Hoy en día soy un buen cocinero, aunque flaqueo a la hora de imaginar postres. Y me considero bueno porque puedo prescindir de recetas e ingredientes, guisando por instinto y utilizando los alimentos que tengo a mano.
Aunque dicen que tengo un fallo. Me acusan -infundadamente, a mi entender- de que mancho mucho y luego recojo poco. ¡Hombre por dios! -que dice una amiga mía-. ¿Cuando se ha visto que un artista se preocupe de menudencias?.
Pero no siempre ha sido así, no. Que nadie nace enseñado. Y mis pifias han sido de las que pueden pasar a la historia, porque valiente..., eso si, ¡soy un rato largo!.
En mi casa aún recuerdan una comida, "experimental" como la de mi colega Adriá. Se me ocurrió que podía hacer una crema de mejillones agridulce. Cometí dos errores; me atuve a una receta y la preparé por primera vez el día que había invitado a mi familia.. política.
Cuando probé la crema me resultó dulce, así que corregí.. y me supo salada..., así que.. "Tengo que partir de cero" discurrí.. Así que hice un poco más... Y vuelta a empezar... Así que...
Cuando recuperé el tino tenía ante mí un perolo de considerables proporciones, lleno hasta los bordes, de un color blancuzco, y que unas veces sabía a leche condensada y otras a pura sal marina.
Miré atónito mi obra... Una sonrisa maligna iluminó mi cara... ¡Jaaaaaaaaajaaaaaaja!. E histérico perdío serví el condumio.
¡Oigan, qué educada es la gente!. Entre sonrisas y amena charla comenzaron.. Segundos más tarde se podía oir el vuelo de una mosca. Se miraban unos a otros.. De cucharada a cucharada transcurría un siglo...
Perverso, les dije: "Sí alguno quiere repetir, tranquilos, que sobra". Un cuñado mío levantó la vista y mirándome a los ojos me contestó: "¡Cago'n la leche, que no hay dios que se lo coma!".
Pero esto es sólo el aperitivo de lo que quería contarles. Realicé mi obra cumbre a poco de casarme. Un sábado pensé en hacer un estofado de garbanzos para comer al día siguiente. El caso es que se me olvidó ponerlos a remojo la noche anterior...
Cuando la mañana siguiente me dí cuenta, recordé que mi madre echaba, a veces, una pizca de bicarbonato para ablandarlos. ¡Solucionado!. Además los haré en la olla exprés; les tengo unos minutos más, pongo el fuego a tope y no hay garbanzo que se me resista, pensé.
¡Dicho y hecho!. Preparé la olla, puse agua, los garbanzos y ¡yo que sé que más!; luego el bicarbonato... Y para no fallar, ¡nada de pizcas, cucharón!.
Encendí el fuego, coloqué sobre él la olla exprés y aguardé impaciente, orgulloso de mi habilidad, seguro de mi éxito...
La olla era de aquellas antiguas que tenían un pitorro sobre la tapa, en el que se ponía una pieza perforada cuando comenzaba a salir vapor, momento desde el que comenzaba a contarse el tiempo recomendado.
Pasaron unos minutos... Y de pronto: ¡¡Pppprrzzzusssssss!!. Discúlpenme, ¡pero el artilugio soltó un pedo de no te menees!. Por el pitorro, si.
Atraida por el ruido, mi mujer acudió a la cocina. Me miró. Y luego miró en silencio la olla, contemplando como por el dichoso pitorro salía sin pausa una pasta blanquecina, de aspecto mugriento, que iba, primero, enroscándose sobre la tapa de la olla y luego resbalando por los bordes hacia la placa....
"Por favor, procura que los churros no queden poco fritos..", me dijo antes de alejarse.
Aunque dicen que tengo un fallo. Me acusan -infundadamente, a mi entender- de que mancho mucho y luego recojo poco. ¡Hombre por dios! -que dice una amiga mía-. ¿Cuando se ha visto que un artista se preocupe de menudencias?.
Pero no siempre ha sido así, no. Que nadie nace enseñado. Y mis pifias han sido de las que pueden pasar a la historia, porque valiente..., eso si, ¡soy un rato largo!.
En mi casa aún recuerdan una comida, "experimental" como la de mi colega Adriá. Se me ocurrió que podía hacer una crema de mejillones agridulce. Cometí dos errores; me atuve a una receta y la preparé por primera vez el día que había invitado a mi familia.. política.
Cuando probé la crema me resultó dulce, así que corregí.. y me supo salada..., así que.. "Tengo que partir de cero" discurrí.. Así que hice un poco más... Y vuelta a empezar... Así que...
Cuando recuperé el tino tenía ante mí un perolo de considerables proporciones, lleno hasta los bordes, de un color blancuzco, y que unas veces sabía a leche condensada y otras a pura sal marina.
