. He trabajado muchas horas con ellos y mi apellido se repite varias veces en la escalilla del Cuerpo, así que me dispuse a lo que fuese menester..
De golpe, giró y entró en una habitación... De allí salían demudados una pareja de empleados del hotel; les pregunté.. "Una mujer que se ha querido suicidar; se ha subido al balcón y sí no es por el guardia..". ¡La madre...!, pensé inmediatamente en la mujer maltratada.. ; pero no, era una chica joven que viajaba con su padre y que ya había intentado suicidarse anteriormente.
Sobre el suicidio quizá les hable algún día, pues hace años busqué su compañía.. Ahora quiero dejar aquí una idea sobre el maltrato, que no es cosa de hoy en día -aunque sí lo es la publicidad y el regodeo que le dan para ganar dinero los programas basura televisivos, que tanto hacen para que más de un desquiciado asuma que "así es como hay que tratarlas"-. ¿No les parece que al primer maltrato, por leve que sea, hay que cortar por lo sano?. De nada vale aguantar. ¡Ní un solo instante!. Y por malas que sean las condiciones materiales en que quede la persona maltratada, peores serán las que sufra quien ve pisoteadas su dignidad e integridad.
Ánimo, ánimo...
6 comentarios:
Yo lo siento por esos dos niños, que verán al animal de su padre haciendo daño a su madre y que acabarán viéndolo como algo normal.
La violencia física es la consecuencia de todos esos maltratos que se inician con todos esos "no vales para nada" y los insultos y las faltas de respeto. Nunca entenderé como se puede hacer eso a alguien a quién supuestamente quieres.
Gracias por salir en su defensa
Un beso muy fuerte
Qué maravilla es leerte y sentir como se secan las gotas de mar paseando por la playa a tu vera!; te echaba de menos!.
Me alegra q hayas disfrutado de estos días. Yo voy a ir informándome para hacer un curso de masajista ya! ;)
Mira Turu, mucha gente piensa así, y en parte es normal, ¿pq aguantar el más mínimo maltrato sea del tipo q sea?; pero un psicópata energúmeno de estos no llega un día y te suelta una ostia o te dice q eres una mierda q no vale para nada, no, suele suceder q machacan poquito a poquito, engañando, convenciendo, alienando..., y cuando un día las víctimas se dan cuenta..
Tus palabras son bonitas, tu fondo, lo q quieres transmitir y expresar, maravilloso, pero la realidad de estas mujeres es tan compleja q, como dices tu, solo quien lo vive lo sabe.
Precioso post.
Un besazo
Es una buena combinación: turismo gastronómico, paisajes naturales y buena compañía... eso sí es "andar por el mundo". Lo demás, un empacho de kms., picnis y postales.
Me encanta tu frugalidad. Estás hecho un sibaríta del "comercio" y del "bebercio" :o)
Y cambio el tono amable por el más ácido e intolerante del que soy capaz, sin que me salten chispas por los ojos, para opinar sobre el maltrato.Coincido con Eloryn en que a la violencia física, se llega a través de otra violencia más sutíl, la violencia negada, la que convierte los vínculos afectivos en un ejercicio de poder y posesión respecto del otro.Hace tiempo escribí un artículo basado en las experiencias de algunas mujeres que finalmente frenaron a tiempo esa espiral que conduce al aniquilamiento. Escuchar a una mujer maltratada es como adentrarse en la cámara de los horrores, es un itinerario de degradación que visto desde fuera, no nos cabe en la cabeza. ¿Por qué aguantan? ¿Por qué no denuncian? ¿Por qué perdonan?...por miedo y porque la sumisión crea dependencia y porque no existe autoestima que resista sin quebrarse cuando el denominador común es la vergüenza y el sentimiento de fracaso y culpa. Por eso me ofende como mujer, que otras mujeres frivolicen sobre los malos tratos y comercien con algo tan serio en las televisiones. Ellas sí puden poner tierra de por medio, ellas sí tienen apoyos familiares, abogados y medios económicos para rehacer su vida.No son ejemplo de nada ni adalides de ninguna causa.
Si cada mujer maltratada es un mundo sociológica y afectivamente,el maltratador es un tipo, un patrón de conducta casi idéntico.Deberíamos prestar atención a todos esos mitos encubiertos que llamamos amor y que son disculpados socialmente cuando en realidad son auténticas patologías.
En fín, demasiado complejo para un comentario.
Un abrazo
Una aclaración: me refiero a mujeres "famosas" que prestan su testimonio a cambio de pasearse cobrando por las teles, no a las víctimas anónimas que se juegan la vida y el anonimato (algunas salen después en las estadísticas y en las esquelas) frente a sus verdugos.
"la mar es infinitamente más fuerte que tú y que no se puede ir contra ella sino acompañarla" qué buena afirmación para todo.
Después de la tranquilidad, constatar parecidos en costumbres playeras y casi ninguna en gastronomía ;) , te quedas un poco revuelto con la parte final y desagradable.
Con el maltrato no cabe hablar sino actuar, es bien cierto lo que comenta Cobre y ha de ser la maltratada la que salga con el apoyo, sin reservas, de tod@s, y tal como decías de la mar, acompañarla y no juzgarla.
Me alegra tu vuelta :) besos...
Caballero, ¿está usted seguro que esa era una cena ligerita? :)). Me dá la impresión que es mejor comprarle un traje que invitarlo a comer.
Del suicidio hablaremos cuando usted quiera, me apasiona todo lo relativo a la muerte.
Sobre el maltrato, hay mucho que decir, los padres tenemos mucha culpa, tenemos que plantearnos omo criamos a nuestros hijos para que se conviertan en maltratadores.
Y por último, bienvenido a su casa.
Publicar un comentario