Miré atónito mi obra... Una sonrisa maligna iluminó mi cara... ¡Jaaaaaaaaajaaaaaaja!. E histérico perdío serví el condumio.
¡Oigan, qué educada es la gente!. Entre sonrisas y amena charla comenzaron.. Segundos más tarde se podía oir el vuelo de una mosca. Se miraban unos a otros.. De cucharada a cucharada transcurría un siglo...
Perverso, les dije: "Sí alguno quiere repetir, tranquilos, que sobra". Un cuñado mío levantó la vista y mirándome a los ojos me contestó: "¡Cago'n la leche, que no hay dios que se lo coma!".
Pero esto es sólo el aperitivo de lo que quería contarles. Realicé mi obra cumbre a poco de casarme. Un sábado pensé en hacer un estofado de garbanzos para comer al día siguiente. El caso es que se me olvidó ponerlos a remojo la noche anterior...
Cuando la mañana siguiente me dí cuenta, recordé que mi madre echaba, a veces, una pizca de bicarbonato para ablandarlos. ¡Solucionado!. Además los haré en la olla exprés; les tengo unos minutos más, pongo el fuego a tope y no hay garbanzo que se me resista, pensé.
¡Dicho y hecho!. Preparé la olla, puse agua, los garbanzos y ¡yo que sé que más!; luego el bicarbonato... Y para no fallar, ¡nada de pizcas, cucharón!.
Encendí el fuego, coloqué sobre él la olla exprés y aguardé impaciente, orgulloso de mi habilidad, seguro de mi éxito...
La olla era de aquellas antiguas que tenían un pitorro sobre la tapa, en el que se ponía una pieza perforada cuando comenzaba a salir vapor, momento desde el que comenzaba a contarse el tiempo recomendado.
Pasaron unos minutos... Y de pronto: ¡¡Pppprrzzzusssssss!!. Discúlpenme, ¡pero el artilugio soltó un pedo de no te menees!. Por el pitorro, si.
Atraida por el ruido, mi mujer acudió a la cocina. Me miró. Y luego miró en silencio la olla, contemplando como por el dichoso pitorro salía sin pausa una pasta blanquecina, de aspecto mugriento, que iba, primero, enroscándose sobre la tapa de la olla y luego resbalando por los bordes hacia la placa....
"Por favor, procura que los churros no queden poco fritos..", me dijo antes de alejarse.
7 comentarios:
Ja ja ja... M´ancantao lo perverso de tu ofrecimiento de que había más crema agridulce de mejillones. Pero tienes razón, hay que experimentar para que salgan las cosas, aunque la "pifiemos" en muchas ocasiones.
Oye, buenísima tu mujer, qué fina y qué sentido del humor tan sutil y elegante, de verdad; yo puedo ser irónica, pero en esa situación no hubiera podido hacerlo como ella ni de lejos; sí señor, eso es un sarcasmo de 1ª clase y lo demás son gaitas.
Buenísimo post, como siempre, Turu.
Un abrazo.
Necesitas un pinche que te vaya recogiendo la cocina, artista :-).
¡Qué bien viene la familia como conejillos de indias! ¡Y qué arte el de tu mujer!
Una pregunta, ¿intentaste de nuevo la crema agridulce de mejillones? ¿Y cómo se hace? Es que no suena nada mal...
Besos para el "chef"
Di que sí... recoger en señal de mediocridad y falta de imaginación... ¡Solo recogen aquellos que no están orgullosos de sus obras, aquellos que pretenden compensar con un esfuerzo postrero su fracaso a la hora de crear!
Te alabo el gusto amigo mío :-)
Viendo tus resultados,menos mal que a mí se me olvidó, amén del "detallito" del remojo el truco del bicarbonato...porque estrenarme en aquella ocasión con mi primer cocido, estrenaba la olla exprés. Si empiezo a ver salir los churros, abandono el "artefacto" despavorida y llamo a los bomberos para que la "desactiven".
Si,nadie nace aprendido.
Ah, tu mujer tiene un sentido del humor muy elegante.
Un abrazo
jajajajaja creo que nos ha pasado a tod@s lo mismo con las legumbres, yo todavía no le he encontrado el punto a las lentejas ¡qué desastre!.
Y tu mujer absolutamente encantadora.
Besos luneros
Lo que mas me ha gustado es la reacción tu mujer, eso es temple y figura...enhorabuena a los dos a una por el temple y al otro por cocinar (algo mas raro de lo que parece entre los de tu genero)
A mi hasta q no me demuestres q sabes hacer la crema de zanahoria.... ni chef ni gaitas.
De churrero te doy trabajo, eso sí.
Besazos Tururú
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